Tiempo de lectura aprox: 5 minutos, 34 segundos

Un pariente que oficiaba de Juez en un pueblo de la costa de Curicó, en las tertulias familiares acostumbraba destacar que el 80% de las causas que debía estudiar en su juzgado eran de tipo “corrida de cercos” y “la invasión de animales ajenos”. Es decir que estos hombres, pequeños propietarios agrícolas de la costa central, tenían por manía el quitarle “metritos más, metritos menos” a sus vecinos –como dijo el ex presidente Aylwin con respecto a nuestras discusiones limítrofes con Argentina-. Lo que terminaba a trancazos o en borrascosos juicios, raramente a balazos o algún animal desaparecido. Pero esta situación costumbrista, generaba odiosidades que se podrían haber evitado si se apelaba a un arbitraje formal e independiente, cosa que mi pariente  lo manejaba mediante  encuentros conciliatorios, antes de llegar al más aparatoso y costoso juicio.

 

Esta misma técnica conciliatoria es la que se proponía en la iniciativa de justicia alternativa para los pueblos originarios (cosa que está en su tradición), en la propuesta constitucional rechazada el 4 de septiembre. Esta modalidad también se emplea en los juicios de familia y otros, pero en la propuesta constitucional desechada la vilipendiaron como si fuese una transgresión a la cátedra y  al código de justicia natural.

 

Pero lo que trato de señalar es que  los poderes agremiados en el Estado y la sociedad civil más recalcitrante, han venido “corriendo el cerco” de los límites de la soberanía, respecto a lo que el pueblo les ha mandado a ejecutar en la crisis constitucional desatada a partir del 18 de octubre del 2019.

 

Las oligarquías siempre han limitado los poderes soberanos (permanentemente ponen los conocidos “BORDES”, esos que estuvieron también presentes en  la propuesta en curso), pero no sólo eso, se los han apropiado para su propia manipulación del poder, obviamente en beneficio de sus propios intereses,  que es lo mismo que decir que lo hacen en perjuicio del resto de los ciudadanos, aunque eso lo niegan tajantemente, pues piensan que lo que es bueno para la General Motors, es bueno para el país.




 

Pero la verdad cruda se aproxima más a lo que decía el Duque de Rohan :“ Los príncipes mangonean a su pueblo y los intereses mangonean a sus príncipes”. Los intereses son una pasión para el mundo del capital, como también para los príncipes; “las razones esgrimidas en el relato de unos y otros son siempre esclavas de esa pasión”, como decía certeramente el filósofo Hume.

 

La “pasión” por el interés material es lo que traduce Keynes como el “espíritu animal”, las partes irracionales del alma, según Platón, esa que siempre nos acompaña y sobre la cual debemos tratar de imponer el espíritu civilizado, el de la “razón”, el del ideal humano.

 

Este desenfreno, esta naturaleza desnuda es la que nos advierte la filósofa Martha Nussbaum cuando señala: “Las partes irracionales del alma[….] sirven como poderosos vínculos con el mundo del riesgo y de la inestabilidad mutable, por tanto alimentarlos derechamente y extremarlos, es exponerse al riesgo del desorden o la locura” (The fragility of Goodness).

 

Pero la pasión (por el poder y el tener) es una tensión difícil de ignorar, más cuando se está en condiciones de sentirla sin resistencias (internas y externas), es decir cuando se tiene y maneja el poder. Como reza la vieja sentencia hebrea: “Entre más grande es el espíritu (de dominación), mayor es la bestia”.

 

Y como en este juego del poder apasionado es en el que nos desenvolvemos en estos tiempos de juegos de mercados, de hedonismo cultural e individualismo pragmático, viene a tono de sabios la advertencia de Helvetius: “Uno se vuelve estúpido tan pronto como deja de ser apasionado”.

 

Entonces en esta competencia de “pasiones” derivamos hacia el desorden o la locura. El desorden (que se presenta como ORDEN) de generar una “corrida de cerco” tan invasiva que prácticamente se deja fuera del derecho soberano a gruesa parte de la humanidad (autoritarismos discriminatorios; dominaciones culturales; expulsiones y conquistas territoriales; expoliaciones económicas semi-esclavistas y neocoloniales), y la locura de pensar que ese estado de DESORDEN se pueda perpetuar en el tiempo.

 

En el caso de nuestro Chile, la derecha expulsó de sus derechos humanos y soberanos a todos los chilenos (excepto al alto mando cívico militar) durante  sus 17 años de dictadura; luego, al retornar ese modelo de “democracia tutelada” o “protegida”, se devuelven algunos de los derechos secuestrados a los ciudadanos. Pero se instalan tantos “bordes”, que la tierra disponible para el ejercicio democrático se estrecha enormemente y por un buen tiempo, hasta que la presión de los países europeos exigió moderar tales cercos, a fin de permitir ciertos derechos soberanos mínimos, como para hacerse aceptable en la comunidad democrática occidental.(reformas de Lagos y Bachelet).

