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50 años del Golpe: El Comité Pro Paz y Sergio Zamora Torres

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Un episodio de la lucha contra la dictadura que es muy poco conocido (narrativa en base a conversaciones con los propios protagonistas y con el obispo luterano Helmuth Frenz, a fines de la década de los 90’s):

El jueves 15 de mayo de 1975, tres militantes del Partido Socialista (CNR) fueron detenidos por la DINA, cerca de las 11 hrs, en un sector cercano a Estacion Central. Identificados como miembros de la resistencia a la dictadura de Pinochet, fueron forzados a abordar la plataforma de carga de dos camionetas Chevrolet C-10, de las empleadas usualmente por la DINA en sus tareas represivas.

El Partido Socialista Coordinadora Nacional de Regionales (PS CNR) fue una estructura (una de varias) que se separó del tronco del PS con posterioridad al golpe de estado por diferencias tácticas y estratégicas. El PS CNR estaba liderado por el Regional Santiago Centro y por el Regional Santiago Cordillera, los dos más importantes en el país.

Allí en la camioneta Chevrolet C-10, los militantes ya mencionados, golpeados, amarrados, con la vista vendada, y bajo la custodia de agentes portando armamento automático, fueron transportados a Villa Grimaldi.




La tortura fue brutal, se quería llegar a otros integrantes de la misma u otras estructuras, y también a la Dirección Política Nacional del PS CNR.

Las parrillas (tortura con aplicación de electricidad e inmovilizado encima de un somier metálico), las brutales golpizas, los colgamientos, etc, se sucedieron y solo eran interrumpidos, momentáneamente, por los naturales periodos de pérdida de conciencia, resultado de las mismas torturas recibidas.

Uno de los detenidos, Sergio Zamora, de 26 años, tras varias horas de tortura y con el convencimiento íntimo que no sobreviviría pues la DINA lo sindicaba de ser el “Encargado Militar” del PS CNR, decidió jugarse el todo por el todo.

En la parrilla indicó a sus torturadores que quizás el contacto más valioso que tenía era una monja que trabajaba en el Comité Pro Paz, y que constituía el contacto internacional más importante que tenía el PS CNR.

Esto causó un vivo interés de parte de los agentes y oficiales de la DINA. De ser cierto, esa monja era un blanco muy apetecible que podria eliminar no solo una estructura internacional del PS CNR, sino quizás también, y presa mucho mayor, desarticular, deslegitimar, y hacer desaparecer al propio Comité Pro Paz.

El Comité Pro Paz había sido creado en octubre de 1973, a un mes del golpe de estado, y su objeto, ante la indignación de Pinochet, era el de proteger la vida y la integridad física de los perseguidos políticos. Lo conformaron la Iglesia Católica, la Bautista, la Metodista, la Ortodoxa, y la Comunidad Judía. Su dirección recaía en el Obispo Católico Fernando Ariztia y en el Obispo Luterano Helmuth Frenz.

Las torturas a Zamora se intensificaron porque no bastaba solo mencionar la existencia de la monja, era indispensable identificarla…. Cuál era su nombre ? Su descripción física ? Su edad ? Gorda ? Flaca ? Usaba hábito o vestía de civil ? Color del pelo ? etc.

Zamora, semi inconsciente, dijo que no le sabía el nombre, que solo la identificaba físicamente porque se había reunido en un par de ocasiones con ella.

Hubo una discusión entre los agentes sobre que hacer, y concluyeron que no tenían datos suficientes para poder identificar a la monja, por lo tanto se hacía necesario llevar a Zamora a las proximidades del Comité Pro Paz, en calle Santa Monica y a la hora de salida de los funcionarios, para que Zamora, y bajo custodia de la DINA, pudiera identificar desde la distancia a la monja en cuestión, la que sería de inmediato detenida y traída a Villa Grimaldi.

Como las camionetas Chevrolet C-10 eran conocidas como vehículos de la DINA, se decidió usar otros vehículos distintos para no ser detectados. A Zamora lo colocaron en el asiento trasero de un automóvil, con un agente sentado a su lado, con otro vigilándolo en el asiento de adelante, más el conductor, todos ellos portando armas cortas. El estado físico deplorable de Zamora, tras las torturas recibidas en Villa Grimaldi, no hacia esperable ninguna sorpresa.

Se estacionaron a cierta distancia del Comité Pro Paz y se dispusieron a esperar.

Los otros agentes de la DINA, llegados en distintos vehículos, se dispersaron por el vecindario para prever cualquier intento de escape de la monja.

A partir de las 17:00 hrs algunos funcionarios del Comité Pro Paz comenzaron a abandonar las dependencias. Uno de los agentes que custodiaba a Zamora se alejó del auto, al parecer en busca de instrucciones más precisas de parte de oficiales de la DINA en las cercanías.

Como el tiempo avanzaba, y desde su lugar en el asiento de atrás Zamora no tenía la visión necesaria para poder identificar a la monja, sumado a la miopía que lo afectaba, pidió que le permitieran colocarse en un lugar desde donde efectivamente pudiera cumplir con su tarea: identificar a la monja cuando esta saliera.

