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La gran mentira del Rechazo para «Reformar»

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Como se recordará todo el mundo, la UDI, RN y Evopoli organizaron el Rechazo cuando hace ya más de un año se votaba para definir si chilenas y chilenos queríamos o no tener una nueva Constitución. Nos dijeron en esa oportunidad que el país no necesitaba una nueva Constitución. Que la que existía – y todavía existe – era suficientemente buena. Ella había permitido el crecimiento (que no el desarrollo) y teníamos paz social.

Según ellos, la constitución Pinochet-Lagos estaba perfectamente bien para el Pueblo de Chile.

Como estaría de bien que un buen día una gran parte del Chile trabajador salió durante días a la calle y murió y quedó mutilado por las fuerzas represivas del gobierno para pedir un cambio total de un sistema que mantenía con hambre a miles de compatriotas, destruía el ambiente, y no paraba sobretodo de seguir dando beneficios a los ricos y permitiendo los escándalos de esto cuando sus empresas cometían todo tipo de ilegalidades que dañaban justamente a los más pobres. En algo más de tres décadas, los dueños de Chile fueron cada vez menos pero cada vez más ricos. Una buena parte de ellos por la venta-regalo de miles de empresas del Estado a los ricachones de siempre y otros nuevos que surgieron. Como el dinero que el conjunto del país produce es uno solo, ellos sacaron y sacan la gran tajada. El resultado es que los otros millones de chilenas y chilenos quedaron con cada vez más poco. Esa es hasta hoy la situación objetiva que caracteriza nuestro país: desigual al extremo. Somos campeones de esa desigualdad. La estructura legal que permite este tipo de sociedad no es otra que la actual Constitución.  La ley fundamental que dice lo que es y como debe funcionar la sociedad.

La opción de Chile Vamos votando para no cambiar la Constitución obtuvo solo el 20% del voto popular como se recordará. Algunos de ellos, queriendo jugar a dos banda votaron también por el Apruebo. Total pensaban, se deja una imagen de progresismo liberal. En el camino ya se arreglaría la carga y podrían como siempre hacer con que el ejercicio de escribir una nueva carta fundamental quedara en nada. Igual resultado tuvieron en la elección de los convencionales. Obtuvieron menos de un tercio de los lugares. No representaban más que el 23% de los votantes.




Derrotada la Derecha severamente en las urnas, vuelve hoy a la carga porque lo que resultó de borrador de nueva Constitución no les gusta en absoluto.  Se le acaban algunos privilegios donde destaca el fundamental derecho que tuvieron todos estos años, de que eran ellos solamente quienes podían emprender negocios inovadores y rentables para sus bolsillos. Ahora el Estado podrá hacerlo pero para servir la gran mayoría de Chile que trabaja para ellos. Es natural por lo tanto que la propuesta resultante vaya más en favor de las grandes mayorías. Es la expresión política e ideológica del tipo de sociedad que imaginan los convencionales electos. Ni más ni menos. Su legitimidad democrática es indiscutible. Por lo que venir a decirnos hoy que están por una nueva Constitución equivale a decir que todo el proceso impecablemente democrático que la gestó no sirve porque a ellos no les gusta para lo cual han desarrollado estos meses un catálogo completo de mentiras e infundios, contra el texto y contra los propios convencionales. . Esto constituye simplemente hacer lo mismo que durante 200 años ha hecho la clase dominante: mentir descaradamente para continuar a dirigir el país a su antojo y favorecer sus intereses materiales.

Para poder justificar tamaño engaño, hoy nos dicen que no quieren rechazar la propuesta de nueva Constitución a secas como lo dijeron hace menos de dos años atrás y como se lo dijeron a Bachelet cuando esta propuso un muy tardío proceso en ese sentido.  Nos dicen que ellos quieren rechazar la nueva Constitución, no para mantener aquella que han defendido hasta hoy con dientes y muelas sino una «buena» como dice con voz muy seria el presidente de la UDI señor Macaya. Y en estos días entregan una lista de los temas que «estarán dispuestos a negociar». A negociar? Si ellos no están en condiciones políticas de negociar nada!. Fueron derrotados varias veces sobre esto. Les corresponde acatar el voto de las mayorías. Claro, si fuesen demócratas lo harían. Pero no lo son como lo demuestran con esta nueva estrategia contra la nueva propuesta. Por lo que si alguien les da tribuna para esto, les estará salvando nuevamente de una gran derrota para convertirlos, de la noche a la mañana, en quienes decidan cual debe ser la Constitución para Chile. Increíble pero así es.

