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Primarias del oficialismo: se juega el liderazgo de la izquierda de cara a las presidenciales

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Este domingo 29 de junio, el pacto oficialista Unidad por Chile enfrenta una primaria crucial que no solo definirá al candidato presidencial del sector, sino también la hegemonía política al interior de la izquierda chilena. La contienda entre Jeannette Jara (Partido Comunista), Carolina Tohá (PPD), Gonzalo Winter (Frente Amplio) y Jaime Mulet (Federación Regionalista Verde Social) es mucho más que una competencia electoral: representa una disputa por el relato, el liderazgo y el futuro del proyecto progresista chileno.

La elección llega en un momento de fragilidad del gobierno de Gabriel Boric, cuya coalición ha enfrentado múltiples tensiones internas, una creciente impopularidad y la necesidad de pactar con la derecha para avanzar en su agenda. En este contexto, la primaria se presenta como una oportunidad —pero también un riesgo— para reordenar fuerzas y definir una candidatura capaz de disputar con la derecha y la ultraderecha en las elecciones presidenciales del 16 de noviembre.

Una campaña marcada por la tensión y las diferencias estratégicas

Durante las últimas semanas, la campaña estuvo dominada por la confrontación entre Carolina Tohá y Jeannette Jara, quienes encabezan las encuestas. Tohá, ministra del Interior y militante histórica del PPD, se posiciona como la heredera de la Concertación. Si bien durante esos años se logró estabilidad macroeconómica y crecimiento, también se consolidó un modelo de desarrollo profundamente desigual, con una política de reformas graduales que dejó insatisfechos a muchos sectores sociales.

Tohá representa esa tradición concertacionista que busca renovarse. En sus propias palabras: “Creo que esta izquierda tiene una capacidad de evolución y de autocrítica muy superior. Con los mismos valores, pero con mucha más flexibilidad en las recetas”. Su discurso, según ella misma dice, apunta a una izquierda modernizada, adaptativa, capaz de convivir con el mercado y pactar con otras fuerzas, en un tono que ha sido interpretado por algunos como una crítica velada —o no tanto— al Partido Comunista.




Jeannette Jara, por el contrario, ha emergido como la gran sorpresa de esta campaña. Ministra de Trabajo hasta hace pocas semanas, Jara no solo ha crecido en las encuestas, sino que ha logrado posicionarse como una figura confiable, con experiencia y con capacidad de diálogo. “Ni siquiera me esperaba ser candidata a las primarias”, confesó en una entrevista reciente. Su candidatura representa una izquierda más anclada en la tradición popular, pero que busca ampliar sus márgenes: “El desafío es convocar a toda la centroizquierda, incluso a quienes no están en estas primarias”, afirmó, mencionando nombres como el gobernador Rodrigo Mundaca, Marco Enríquez-Ominami o incluso Eduardo Artés.

De ganar, Jara se convertiría en la primera abanderada presidencial comunista con reales opciones de disputar La Moneda. Su triunfo podría representar un vuelco histórico en la correlación de fuerzas del progresismo chileno, con el PC pasando de aliado subordinado a fuerza hegemónica dentro del bloque oficialista.

El Frente Amplio frente al espejo

Más atrás en las encuestas aparece Gonzalo Winter, diputado joven del Frente Amplio y figura emergente del sector que llevó a Boric al poder. Aunque parte con el respaldo de un sector significativo, Winter ha tenido dificultades para imponer su mensaje. “Mi candidatura representa un partido que ha sido parte del gobierno. Algunos actores han intentado adjudicarse lo positivo del gobierno, pero no lo negativo. Eso no es liderazgo”, ha dicho, en clara alusión a sus contrincantes.

Winter ha debido cargar con los costos de una administración que ha visto erosionada su promesa de transformación. En más de una ocasión se le ha cuestionado por los errores y retrocesos del gobierno, algo que él mismo reconoce: “Por alguna razón, a mí me cuestionan los resultados del gobierno mucho más que a mis contrincantes”. Sin embargo, rechaza que un tercer lugar en la primaria implique una derrota generacional: “Decir que es una derrota de una generación me parece desproporcionado”.

La candidatura de Winter no solo busca mantener viva la llama del Frente Amplio, sino también reivindicar los logros del gobierno frente a una izquierda tradicional que, a su juicio, ha sido ambigua respecto de su apoyo a Boric.

Un sistema fragmentado, una oportunidad de unidad

El cuarto candidato, Jaime Mulet, no tiene opciones reales de competir. Su postulación, más bien simbólica, representa a un sector regionalista y ecologista que ha tenido escasa presencia en la agenda de la campaña.

En las encuestas previas a la veda electoral, Jara lideraba con un 40% de intención de voto, seguida de cerca por Tohá con 34%. Winter marcaba un 30% y Mulet quedaba muy rezagado con apenas un 5%. Sin embargo, el desenlace sigue abierto, y será la participación ciudadana la que termine definiendo el rumbo.

Más allá de quién gane, lo cierto es que estas primarias tienen un valor estratégico para el futuro del progresismo chileno. El oficialismo ha logrado, con dificultades, llevar a cabo este proceso unitario entre ocho partidos, lo que contrasta con la fragmentación de la derecha, que enfrentará sus propias definiciones en las próximas semanas.

“Lo más relevante es que de ocho partidos vamos a terminar con un candidato o candidata. Eso ya es positivo”, afirmó Winter, en un intento por subrayar el valor del proceso pese a las tensiones.

La jornada del domingo puede marcar un antes y un después. Si gana Jara, se abriría un ciclo nuevo, con un PC empoderado y con vocación mayoritaria. Si gana Tohá, se consolidaría una Concertación remozada, con capacidad de adaptación. Si gana Winter, el Frente Amplio demostraría que aún puede renovar su liderazgo. Y si gana Mulet… sería una sorpresa mayúscula.

Sea cual sea el resultado, lo que está en juego no es solo una candidatura presidencial, sino el relato, el liderazgo y el futuro de la izquierda chilena en una coyuntura crítica.



  1. Lo que viene, si, a distorsionar los resultados es que cualquier persona con derecho a votar, lo haga. Cuantos sectores de derecha lo haran??? Entonces lo que plantea este analisis vendria a»revolver» cualquier analisis correcto, en cuanto a resultados.

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