Columnistas Corrientes Culturales

Denominación de origen: la aldea que cuenta el funcionamiento general del mundo

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La longaniza sirve de pretexto para contar la historia de una aldea y desde ahí, extrapolar lo que pasa en el mundo que se quedó, de pronto y sin aviso, sin causas en la que dejar de lado las diferencias y, a propósito de éstas, aferrarse a un ideal por la que hacer el esfuerzo.

Sobre todo, el de vivir.

El humor natural que hay en la gente llana sirve de vehículo para aceitar una historia cuya simpleza nace de lo trivial, pero que desbroza cosas profundas: la necesidad de identificarnos, edificarnos, en aquello que nos moviliza, nos reúne, nos moviliza y nos hace andar más juntitos en un mundo, una cultura, que insiste, que tiende a separarnos con la componente centrifuga de todos los egoísmos.

San Carlos, un pequeño pueblo apabullado por Chillán, su vecina mayor y capital de ese reino, nos muestra el funcionamiento general del mundo.




El modo de hablar sancarlino, la gente llana de su plaza, sus actores, esos vecinos que le dan vida al pueblo, y sus maneras de vincularse, va alimentando aquello que forma parte del continuo de la vida que transcurre sin sobresaltos en una comunidad que se aferra a lo que tiene de inmediato: su exquisita longaniza.

La solidaridad, el saberse hermanados por algo tan elemental como un embutido que se transforma en causa y motor, genera la movilización de las cosas trascendentes, la alegría y sobresalto.

Hay un trasfondo amoroso que se eleva limpio y sin el escollo de la mentira que mucho se usa para justificar las limitaciones y la falta de honestidad que surca una sociedad y que se hace carne en las vidas desprovista de ilusiones y causas trascendentes.

No es el caso de la revolución sancarlina y su translúcida honestidad mostrada por sus habitantes ilustres en su anonimato.

El formato de falso documental hace bien por la ausencia de lo impostado de los guiones que intentan suplir el transcurrir de las vidas cotidianas. Que sean actores representando sus propias vidas, límites, contradicciones y defectos, agrega un toque de una frescura que se vuelve risueña, pero con un fondo lleno de una filosofía que deja de manifiesto la necesidad de expresarse, así sea de un modo natural y silvestre.

Ser uno mismo se vuelve un trabajo que parece sacado de los moldes de la actuación profesional, pero que nace de la vida normal de la personas anónimas y sin pretensiones. Las locaciones de la película en donde transcurre el día a día de esos vecinos encaramados en una causa que le genera vitalidad a la bonhomía de un pueblo honesto, se vuelve el escenario de todo el mundo.

La película enseña, y he ahí su fondo pedagógico y altamente humano, a que no hay causa perdida si hay quienes no se han perdido en el desaliento.

Que siempre se puede un metro más.

Que nada, ni el avance apabullador de la tecnología, ha podido suplir aquel músculo misterioso que late entre esternón y espalda.

Que nadie está tan solo como para no enfrentar el desafío.

Que uno más uno siempre sumará más que dos.

 

Ricardo Candia Cares

 

Ficha Técnica

Dirigida por Tomás Alzamora Muñoz

Guion: Javier Salinas, Tomás Alzamora Muñoz

Elenco: Luisa Marabolí, Exequías Inostroza, Roberto Betancourt, Alexis Marín

Casa productora: Equeco

Producción: Pablo Calisto

Dirección de fotografía: Sergio Armstrong

Montaje: Nicolás Venegas Tomás Alzamora Muñoz Valeria Hernández

Dirección de arte: Nicolás Oyarce

Sonido: Peter Rosenthal

Música: Martín Schlotfeldt

2025

 



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Ricardo Candia

Escritor y periodista

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