Pero, visto que que han defendido durante treinta años la Constitución actual, porqué ahora estarían dispuestos a cambiarla?.  No!, si gana el Rechazo la Derecha no estará disponible seria y genuinamente para ningún otro proceso constitucional! Tendrían que ser muy tontos si lo hicieran. Ganaron. Se rechazó y cuento acabado. Más todavía, cuando el Partido Republicano (PR) de J. A. Kast se niega a cualquier cambio de la actual Constitución. Y tiene para ello 15 diputados y un senador.  Esto es, la Derecha no está en condiciones, incluso si fuese verdad su propuesta – que no lo es – de asegurar cualquier negociación. La que además sería hecha ya no por electos democráticamente sino por «expertos».  Negociar con los derrotados. Era lo que faltaba!

Pero hagamos el ejercicio por un momento de creer que se prestarían para «reformar» y que conseguirían los votos en la propia Derecha para ello.

Podemos suponer con toda certeza que una «buena» Constitución para ellos sería un texto bastante similar al actual. Una modificación a lo Lagos, dejando intacto lo esencial que mantiene un mismo modelo económico de explotación: el carácter subsidiario del Estado, que es lo que más preocupa hoy por hoy a los grandes ricos de Chile. Para eso, no vale la pena perder tiempo ni dinero.

El señor Macaya y otros personajes y personajillos de la Derecha nos dicen que debemos creerles en su sincero deseo de tener una nueva Constitución. Si tal fuese el caso, porqué no aprobar esta propuesta de borrador considerando que tendrán todas las herramientas legislativas hasta 2026 para modificarla a su gusto? O incluso mejor, porqué no aprobarla y luego simplemente dejarla morir silenciosamente en la maraña legislativa las 76 disposiciones transitorias del borrador? Exceptuando aquella sobre el agua, esas disposiciones dan plazos de 24 12 o 6 meses al Presidente de la República para presentar los proyectos de ley que implementarían muchas materias de la nueva Constitución. Pasados estos plazos, nada dice el borrador lo que se debe hacer. No hay tampoco nada en ninguna ley anterior. Un verdadero vacío jurídico. Por eso, en todos esos casos en que nuestros honorables parlamentarios así lo decidan, les bastará simplemente dejar acabar los plazos indicados en las disposiciones transitorias, para que continúe imperando la constitución Pinochet-Lagos en aquellos temas donde hay plazos de concretización exigidos por las normas transitorias. Para este monumental robo a lo que se ha propuesto, no solo contarían con la fuerza de la mitad del Senado, lo que de por sí ya bastará para parar cualquier implementación constitucional. Además contarán con todos los votos del PR y con muchos otros votos en una Cámara de Diputados que aportará también lo suyo para que todo quede igual – o peor!. Quien diga que cree que ese puede ser un camino seguro para los intereses de los trabajadores miente descaradamente.

Es de tal manera incoherente la argumentación de la Derecha para justificar el Rechazo, que Hernán Matte de Evópoli – «un hombre dialogante» como lo definen algunos – ha dicho que la ventaja del Rechazo sobre el Apruebo es que parten de cero para un nuevo texto pero con muchos elementos del borrador actual que son aprovechables. Y no es mucho más simple y democrático votar Apruebo y cambiar los elementos secundarios que no alterando lo fundamental mejoran el propio texto?

El señor Macaya nos dice que el «siempre hace política de buena fé». Una declaración curiosa por decir lo menos cuando está referida a un mundo caracterizado por intereses creados, egos mayúsculos, mentiras, engaños, corrupciones, zancadillas a correligionarios y volteretas políticas entre otras características donde todavía existen unas pocas personas honradas.  Pues bien, para demostrar esta buena fé de que estarían dispuestos a reformar la Constitución él nos recuerda que ellos como coalición política de Chile Vamos, han contribuído en el Parlamento a a aprobar reformas importantes a la Constitución actual. Y lo repite la señora Matthei por ejemplo, quien dice que deberíamos creerles porque ellos han contribuído a «reformar casi toda la constitución (actual)». Mirando ese «todo» de reformas hechas del que ella habla, tenemos otra información adicional de los cambios profundos a que estaría -hipotéticamente – ahora dispuesta a hacer la Derecha: ninguno.

