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La sorpresa que ya no es sorpresa

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Mientras los viejos gurús del progresismo repiten recetas con miedo al qué dirán, Jeannette Jara planta cara con un proyecto que no pide permiso ni perdón. Más que una primaria, lo que se juega es si la izquierda chilena vuelve a tener algo que decir sin tartamudear.

La sorpresa ya no es sorpresa: Jeannette Jara no irrumpió en las primarias del oficialismo como un accidente, sino como una consecuencia. Y eso es precisamente lo que tiene nerviosa a la vieja guardia del progresismo chileno: que lo que está pasando no es un estallido, sino un diagnóstico.

El último debate televisivo, ese que no logró gran rating pero dejó varios sudores fríos en las sedes partidarias, mostró algo más que propuestas. Mostró el abismo programático entre quienes insisten en maquillar el modelo y quienes quieren cambiarlo de base. Ahí estuvo Jara, exministra, comunista, sindicalista, con la temeridad de proponer lo que a muchos les da miedo incluso mencionar: fortalecer la demanda interna, subir salarios, y que el Estado deje de ser un espectador con PowerPoint.

Mientras tanto, Carolina Tohá se movió en su zona de confort: alianzas público-privadas, continuidad con barniz tecnocrático, y un rechazo tajante a cualquier insinuación de salir del marco geopolítico tradicional. La frase «por ningún motivo» para referirse a los BRICS fue más que una opinión: fue una declaración de fidelidad a un modelo que ya no enamora a nadie.




Gonzalo Winter, por su parte, intentó surfear entre dos aguas. Habla de diversificar, de ciencia y tecnología, pero le tiemblan las manos cuando escucha «salario para vivir». Le preocupa que la derecha se burle, como si la derecha no fuera experta en burlarse de todo, incluso de los que no se atreven a incomodarla.

Jara, en cambio, no está pidiendo permiso. Está diciendo, con datos en la mano, que subir salarios no disparó la inflación. Que hay otra forma de hacer economía. Que la justicia social no es una consigna, es una necesidad con respaldo empírico. Su candidatura no busca tranquilizar a los mercados: busca despertar a la ciudadanía.

Y eso incomoda. Porque cuando una comunista empieza a parecer razonable, los gurús del centro político entran en pánico. Se preguntan en qué fallaron, como si no fuera evidente: en pensar que el electorado popular no lee, no entiende, no decide. En creer que el miedo sigue siendo suficiente.

La candidatura de Jara está desordenando el tablero porque no está vendiendo una promesa vacía. Está mostrando que se puede gobernar con principios y resultados. Y eso, en un país donde la coherencia suele cotizarse bajo, es una amenaza para muchos.

El 29 de junio no se define solo una primaria. Se mide la temperatura de una izquierda que por años habló bajito para no asustar. Si Jara gana, no será una victoria del PC. Será una derrota para quienes confundieron gobernabilidad con resignación.

Porque quizás lo que está pasando no es una vuelta al pasado. Es, con todas sus letras, un presente que ya no pide disculpas por querer un futuro distinto.

 

 

Félix Montano

 



Periodista
  1. José Cabello says:

    Además Jeannette Jara es la única que tiene claro que el acuerdo SQM Codelco debe anularse por ser nocivo para los intereses del país.

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