 

Entre los “bordes” o “cercos” estaban: el Cosena, el cargo de senador vitalicio, de senadores designados, del sistema electoral binominal, el Tribunal Constitucional, la legislación laboral, los quórums de reformas, las leyes secretas y toda la institucionalidad que privatiza los servicios sociales más sensibles a la demanda social.

 

Este sistema protegido, que alienta el ejercicio sin contraparte de las “pasiones apropiativas” y expropiativas  de los poderes instalados (fácticos) es la que revienta el 19 de octubre,  como producto de una demencial escalada de inequidad acumulada, que se conoció como de los “treinta años”, pero que en realidad suman 50 años.

 

Con la rebelión social de Octubre, se intentó echar abajo el cerco estrecho de los 50 años, pero los poderes políticos se las arreglaron para ordenar un nuevo cerco, prometedoramente más amplio, pero que llevaba implícito unos bordes bastante exigentes, el de la aprobación por 2/3 de toda normativa que se aprobara en el proceso constituyente.

 

Estos bordes de quórums fueron superados, pero nunca se superaron los cercos institucionales que ya estaban maduros para hacer frente a las amenazas: un ejecutivo  y legislativo adverso a los cambios, un sistema de comunicaciones dominada por los poderes fácticos, enemigos de los cambios; un poder económico que financiaría generosamente la postura contraria al proceso, y una sociedad carenciada y vulnerable producto de la pandemia y la pobreza generada por un modelo que abandona a los más desvalidos en tiempos de mayor necesidad (disciplinamiento por el miedo y la miseria).

 

El resultado plebiscitario del 4 de septiembre, permitió a la derecha y los poderes fácticos, correr el cerco soberano respecto al proceso constituyente, expropiando del mandato popular su esencia y adjudicándose los derechos que el pueblo nunca  autorizó, tal es el de elaborar una propuesta constitucional desde el Parlamento y los partidos tradicionales, dejando afuera a los independientes, imponiendo una fórmula electoral sesgada y sin plebiscito de entrada, que diera el visto bueno a esa propuesta y sus mecanismos.

 

Esta primera “corrida de cerco”, se complementa con lo que ha sucedido en el actual proceso, donde la derecha más extrema ha salido circunstancialmente gananciosa, decimos circunstancialmente porque en la elección de los consejeros se dio un doble fenómeno: que la derecha se vació hacia los candidatos de la derecha más extrema (republicanos) y que los que no deseaban legitimar este atropello, de parte de la clase política, votaron en enorme proporción anulando el voto o votando en blanco, y otra buena cantidad de personas ni siquiera se dieron la molestia de concurrir a votar, a pesar del voto obligatorio. Esta sumatoria de voto “no derechista” es mayoría absoluta, lo que genera grandes incógnitas acerca del nuevo plebiscito de salida para el proyecto actual.

 

La actual propuesta constitucional es una “corrida de cerco” fundamental y rotunda respecto incluso a la Constitución del 80, que nos rige. Los enunciados iniciales sobre inclusión de derechos, es puramente nominal y contradictorio con el resto del articulado, que les da carne y estructura de discriminación y segmentación social sobreabundante. Los derechos de “libre elección” no son más que la máscara que oculta el verdadero rostro de la discriminación por capacidad económica: en educación, salud y justicia.

La “corrida de cerco”  mayor respecto a la soberanía, se da en la impotencia en que deja a la sociedad del futuro de modificar los enclaves indeseables y problemáticos del orden impuesto. Esto la hace más férreamente antidemocrática que la ya malhadada constitución de Pinochet.

 

En el intertanto se ha ido generando un ambiente, debido a la nueva cara de la delincuencia y al enfoque puramente represivo en el tratamiento del problema de la Araucanía y de las migraciones, que se infiltra, como ideología de Estado: la militarización creciente y la ejecutoria progresiva de un Estado policial. Esta viene siendo una “corrida de cerco” fáctica que corre el riesgo de terminar imponiendo una “bukelización” ordinaria de la más elemental práctica opresiva, generada por el amedrentamiento “apasionado”, es decir desde esa visión que deja de lado la lógica y “racionalidad” de las tareas que se ponderan en el ejercicio del poder y se da rienda suelta a la pulsión animal (Keynes), a la parte animal del alma (Platón y Aristóteles) y a ese “ Interés propio que mangonea a los príncipes” (Duque de Rohan), propio interés que hace a los príncipes “mangonear a los pueblos”, manipular a los pueblos y abusar a los pueblos.

 

Hugo Latorre Fuenzalida.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Las opiniones vertidas en esta sección son responsabilidad del autor y no representan necesariamente el pensamiento del diario El Clarín

 



Related Posts

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *