
Evelyn Matthei y el miedo a Kast: una advertencia tardía
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Las encuestas de opinión se han convertido en una fotografía repetida de la política chilena en los últimos meses. Jeannette Jara mantiene un liderazgo estable en torno al 30% en primera vuelta, seguida de José Antonio Kast con aproximadamente un 27%, y más atrás Evelyn Matthei, cinco puntos por debajo del líder republicano. Lo que cambia, y lo que esta semana agitó las redes sociales y las declaraciones políticas, no son los números, sino las palabras.
El titular que circuló con fuerza fue el de una entrevista concedida por Matthei: “Me da miedo que Kast llegue a ser presidente”. Una frase que resume su giro discursivo en esta recta final y que condensa también las tensiones internas de la derecha chilena. Según la exalcaldesa de Providencia y candidata de la UDI, un eventual gobierno de Kast podría “correr mucho los límites”, una advertencia dirigida tanto hacia la ciudadanía como a su propio sector político.
La reacción de la centroizquierda
Las palabras de Matthei no cayeron en el vacío. Desde el mundo de la exConcertación, hoy integrado en Unidad por Chile, surgieron reacciones rápidas y, en algunos casos, sorprendentes. Figuras de larga trayectoria en la centroizquierda más conservadora como Ignacio Walker, Felipe Harboe, René Cortázar y, con ciertos matices, Nicolás Eyzaguirre, tomaron posición frente al dilema.
Walker fue particularmente explícito: “Conozco gente de centroizquierda e izquierda que está pensando votar por Matthei para evitar que Kast pase a segunda vuelta. Yo estoy en reflexión, pero creo un deber patriótico tratar de impedir que la ultraderecha gane en Chile”. Sus palabras reflejan una sensación extendida en sectores moderados, donde se percibe la candidatura de Kast como una amenaza real al sistema democrático y al equilibrio institucional.
Aunque la mayoría de estas figuras se expresó con cautela, la señal es clara: parte de la vieja guardia de la Concertación estaría dispuesta a apoyar a una candidata de derecha para frenar el avance del ultraconservadurismo.
Los tropiezos de Kast y la oportunidad de Matthei
El giro de Matthei ocurre en un momento en que Kast enfrenta cierto desgaste. Su propuesta de recortar el gasto fiscal en seis mil millones de dólares en apenas 18 meses fue percibida como poco realista y carente de sustento técnico. Ese error, o exceso de ambición, ha tenido costo en su imagen: los números lo muestran descendiendo levemente en los últimos sondeos.
En contraste, Jara aparece estancada, sin capacidad de romper el techo del 30%. Ese cuadro alimenta cierto optimismo en sectores que creen que Matthei podría crecer en el último tramo de la campaña si logra presentarse como la derecha “responsable” frente a la amenaza del extremismo republicano.
Sin embargo, esta posibilidad enfrenta obstáculos difíciles de remover.
El pasado de Matthei y la sombra de la dictadura
La advertencia de Matthei, lanzada a poco más de un mes de las elecciones, parece llegar tarde. La derecha tradicional, en Chile y en gran parte del mundo, ha jugado un papel contradictorio: alimentó a la ultraderecha con su complacencia y ahora se ve amenazada por su avance.
En el caso de Matthei, el problema es aún más profundo. Durante los primeros meses de campaña, ella buscó ocupar el terreno discursivo de Kast, incluso justificando el golpe de Estado y minimizando las violaciones a los derechos humanos cometidas durante la dictadura. Su intento de hablar el mismo lenguaje que Kast y Johannes Kaiser no le otorgó réditos: el electorado de derecha ya estaba capturado por el extremismo, y ella perdió credibilidad ante los votantes de centro.
El recuerdo de su biografía política sigue siendo una barrera insalvable. La imagen de Matthei abrazando a Pinochet tras su detención en Londres no es una anécdota menor: es un símbolo que impide que su figura conecte con quienes rechazan el legado autoritario. En otras palabras, su pasado le cierra la puerta a la expansión hacia el electorado moderado que necesitaría para crecer.
El estrecho margen de crecimiento
Así, el espacio que Matthei puede ocupar se reduce a una franja muy limitada: sectores conservadores de la exConcertación que ven en ella una herramienta útil para frenar a Kast. No es un electorado natural ni leal, sino un voto pragmático y probablemente transitorio.
Mientras tanto, la derecha dura sigue cohesionada en torno a Kast y a figuras como Johannes Kaiser, que han logrado instalar un relato identitario y confrontacional. Ese relato no solo moviliza a sus bases, sino que ha logrado redefinir el marco de la política chilena. Frente a eso, Matthei aparece como una opción tardía de liberalismo conservador, intentando recuperar banderas que ya fueron arrastradas hacia la trinchera republicana.
Un espejo global
El dilema de la derecha chilena refleja una tendencia internacional. En Europa y en América Latina, partidos tradicionales de derecha que durante décadas marcaron el rumbo político han terminado engullidos por sus variantes más radicales. Los casos de Les Républicains en Francia o del Partido Popular en España son ejemplos de cómo, al tolerar y a veces imitar los discursos extremistas, la derecha convencional se vuelve irrelevante.
En Chile, el fenómeno se repite. Matthei simboliza esa derecha que intentó coquetear con la ultraderecha y que ahora, al advertir sus riesgos, carece de la fuerza y de la credibilidad para presentarse como alternativa. Su mensaje es claro, pero llega tarde.
El tablero de la próxima elección
A un mes de la primera vuelta, el panorama mantiene la incertidumbre. Jara conserva una base sólida, Kast conserva la ventaja en un eventual balotaje y Matthei busca reposicionarse en un espacio político que parece haberse estrechado demasiado.
Su frase —“Me da miedo que Kast llegue a ser presidente”— quedará como el hito discursivo de la semana. Pero más allá del impacto mediático, lo que revela es la crisis profunda de la derecha tradicional chilena: un sector que alimentó a la ultraderecha y que ahora no encuentra cómo detenerla.
Por Simón del Valle
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