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Oleada de bombardeos rusos en Ucrania deja 40 muertos

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El ejército ruso lanzó este lunes 38 misiles de diferente tipo sobre la capital de Ucrania, Kiev, así como Dnipro, Kryvyï Rig, Sloviansk, Pokrovsk y Kramatorsk, entre otras ciudades del vecino país eslavo, dejando –de acuerdo con un balance aún preliminar– un saldo de 40 civiles muertos y 112 heridos, a consecuencia de los impactos directos y de los fragmentos que cayeron de los proyectiles derribados.

Al confirmar el ataque, el ministerio de Defensa ruso emitió un comunicado que señala: “En respuesta a los intentos de Kiev de dañar objetivos energéticos y económicos rusos, las fuerzas armadas de Rusia lanzaron un ataque masivo con armas de alta precisión y largo alcance contra objetivos de la industria militar de Ucrania y las bases aéreas del ejército ucranio”.

Según la defensa antiaérea ucrania, Rusia utilizó en esta ocasión un misil hipersónico Kinzhal, cuatro misiles balísticos Iskander-M, un misil de crucero Tsirkón, 27 misiles de crucero X-101 y Kalibr, dos misiles de crucero X-22 y tres misiles aéreos X-59 y X-69.

El jefe de la fuerza aérea ucrania, Oleksanr Oleshchuk, asegura que interceptaron 30 de los 38 misiles, pero no es claro si uno de esos ocho misiles destruyó una parte del edificio de la principal clínica pediátrica de Kiev, impacto que mató al menos a dos adultos y dejó 18 heridos (7 de ellos, menores) que, minutos antes del ataque, recibían tratamiento de diálisis y tuvieron que ser evacuados, junto con el resto de ingresados.




Ambas partes se inculpan del ataque a la clínica pediátrica, que ocurrió la víspera de que comience en Washington la cumbre anual de la Organización del Atlántico Norte (OTAN), que debe decidir la forma, volumen y alcance del respaldo en armamento que presta a Ucrania.

El mando militar ucranio dice que Rusia cometió el enésimo “crimen de guerra” y que “el mundo debe condenar de manera decisiva” estos ataques contra “la población civil”, al tiempo que acusa al Kremlin de sembrar más dudas a los países como Hungría –cuyo primer ministro Viktor Orbán, dicho sea de paso, camino a la cumbre de la OTAN, hizo este lunes una tercera parada en su “misión de paz” para entrevistarse con el líder chino, Xi Jinping, en Pekín– que piden cesar las hostilidades de inmediato e iniciar negociaciones entre Rusia y Ucrania.

El ministerio de Defensa ruso –al tiempo que el presidente Vladimir Putin y el primer ministro de India, Narendra Modi, cenan de manera informal en la residencia de Novo-Ogoriovo, en las afueras de Moscú, un día antes de sus conversaciones oficiales en el Kremlin– habla de “provocación” y revira que “este tipo de histerias del régimen de Kiev suceden siempre la víspera de cada cumbre de sus patrocinadores de la OTAN”, sugiriendo que el propio ejército de Ucrania lanzó un misil contra la clínica pediátrica.

Sin embargo, a juicio de expertos que analizaron las imágenes disponibles, por los videos grabados que circulan en las redes sociales y que los militares rusos y ucranios usan como supuesta prueba de la culpabilidad del enemigo, resulta imposible determinar qué tipo de misil está cayendo intacto, en trayectoria de 60 grados, hacia la zona donde se encuentra la clínica infantil y, muy cerca, la fábrica Artem de la industria militar ucrania.

Para Kiev se trata claramente de un misil X-101 de emplazamiento aéreo y, entre los escombros, el alcalde Vitali Klitschko mostró fragmentos de un artefacto que por sus características los especialistas consideran que “podría ser tal, con mucha probabilidad”, sin tener la certeza.

Para Moscú no hay duda de que cayó un misil y no fragmentos, pero aseguran que se trata de uno antiaéreo ucranio; para unos es un cohete lanzado desde un avión ruso, para los otros, desde una batería ucrania dentro de la capital.

Hospital «destrozado»

En los vestíbulos y en los alrededores del hospital, donde los rescatistas fueron desplegados en busca de supervivientes, había charcos de sangre y cristales rotos.

«Las instalaciones están destrozadas. En esta situación, probablemente sea imposible trabajar», dijo Oleksander, un médico del hospital.

Un socorrista lanzó una pequeña mochila rosa por una ventana, y otros apartaban ladrillos del suelo para despejarle el camino a los médicos.

