
Las primarias en la recta final: Jeannette Jara desafía el modelo y agita el tablero del progresismo
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El último debate televisado entre las candidaturas de Unidad por Chile evidenció la fractura programática dentro del oficialismo. Mientras Carolina Tohá defendió un modelo de continuidad con alianzas público-privadas y Gonzalo Winter llamó a diversificar la economía sin romper con el mercado, Jeannette Jara apostó por fortalecer la demanda interna, subir salarios y avanzar hacia un nuevo modelo de desarrollo. Su irrupción, con un sólido respaldo ciudadano, tensiona los márgenes del progresismo tradicional.
La noche del domingo, en horario prime y por la señal de TVN, se transmitió el debate final entre las candidaturas que competirán en las primarias de Unidad por Chile este 29 de junio. Cuatro nombres, cuatro partidos, y un solo gobierno en disputa. Jeannette Jara (Partido Comunista y Acción Humanista), Carolina Tohá (PPD, PS, DC, PR y PL), Gonzalo Winter (Frente Amplio) y Jaime Mulet (Federación Regionalista Verde Social) ofrecieron no solo propuestas de gobierno, sino también lecturas distintas —y en algunos casos contradictorias— del rumbo que debería tomar el progresismo chileno tras la experiencia del gobierno de Gabriel Boric.
Aunque el debate no logró altas cifras de sintonía ni viralización en redes sociales, sí dejó expuestas con claridad las tensiones programáticas que habitan en el oficialismo, particularmente entre los sectores que buscan una profundización del modelo neoliberal y quienes apuntan a una transformación estructural del sistema económico chileno. El eje de este último enfoque lo encarna con claridad Jeannette Jara, quien ha logrado instalar una candidatura sólida que, según la última encuesta Panel Ciudadano, lidera las primarias con un 40% de respaldo, y que en sondeos confidenciales como la Cadem aparece incluso en segundo lugar presidencial tras José Antonio Kast. Un dato nada menor a una semana de la elección.
Una nueva economía basada en la demanda interna
La propuesta de Jara se ha caracterizado por insistir en la demanda interna como eje del modelo de desarrollo, en contraposición al histórico enfoque exportador de materias primas sin valor agregado que ha predominado desde los años noventa. “No creo que sean temas incompatibles”, dijo Jara durante el debate. “La evidencia internacional ha demostrado cómo contribuye a la demanda interna tener mejores salarios o mejores pensiones. Siempre quedan olvidados esos temas, y por eso los quisimos resaltar en nuestro programa”.
La exministra del Trabajo no llegó a este punto de forma improvisada. Su trayectoria política y su rol en el alza progresiva del salario mínimo —que pasará de $350 mil a $539 mil en enero de 2026— le entregan sustento a su discurso. “Eso lo hicimos controlando la inflación, subiendo salarios. Ahora queremos avanzar desde un salario mínimo legal a un salario para vivir, que responda al costo real de la vida”, explicó.
Este enfoque, orientado a fortalecer el poder adquisitivo de la población y fomentar la producción local, ha generado fricción con los sectores más moderados del progresismo, particularmente con Carolina Tohá, quien representa la continuidad del “modelo con matices” impulsado por la exConcertación.
El progresismo tradicional responde
Tohá fue enfática en criticar el programa económico de Jara, aunque sin caer en el enfrentamiento directo. Propuso medidas más cercanas al statu quo: mejorar la fiscalización para frenar la evasión tributaria (que representa el 2% del PIB), impulsar una transición energética “en alianza con el sector privado” y reforzar la participación del Estado, aunque sin alterar la arquitectura tributaria actual.
En temas de política exterior, también hubo diferencias notorias. Mientras Jara dejó entrever una disposición a explorar alternativas geopolíticas como una posible vinculación con los BRICS, Tohá cortó tajante: “por ningún motivo”. Una frase que resume no solo una posición política, sino también un límite ideológico: el de una izquierda institucional que aún teme cruzar ciertas fronteras.
Fricciones con el Frente Amplio
Desde el Frente Amplio, Gonzalo Winter se mostró más incómodo. Si bien compartió el diagnóstico de que Chile necesita diversificar su matriz productiva y agregar valor a sus exportaciones, se desmarcó de la estrategia basada en la demanda interna. “Creo que eso es lo contrario a una nueva economía”, dijo, advirtiendo que propuestas como las de Jara “son las que hacen que la derecha tome ventaja y nos caricaturice”.
Winter propuso medidas como un impuesto a los súper ricos, la devolución del IVA al 40% más vulnerable y una modificación al impuesto a la renta, con exenciones para quienes invierten en ciencia y tecnología. Un enfoque más técnico y orientado a la eficiencia del gasto público, pero menos confrontacional con los actores económicos tradicionales.
El factor Mulet y el silencio de la televisión
En el margen del debate apareció Jaime Mulet, quien propuso subir el impuesto a las empresas del 27 al 30 por ciento, aunque sin mayor desarrollo programático ni protagonismo. Su candidatura parece cumplir más un rol testimonial que competitivo, sin lograr marcar agenda ni captar atención ciudadana.
El debate, en sí mismo, no provocó grandes reacciones ni instaló temas en el debate público. #Jara fue la única tendencia en redes, y con una cobertura mediática escasa, todo indica que la definición de estas primarias dependerá más del trabajo territorial, las redes militantes y la capacidad de movilización que de los medios tradicionales.
Una irrupción inesperada
El ascenso de Jara en las encuestas ha sorprendido a buena parte del mundo político. Su militancia comunista —históricamente tratada como una carga electoral— no ha impedido que sume apoyos transversales en sectores populares, feministas y sindicales. El académico de la UDP Cristián Leporati lo resumió así en su cuenta de X: “Hace rato que la emoción le ganó a la razón en las campañas electorales. Un buen ejemplo es la performance de Jara en las primarias oficialistas, particularmente en los debates televisados, donde ha manejado hábilmente las habilidades comunicacionales (…) dotando de credibilidad su candidatura a pesar de cargar con el hándicap de la militancia comunista”.
Ese supuesto hándicap, sin embargo, podría estar funcionando como un activo. En tiempos de desafección política y desconfianza hacia el sistema, una candidata con discurso claro, trayectoria comprobada y una propuesta diferenciada puede convertirse en un punto de inflexión.
Más allá de las primarias
El verdadero debate de fondo no es solo quién ganará este domingo, sino qué tipo de gobierno será posible después. La candidatura de Jara interpela directamente a los límites del modelo de crecimiento chileno, al rol del Estado, a la propiedad de los recursos naturales y a la forma en que se distribuye la riqueza en el país. También, en términos simbólicos, representa la posibilidad de un liderazgo femenino, popular y de izquierda que no pide permiso para disputar el poder.
En contraste, Tohá y Winter encarnan una mirada más gradualista, que busca reformas sin alterar la lógica estructural del sistema. Son proyectos distintos, con bases sociales y electorales distintas, que se enfrentarán no solo en las urnas, sino en el debate político que vendrá después del 29 de junio.
Quedan pocos días para saber si la irrupción de Jara será suficiente para romper la hegemonía del progresismo tradicional. Pero su sola presencia en la primera línea de la competencia ya ha alterado el panorama. Si las campañas presidenciales comienzan en las primarias, como dicen los manuales, el 29 de junio podría marcar el inicio de una nueva etapa para la izquierda chilena.