Tras alguna vacilación, y después de considerar que Zamora no estaba en condiciones siquiera de caminar, los dos agentes decidieron salir del auto, sacar a Zamora desde el asiento de atrás, y colocarlo parado al lado de ellos y apoyado en el vehículo, con vista plena hacia la escala de salida del Comité Pro Paz. No debería tener problemas para identificar a la monja cuando esta apareciera.

Uno de los agentes sacó una cajetilla de cigarrillos, ofreció uno de ellos a su colega, y ambos se dispusieron a disfrutar de sus cigarrillos mientras vigilaban a Zamora y esperaban a la monja.

Zamora preguntó si le convidarían a él un cigarrillo…. Los agentes se miraron, el de la cajetilla llevó una mano en busca de ellos distrayéndose momentáneamente de Zamora…

Y Zamora emprendió la carrera de su vida, literalmente, hacia la entrada del Comité Pro Paz, distante unos cuarenta metros, mientras gritaba pidiendo ayuda y diciendo que era un detenido de la DINA. Cual no sería su desesperación que, aunque había sido brutalmente torturado, y los músculos de sus piernas casi no le obedecían, los dos agentes que lo custodiaban no pudieron alcanzarlo y detenerlo.

Zamora subió corriendo las escaleras del Comité Pro Paz, llegando al vestíbulo, y gritando por protección de la DINA. Los agentes que lo seguían llegaron pocos momentos después y se encontraron que varios funcionarios rodeaban a Zamora protegiéndolo e impidiendo, físicamente, que lo sacaran del Comité.

Desde una oficina interior salió el Obispo Helmuth Frez (algún tiempo después expulsado por la dictadura) quien, al ver lo que sucedía y enterarse de la situación, indicó que Zamora estaba bajo la protección del Comité Pro Paz desde ese mismo momento. Pidió a los agentes de la DINA, que ya no eran sólo los dos de la custodia de Zamora, sino que varios más que se habían sumado e ingresado al vestíbulo, que abandonaran el lugar.

El Cardenal Raul Silva Henriquez fue informado telefónicamente por el Obispo Helmuth Frenz. Paralelamente Pinochet fue informado del “impasse” a través de otra llamada hecha por Manuel Contreras, el Director de la DINA.

Pinochet llamó al Cardenal exigiendo la entrega del detenido. El Cardenal vacilaba, considerando las ya pésimas relaciones entre la Iglesia y la dictadura. En un momento llegó incluso a considerar entregar a Zamora bajo el compromiso de que este no desaparecería ni tampoco seguiría siendo torturado.

El Cardenal optó por enviar al Obispo Ariztia a que se hiciera presente en el Comité, conversara con Zamora, viera el estado en que se encontraba, y después lo aconsejara para tomar una decisión.

Esto fue providencial. El Obispo Ariztia pudo constatar parte de los efectos de la tortura en el cuerpo de Zamora, difícilmente se pudo comunicar con él por estar Zamora en un estado mental y emocional de shock, y de casi incoherencia provocada por el terror. Se comunicó telefónicamente con el Cardenal y lo informó de las condiciones físicas y mentales en que se encontraba Zamora. Cuando el Cardenal le compartió que había recibido ya tres llamadas de Pinochet, y que estaba considerando la entrega de Zamora a la DINA previas garantías de que no sería muerto ni tampoco seguiría siendo torturado, como una forma de no agravar las relaciones Iglesia-Dictadura, el Obispo Ariztia le manifestó su completo desacuerdo. Le sugirió que enviara a su propio médico, el médico personal del Cardenal, el Dr Alberto Lucchini, para que examinara a Zamora y elaborara un informe médico.

El Dr Lucchini no sólo examinó a Zamora sino que, en una hoja de papel, hizo un dibujo del cuerpo humano donde señaló las decenas de lesiones de Sergio Zamora: quemaduras por electricidad, múltiples quemaduras por cigarrillos encendidos, un dedo fracturado, hematomas por golpes en distintas partes del cuerpo, etc, informe que fue entregado al Cardenal.

Tras revisar el informe y enterarse del estado de Sergio Zamora, el Cardenal envió a Pinochet el reporte médico para su conocimiento, a través de los Obispos Ariztia y Frenz.

Al recibirlo y examinarlo, Pinochet les manifestó a los Obispos Ariztia y Frenz, estupefactos al escucharlo, de que se trataba de “un evidente caso de autotortura”, y procedió a devolvérselos.

Sergio Zamora salió pocos días después en dirección a Europa bajo la protección de la Iglesia Católica y del Consejo Mundial de Iglesias. Había pasado siete horas en manos de la DINA.

Los otros militantes del PS CNR mencionados pasaron por la Villa Grimaldi y por distintos recintos de detención, saliendo algunos de ellos después al exilio tras meses o años de prision política.

Por Pedro Alejandro Matta

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  1. Felipe Portales says:

    Un artículo necesario para conmemorar realmente lo que comenzó a suceder hace 50 años; y que generalidad de la prensa y la educación nos ha ocultado sistemáticamente.

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