Adicionalmente, como creer en la promesa de Rechazar para reformar cuando Chile Vamos y sus partidos ya habían decidido rechazar el borrador, ANTES DE ESTAR TERMINADO?.  Como se podía prometer cambiar algo que no se conocía? Esto demuestra claramente que su reformismo iría en otra dirección: eliminar todo aquello que daña los intereses de los ricos. O sea, volver básicamente a la Constitución actual. Y lo repetimos. Si el PR los autorizara para ello.

Como creer en Rechazar para reformar, cuando todos los argumentos del Rechazo son mentiras y tergiversaciones? Cuales serían entonces esas modificaciones si la crítica está basadas en mentiras?

Y por último en este ejercicio,  pero no menos importante, como creerle al señor Macaya de ser ellos participantes de un nuevo proceso constitucional, cuando durante dos períodos presidenciales no les pasó por la cabeza tan peregrina idea y durante el gobierno de Bachelet y más tarde en 2020 votaron contra cualquier nueva Constitución?.

Por esto es que hay que concluir que el señor Macaya NO hace política de buena fé. Más bien es de mala fé. Miente descarada y friamente diciendo que pretenden cambiar algo si gana el Rechazo. Una mentira del tamaño del Aconcagua.

Si gana el Rechazo y para repetirlo, la Derecha no tendría necesidad de hacer ninguna otra «buena» ni mala Constitución. Esto debería ser más que obvio a quien piense sobre esto.  Esta Constitución ya les parece suficientemente buena como ellos mismos lo han demostrado. Es su Constitución, aquella que originalmente fue escrita por el fundador de la UDI. No necesita según ellos reforma alguna. Lo ha reafirmado en múltiples ocasiones nuestro fascita mayor J. A. Kast. De modo que las(os) ingenuas(os) o poco alertas en estas cosas de la política creen en estos cantos de sirena, que se lo piensen dos veces antes de votar. Porque ahora deben obligatoriamente votar.

A quienes nos dicen que si gana el Apruebo no pasará nada porque la Derecha y la Concertación unidas impedirán cualquier implementación legal necesaria de la nueva  Constitución en el Congreso, siendo esto verdad, deberían pensar en un contexto social y político más amplio. Porque el efecto positivo que esta tendría en la lucha política futura que sigue al 5 de Septiembre sería muy importante. Las desperdigadas y desorganizadas fuerzas por cambios profundos tendrán al menos una Constitución democrática como guía para luchar por implementarla. Sería un instrumento valiosísimo para luchar en todos los campos para implementar la nueva Constitución. En el Parlamento y en la calle. Esto por supuesto no acontecería si ganara el Rechazo. La institucionalidad entregaría la tarea de escribir una nueva Constitución a «expertos» y luego un Plebiscito para aprobarla. Esto es, sería una Constitución tan anti.-democrática como las anteriores.

Este evidente retroceso social incluso peor que el acuerdo del 15-N es el reflejo de la nueva correlación de fuerzas favorable a la Derecha. Cuentan para ello con un gobierno absolutamente inocuo para sus intereses. De derrotados pasan a «negociar» los términos de la nueva Constitución. Formidable!

De ganar el Apruebo, durante todo el período  2022 -2026 los políticos del sistema y defensores del neoliberalismo tendrán que descubrirse, al negar la implementación de la nueva Constitución. Y esto simultánea y contradictoriamente con sus intereses en ser posteriormente elegidos en los nuevos cuerpos legislativos creados a partir de 2026, puesto que esa posibilidad existe en el nuevo texto constitucional. Y para eso necesitarían mostrar una cara progresista de acuerdo con las grandes mayorías. Sería una buena y educativa manera para que los trabajadores conozcan quienes no deben elegir nunca más para cargo público alguno. Esto no será posible si gana el Rechazo. Pero sobretodo el triunfo del Apruebo serviría fundamentalmente como objetivo político de lucha:  se debe Aprobar y NO ACEPTAR HACER NINGUNA TRANSFORMACIÓN ESENCIAL DESPUÉS. Y como no hay una correlación de fuerzas para ello en el Parlamento, el Pueblo tendría nuevamente que echarse a la calle exigiendo los cambios por los que votó y ganó democráticamente y que ahora se los quieren negar en el Congreso.

