
La vida de estos “que van a morir”, nos saludan con balas y fuegos de artificio. Ellos saben que su aventura de vida será corta, pero será intensa. No hay idealismo, como fue la aventura de Alonso Quijano, sólo desesperación y entrampamiento social en la marginalidad. Sus destinos están escritos en piedra y sólo queda la esperanza del cielo, el que también debe ser asaltado







