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Sanguijuelas asociadas (Fundada en 1973)  

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Día a día vivimos un carnaval de marrullerías. A ciertos intocables se le desataron las trenzas y quedaron en cueros. Expuestos en pelotas, al juicio ciudadano. En buen chileno se destapó la olla y se pudrió el guiso de patitas de chancho. De súbito, despertó la apatía provincia que nos caracteriza. ¿Qué aconteció en nuestra larga y angosta faja de tierra? Vamos paso a paso en esta historia delirante, plagada de chanchullos. O intrigas, si usted prefiere. Ni las mejores novelas de conspiración, superan nuestra actual realidad.

Abramos la caja de Pandora. Sus protagonistas, sumergidos en el anonimato, se mueven dentro de todas las instituciones. Ninguna de ellas ha quedado al margen, porque empieza a ser un desprestigio permanecer ausente. Hay que mamar juntos en las ubres del Estado, y así nadie protesta. Quienes integran esta cofradía secreta se disfrazan de honestos ciudadanos. Pulcros individuos de una sociedad pacata, anclada en el siglo XVIII. Al momento de la investigación que se empieza a realizar en estos días, ante el clamor de la ciudadanía, los acusados desempolvan certificados de buena conducta, donde incluyen cursos de ética y estética si quieren mejorar su currículo. Estudios y post grados en universidades de Europa y en otras, cuyo domicilio es desconocido. Por algo son espías.

A nuestro país han arribado espías del mundo entero, a hacer de las guirigay; nadie sabe contratados por quién. A situarnos en un lugar de privilegio en el concierto internacional. Ahora, dueños del litio, aunque se desconoce a sus verdaderos propietarios, nos cambió el pelaje. De patipelados a caballeros. Así, empezamos a ser la niña bonita del barrio. No solo espías, cuya experiencia se desconoce. Se habla de una organización universal secreta, empeñada en desacreditarlo todo y robarnos hasta el modo de andar. A convertir a Chile en el centro de operaciones del espionaje internacional, bajo la premisa de robarse sus riquezas.  Semejante a la Europa de hoy, donde nadie sabe, quiénes son los amigos o los enemigos, ahí las intrigas abundan. No olvidemos que ese continente es la cuna del espionaje. A modo de emular el ejemplo, en Chile empieza a suceder lo mismo. Cuanto parecía ficción, el argumento de una novela negra y de espionaje, se hizo realidad.

Nuestra quietud provinciana, a veces ingenua, resultó alterada por una organización ultra secreta, cuyo nombre tentativo podría ser: “Hoy por mí mañana por ti”. Así, quienes parecían beatos, niñitos vestidos rumbo al colegio de monjas, pertenecen a una cofradía secreta. Se acabó la elegancia para robar. Esa manera de hacerlo en las especulaciones bursátiles, donde la oligarquía se jactaba de robar a poruñazos, a través de préstamos usureros en la banca. O entregando el salitre y después el cobre al imperialismo inglés, a no dudarlo, el más corrupto y ladrón que se tenga memoria. Sus corsarios robaban a los barcos mercantes y después, la reina de Inglaterra recibía su tajada.




Algo huele a podrido en Chile. Muchos sentían el hedor a albañal y por temor, no lo decían. Las castas involucradas han sido sorprendidas en su labor de zapa y el país, exige que se investigue a fondo. Si son declarados inocentes, quedará un sabor amargo y rabia por este nuevo perdón. Ahora, si son culpables, concurrirán a cierta universidad situada en los faldeos de la cordillera de Los Andes, a estudiar “Buenas costumbres”. Después, el único consuelo que nos queda, es conocer sus nombres.

 

Walter Garib

 

 

 

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Walter Garib

Escritor

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