Ese borrador, como creo ha dicho Margarita Labarca, serviría de guía y aglutinador de voluntades, considerando que todavía no existe una dirección política capaz de liderar las luchas que se vienen después del 5 de Septiembre.

Las fuerzas del Rechazo han recibido en los últimos días el entusiasta apoyo del Presidente Boric, el que en vez de poner el acento en reafirmar que de ganar el Apruebo ellos harán su parte para implementar la nueva carta fundamental, o al menos quedándose callado como neutral hasta la elección, escoge darle una mano al Rechazo, al aceptar la posibilidad de este ganar y además enunciar su hoja de ruta para esa eventualidad. Hoja de ruta por lo demás absolutamente teórica pero con cero posibilidades reales de éxito como se verá. Boric ha dicho que ambas propuestas son legítimas. Legalmente lo son. Hasta votar nulo lo es. Pero lo éticamente legítimo señor Presidente sería apoyar la propuesta del 80% de votantes que dijo que quería una nueva Constitución. Eso es lo legítimo en democracia. Y luego el agrega: «si gana el Rechazo vamos a tener que prolongar este proceso por un año y medio más». Y de donde sacé esto? Donde está escrito? Alguna ley? Lo dice el borrador?. Nada. Es apenas lo que le ha prometido vagamente la Derecha. Pero igual, el señor Boric cree en el cuento de «la casa de todos»y en «la buena fé» del señor Macaya y se embarca -aparentemente sin el acuerdo previo de su coalición al igual que el 15 de Noviembre – con la apariencia de un democratismo impecable. Totalmente «transparente», como si el enemigo político fuese su amigo.

La Derecha en masa ha saltado jubilante con esta ayuda tan clara. En política no hay «transparencia» gratuita, esa explicación de adolescentes para adolescentes que da el Ministro Jackson. Este gesto político deliberado tiene varias lecturas. Cualquiera que esta sea, perjudica enormemente la opción del Apruebo al dejarla caer publicamente. En la mejor lectura es dejarla al mismo nivel que el Rechazo. La tesis de Lagos. Ya veremos si el PC y el FA son capaces de avalar la «transparencia» de su Presidente.

Ahora, pensar como dice Boric que de ganar el Rechazo el llamaría a un nuevo proceso constitucional es tomar por cierto sus deseos, pero desprovistos de toda realidad por la incerteza de que se cumpla tal afirmación. Es afirmar algo de lo que no se tiene ningún dato cierto que lo avale.  Porque creerle a la Derecha que estaría dispuesta a un nuevo proceso constitucional ahora, como dijimos arriba, es un engaño mayúsculo y quien lo cree es tonto de capirote. Para demostración, tanto el Presidente de RN como de la UDI han respondido de inmediato que no es Boric quien dirá como sigue el proceso – si es que acaso ellos deciden que siga – sino que el Congreso. Este determinaría «el mecanismo» del nuevo proceso constitucional como afirma Macaya. Madre mía! Pero como si Boric no entendiera que la Derecha no quiere saber de nueva Constitución, trata de enmendar su declaración inicial posteriormente con una denuncia que demuestra que todavía no ha comprendido el juego de la Derecha: «los que están por el Rechazo no tienen plan para la continuidad del proceso constituyente». Claro que no pues hombre! No tienen plan porque si ganan no habrá más discusión sobre la Constitución! No se necesita un plan para lo que no se hará.

Por esto, mayor razón tienen ahora para apoyar el Apruebo el conjunto de los trabajadores trazando una línea contra todos los enemigos de sus reales intereses considerando que el nuevo texto favorece varias de sus expectativas y viendo que ya se ultiman todos los preparativos legales para robarle el triunfo. Pero también tienen motivo para apoyar todos los independientes y militantes de izquierda. Se lucha contra la Derecha y una buena parte de la Concertación unidas, a pesar de los votos formales de esta última diciendo que están por el Apruebo. Y se lucha también contra el Presidente y su tremenda debilidad ideológica, traicionada por su origen social.