El cuerpo de un adulto yacía, cubierto por una sábana blanca, en una parcela de césped cerca del hospital.

Más tarde resonó otra explosión en la capital, obligando a los trabajadores de emergencias y a los voluntarios a ponerse a cubierto.

Según las autoridades locales, otro establecimiento médico de Kiev fue alcanzado por otro ataque, que dejó al menos cuatro muertos.

Una cadena humana para buscar supervivientes en un hospital

Poco después de que los supervivientes del bombardeo salieran del búnker subterráneo del hospital infantil de Okhmatdyt de la capital ucrania, una multitud formó una cadena humana para retirar los escombros, pieza por pieza.

Vecinos, rescatistas, personal militar y médicos corrieron al lugar el ataque que destrozó varias partes del nosocomio.

Cuando los misiles empezaron a caer en Kiev, Pavlo Holoviy se precipitó hacia el hospital infantil, en el que su hijo se recuperaba de una operación reciente.

Cuando llegó todavía emanaba humo de entre los escombros.

El hombre, de 37 años, afirmó que le fue “imposible contener” la emoción tras encontrar a su esposa y su hijo sanos y salvos.

«Honestamente, lo principal era ver a mi mujer y mi hijo, no me fijé en el resto», dijo Holoviy.

Pacientes, personal y familiares corrieron hacia el refugio subterráneo en cuanto sonaron las alarmas este lunes temprano, según Natalia Svidler, de 40 años.

«Escuchamos un estruendo y entonces el techo del sótano se hundió un poco», contó Svidler, cuyo hijo, Illia, debía ser operado esta semana.

«Todo el mundo se asustó mucho, por supuesto. Todos empezaron a gritar y a correr», relató.

A primera hora de la mañana, la alerta por bombardeos sonó y los médicos decidieron trasladar a los pacientes y al personal al sótano del hospital.

«Por alguna razón, siempre pensamos que Okhmatdyt estaba protegido», dijo Nina, una empleada del establecimiento, de 68 años.

«Estábamos seguros al 100% de que [los rusos] no atacarían aquí», dijo a Afp, contando cómo el personal sanitario se puso a trasladar lo más rápido posible a niños conectados a un gotero intravenoso, al refugio subterráneo.

«¡Que me mataran a mí! ¡Yo ya he vivido! Pero porqué estos niños», se preguntó.

 

«Sin piedad»

Rusia «ataca sin piedad a los civiles ucranios», denunció el jefe de la diplomacia de la Unión Europea tras los bombardeos diurnos.

La coordinadora humanitaria de la ONU para Ucrania, Denise Brown, condenó «firmemente» los bombardeos y dijo que la muerte de niños era «inconcebible».

Zelensky, a su vez, exigió desde Polonia una «respuesta más fuerte» de las potencias occidentales aliadas hacia Moscú. «Es muy importante que el mundo no se calle y que cada uno vea lo que hace Rusia», añadió.

Junto al primer ministro polaco, Donald Tusk, guardó un minuto de silencio por las víctimas.

El mandatario ucranio se desplazó hasta Polonia antes de viajar a la cumbre de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Washington.

Durante el encuentro, ambos dirigentes firmaron un acuerdo de cooperación mutua en materia de seguridad.

Cientos de personas, entre rescatistas, familiares y policías, se precipitaron a ayudar a las víctimas y a retirar los escombros para encontrar a supervivientes en Kiev.

El ejército ruso ataca regularmente el interior del territorio ucranio, apuntando sobre todo contra instalaciones energéticas y fábricas.

Los bombardeos «destruyeron o dañaron» tres subestaciones eléctricas en la ciudad y alcanzaron varios sitios industriales, informó el operador energético DTEK.

Ucrania sólo dispone de un número limitado de sistemas de defensa antiaérea y municiones, y exige más a sus aliados occidentales.

Cumbre de la OTAN

Los bombardeos de este lunes se producen en un momento en que, en la línea del frente, el ejército ruso lleva meses ganando terreno e intenta aprovechar las dificultades del ejército ucranio para reponer sus filas y obtener más armas y municiones de Occidente.

La cumbre de la OTAN que tendrá lugar el martes en Washington abordará el apoyo que se brinda a Kiev, así como las incertidumbres que podrán acarrear una eventual victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales estadunidenses de noviembre.

El expresidente republicano ha dicho en varias ocasiones que pondría fin a la guerra muy rápidamente, lo que afectaría directamente a los ucranios que resisten a la invasión rusa desde hace casi dos años y medio.

 

Juan Pablo Duch

La Jornada

 

 



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