
El gobierno de Lula solo tiene el sello del personalismo y va camino de una probable derrota
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El presidente Gabriel Boric, visitará Brasil, en el contexto de la cumbre de los BRICS, el próximo 6 de julio oportunidad en que se reunirá, en Río de Janeiro, con homónimo, Luiz Inacio Da Silva, Lula. Ambos presidentes, atraviesan por momentos difíciles y nada asegura la continuidad en el gobierno de las coaliciones que encabezan. He aquí una breve radiografía al Brasil de Lula en boca de dos periodistas y del intelectual gramsciano Alberto Aggio.
Dicen que los taxistas o los conductores de transporte público son los mejores pulsómetros de los gobiernos. Como dialogan a diario con cientos de personas tienen el mejor pulso al estado de la opinión pública sobre determinados temas. Eso parece que volví a ratificarlo en mi breve paso por la megaciudad paulista hace unos días.
Al salir y regresar del aeropuerto de Guarulhos en Sao Paulo es inevitable el diálogo con taxistas quienes de ida y retorno son explícitos en manifestar la mala performance de la actual administración petista cuando se les consulta sobre la gestión del presidente en ejercicio moviendo su cabeza de forma negativa o exhibiendo su pulgar hacia abajo como sinónimo de reprobación.
Algo similar sostienen quienes ejercen la crítica periodística como el columnista de Correio Braziliense Luis Carlos Azedo, quien se ha transformado en un especialista en escribir sobre el mandatario brasileño. Por ejemplo, el pasado 19 de junio trazó una nota titulada “El Congreso hace lo que quiere y trata a Lula como si ya fuese un pato cojo”. En ella entrega las siguientes opiniones y datos: “Para no decir que no hablé de las encuestas que evalúan al gobierno de Lula, aquí va un resumen de la ópera. Datafolha (10-11 de junio): aprobación, 28%; desaprobación, 40%. Ipsos Ipec (junio): malo/pésimo, 43%; excelente/bueno, 25%; regular, 29%; forma de gobernar: aprobación, 39%; desaprobación, 55%; confianza en el presidente: confiable, 37%; no confiable, 58%. CNT/MDA (17 de junio): aprobación, 40,7%; desaprobación, 52,9%.
Cualquiera que sea la encuesta, variando entre 25% y 40%, la aprobación se mantiene en un nivel que pone en riesgo la reelección del presidente Luiz Inácio Lula da Silva. Su rechazo está entre 40% y 53%, lo que dificulta mucho una evaluación generosa del tipo «vaso medio lleno»: nadie puede afirmar que está casi lleno. Según las encuestas, los principales factores que afectan la popularidad del presidente son la crisis del Instituto Nacional de Seguridad Social (31% culpan al gobierno, según Genial/Quaest), el costo de vida (inflación de alimentos, café por ejemplo) y cuestionamientos relacionados con la salud, edad y proyección de liderazgo para el próximo mandato. Es una mezcla difícil de manejar, porque no hay solución a corto plazo para los dos primeros problemas; el tercero es una contingencia personal, ni siquiera el propio Lula puede preverlo.
En la síntesis Azedo, señala que “El gobierno no es una coalición, es un archipiélago partidario, cuyo centro está controlado por el PT, que lo considera «en disputa». Esto no ayuda a estructurar la base parlamentaria y aísla al gobierno”.
José Dirceu, un sobreviviente del PT y quien opina que la base de apoyo de la actual administración es de centro-derecha por lo menos en el plano institucional. Prevé, también que, en un año y medio que le queda al gobierno de Lula la balanza puede darse vuelta.
Claudio Hebdo, en el Folha de Sao Paulo, también del 18 del mes pasado publicó la columna “Sin Frente Amplio y aislamiento político” donde entre otras cosas señaló que “La incapacidad de negociar propuestas dentro de un frente amplio ha aislado al gobierno. En enero, Lula anticipó la carrera presidencial al declarar que «2026 ya empezó».
Alberto Aggio y el duro análisis de los gobiernos de Lula y Boric.
Alberto Aggio, quien acaba de publicar un balance de los cuarenta años de la democracia brasileña (A construcao da democracia no brasil 1985-2025. Mudanças, metamorfoses, transformismos) en conversación con El Regionalista manifestó al ser consultado por el gobierno de Lula que “todas las encuestas que se conocen bordean el apoyo al gobierno entre el 25% y 35%, sin embargo, cuando se sondea a Lula su apoyo es superior. Cuando los sondeos de opinión pública son más racionales y apuntan a la gestión del gobernó bajan, pero cuando son emocionales y tienen que ver con el personaje su aprobación sube. Es un gobierno muy personalizado, no es un gobierno de coalición, es un archipiélago dirigido por el PT. No abre la coalición a sus aliados, el PT solo administra. Mira lo que pasó con Simone Tebet, la tercera mayoría en la primera vuelta quien luego respaldó a Lula y a quien nombró originalmente como ministra de planificación y presupuesto pero que no ha sido considerada en los debates sobre temas económicos ni mucho menos”.
El académico, ya jubilado de la Universidad Estadual Paulista (Unesp) sostiene que “me he formado la convicción que los dirigentes del PT no están pensando en la sociedad y en las transformaciones que ésta requiere sino en su auto reproducción política. Mira la relación que tuvo con el ex gobernador de Bahía Rui Costa, uno de los gobiernos que más asesinó gente y a quine nombró ministro de la casa civil de Brasil. Lula es Lula, mientras se le reconozca y goce de aprecio, no hará nada. Hay partidos políticos de extrema derecha que apoyaron a Bolsonaro y que en el gobierno de Lula tienen tres, cuatro ministerios ¿Qué ha pasado para que llegáramos a esto? Lula se ha convertido en un personaje de estilo personalista a lo Stalin que ha destruido toda la coalición política que lo apoyó. Hoy el partido comunista de Brasil y el partido Verde son apenas un satélite de la política que hace el PT en el gobierno. De allí que su pronóstico para la próxima elección presidencial y la continuidad del gobierno del PT con Lula no sea la mejor.
Boric es una especie de Gorbachov: con una buena imagen internacional, pero con un gobierno en quiebra.
Así es también como Alberto Aggio percibe desde Brasil al gobierno de Gabriel Boric como una administración que genera simpatías en los gobiernos de izquierda del continente por la posición internacional del mandatario chileno contra Maduro por ejemplo o Netanyahu, pero a la vez no se le evalúa bien su rol en el proceso constituyente que se realizó en Chile y que culmino en un fracaso. El no asumió una postura radical en contra de la institucionalidad tradicional y en favor del sentimiento popular. En segundo lugar, ocurre algo similar a lo que sucede con el PT aquí. Al mirar el gobierno de Boric y su distancia con la concertación, lo mismo que ocurre con el PT aquí, en ese sentido son bastante similares, fueron muy críticos, pero se beneficiaron de ese legado y solo se dedicaron a administrarlo. Lula gana el 2022 aquí hablando de un gobierno frentista. Lo mismo le sucede a Boric quien toma distancia de lo obrado por los gobiernos de la concertación. Sin embargo, ha ido de tropiezo en tropiezo al igual que aquí. Par dar gobernabilidad hay que llamar a no sé quién y así se va resquebrajando la coalición que los llevó al poder.
Guardando las proporciones del caso Boric es una especie de Gorbachov que tiene mucho apoyo internacional pero cuyo gobierno está quebrado y que internamente fue derrotado.
Por Edison Ortiz