El triunfo del Rechazo supondría una desbandada general de quienes están por los cambios, lo que demoraría largo tiempo en recuperarse. La conclusión obvia de la derrota le permitiría decir a los dueños de Chile que al final, la gente se manifestó espontáneamente el 19-O impulsada solo por algunos «radicales» y nada más.  Y luego desapareció como se comprueba hasta hoy no representando ya ningún problema para ellos.

La ciudadanía que vote Rechazo, en una voltereta ideológica impresionante respecto de lo que votó antes, que da cuenta del poder ideológico de la clase dominante,  estaría diciendo tal vez sin pensar en ello,  que sigue de acuerdo en continuar a ser explotada en los mismos términos de ahora. Chile está bien así como está y así seguirá hasta el fin de los tiempos. Hasta no faltaría que aparezca un Fukuyama chileno para venir a decirnos que este es el fin de la Historia. Larga vida al neoliberalismo chileno como modelo social.

Votar Apruebo por ello es un importante factor de dinámica política para la lucha que sigue, que algunas(os) no entienden, enfrascados en decir que ellas(os) no votan Apruebo porque el texto no consigna lo que les gustaría ver. En los grandes procesos sociales hay que mirar el bosque y no un árbol aislado. Aquí se juega algo más que la nacionalización total del cobre o del litio, lo que no es poco. Entender que esta es una etapa más de un proceso donde el Pueblo trabajador todavía no ha ganado nada, desvalido como está de una dirección política férrea sin debilidades ideológicas de ningún tipo, ni concesiones gratuitas al enemigo de clase.

Esa es la importancia de votar Apruebo y no otra. Es en la práctica de la lucha política -entendida como un proceso –  que se pueden desarrollar las fuerzas revolucionarias para luchar por la victoria. No se hace la revolución de improviso una linda mañana de Primavera dirigida por unas mentes valientes y brillantes. Eso no existe ni ha existido en ninguna revolución en el mundo.

Por todas estas razones, invito a todas(os) las(os) lectores de Clarín a votar Apruebo.

 

Por Patricio Serendero

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Las opiniones vertidas en esta sección son responsabilidad del autor y no representan necesariamente el pensamiento del diario El Clarín

 



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  1. Serafín Rodríguez says:

    Guste o no guste, se está pavimentando aceleradamente el camino para la aprobación del Rechazo en el plebiscito del 4/S. Hasta el gobierno está a favor de rebajar todos los quórums de la Constitución actual a 4/7 (58%). Así, va a a ser más fácil reformar la Constitución actual que la propuesta de la CC. Esto incluye todo el articulado introducido por la ley de reforma constitucional Nº 21,200 que estableció el proceso constituyente en curso. Todo el panorama polítio está muy fluido con los distintos acomodos y reacomodos de las fuerzas que participaron en la martingala del 15/N.

  2. Felipe+Portales says:

    Desgraciadamente el «Apruebo» se ha transformado también en una gran mentira, desde el momento en que la mayoría de dos tercios de la CC (contando los partidos que apoyan al gobierno más la izquierda extraparlamentaria y pueblos originarios) LE REGALÓ A LA DERECHA el poder de veto para impedir la aplicación de la nueva Constitución durante el período 2022-2026, al prorrogar -de manera inédita en la historia universal de los procesos constituyentes- el Congreso generado bajo la Constitución ya fenecida en el que la derecha tiene mayoría en el Senado (50%). Así, nuestra «centro izquierda» renueva el regalo de la mayoría parlamentaria que le hizo a la derecha a través de la Reforma Constitucional concordada en 1989…

  3. Serafín Rodríguez says:

    La opción Rechazo a una nueva Constitución sólo obtuvo un 21,72% de los votos en el plebiscito del año 2020 pues gran parte de la clientela electoral de la derecha también votó por la opción Apruebo, la que alcanzó un 78,28%. En los hechos, la derecha es electoralmente mucho más poderosa que el mencionado 21,72% pues en el último balotaje obtuvo un 44,13%, un porcentaje en nada despreciable desde el punto de vista electoral que hay que tener en cuenta.

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