Crónicas de un país anormal

Inmigración y xenofobia

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Colombia, Ecuador, Perú, Chile y Argentina tienen entre el 30 y el 40% de su  población bajo el límite de la pobreza, y en todos estos países hay un porcentaje importante de personas que viven en situación de calle, y que en los inviernos mueren de frío.

 

 

Nadie  puede negar que la acogida a inmigrantes es un deber humanitario y una obligación moral: todos en América del Sur han gozado, alguna vez, de la recepción cariñosa de parte del pueblo y del gobierno venezolano.

 

Cuando Alán García arruinó a su país muchos peruanos se refugiaron en Venezuela, el país más rico de América, y poseedor de millones de reservas petrolíferas.

 

Los colombianos emigraron en masa a Venezuela cuando había desempleo, incluso para intelectuales que fueron acogidos con entusiasmo en las universidades venezolanas; también se dieron casos de personas pobres, que iban en búsqueda de mejor futuro, y que ocuparon trabajos desdeñados por los venezolanos – empleadas domésticas, construcción, y otros -. Del millón de venezolanos que hoy están en Colombia, un alto porcentaje son hijos de colombianos, por consiguiente, no hacen otra cosa que volver a su país.




 

Después del desastre económico en Ecuador, (en el año 2000),  en que se arruinaron los bancos y el país tuvo que cambiar del sucre al dólar, hubo millones de ecuatorianos repartidos en muchos países del mundo.

 

Huyendo de la dictadura militar argentina, una vez derrotados los montoneros y el Ejército Revolucionario del Pueblo, (ERP), no les quedó otro camino que el exilio, también distribuidos por el mundo.

 

En Centro América, tanto en Nicaragua como en El Salvador, hubo muchos luchadores que se vieron obligados a abandonar el país – por el Irán- contra, en Nicaragua y la guerra civil en El Salvador; hay que recordar que a muchos demócratas cristianos chilenos se les llama “salvadoreños” por su apoyo al tirano Salvador Duarte -.

 

 

Entre los años 60 y 70 Chile acogió a cientos de ciudadanos brasileros que huían de la dictadura militar, que derrocó a Joao Goulard. Fue la primera vez que escuché por boca de una refugiada en Chile que a las mujeres las torturaban, incluso introduciendo ratas en la vagina.

 

Gracias a la heroica muerte del Presidente Salvador Allende, el líder izquierdista más valioso que ha existido en toda la historia de América Latina, el único que ha sabido congeniar la relación entre la democracia y el socialismo, y como es sabido hay izquierdistas idiotas que aman a las dictaduras y a los amos y hacen gárgaras con el pueblo para enriquecerse personalmente,  mientras que hay otros que, entendiendo bien a Carlos Marx, saben que el socialismo es la liberación de todas las enajenaciones humanas y el más elevado de los humanismos.

 

Marx odiaba la ignorancia y el fanatismo: alguna vez escuchó estupideces vagas de un obrero alemán, líder de la Liga de los Justos, Witlin, Marx, golpeando la mesa indignado exclamó que la ignorancia es el peor de los defectos humanos. (Personalmente, jamás estaré a favor de mamoncillos autoritarios y, además, corruptos, aunque se digan socialistas, por ejemplo, siempre condenaré los asesinatos de Trotsky, por ejemplo, contra los marineros del Kornstradt  y los crímenes de los estalinistas en Barcelona contra los libertarios).

 

Con el heroísmo de Salvador Allende, los chilenos fuimos tratados  con enorme cariño y solidaridad en la mayoría de los países del mundo, no sólo los del socialismo llamado real, sino también  por gobiernos de derecha, como el francés, y socialdemócratas de la península escandinava.

 

(Viví, durante unos meses, en Venezuela, en un pequeño pueblo de una sola calle, Trujillo, pero que tiene el mérito de ser el lugar donde el Libertador Simón Bolívar proclamó la “guerra a muerte” contra los españoles).

 

Durante el siglo XX la situación económica en Venezuela no era igual a la de hoy. Es cierto que en Petares, por ejemplo, había poblaciones callampa, pero en la puerta, autos americanos, y las carreteras construidos durante el gobierno del “Sapo con Banda” – Marcos Pérez Jiménez – eran las más modernas de América del Sur. En esa época había riqueza no sólo para acoger a chilenos, colombianos y argentinos – incluso sobraba dinero para becar a venezolanos en Europa bajo el Programa Sucre -, pero hoy la situación es bastante más grave: han salido del país cerca de tres millones de venezolanos, de los cuales un millón se encuentra en Colombia, una cifra menor en Ecuador y en Perú, 400 mil personas; salvo Argentina, los países latinoamericanos no han recibido inmigraciones masivas; en Chile las tuvimos, durante el siglo XIX, y el siglo XX, con los españoles del Winnipeg.

 

 El racismo y clasismo se expresa en todas las actividades humanas, y la inmigración es mucho más potente: los chilenos ricos no sólo desprecian a los inmigrantes haitianos por ser negros, sino, en el fondo, por ser pobres  – pensemos que si a Chile vinieran negros millonarios ya harían parte de los socios del Club de la Unión -.

 

En el caso de los colombianos ocurre algo similar, pues si fueran bogotanos o paisas estarían tomando el té con las señores encopetadas de Chile, y las muy siúticas les dirían…qué bien hablan el castellano las chiquillas de Medellín…”, pero como algunos vienen del Chocó, (Costa Pacífica), son delincuentes y hay que expulsarlos en un avión de la FACH.

      

En cuanto a los venezolanos ocurre otro tanto: los primeros inmigrantes eran médicos y empresarios, venían en avión y eran muy bien recibidos; los segundos, de clase media, venían en bus-cama; los terceros se arriesgan a recorrer a pie  más de 6.000 kilómetros para llegar a Santiago, (uno de los venezolanos se dio el lujo de compararse con Bolívar, que hizo el mismo recorrido, en muchos meses, pero a caballo).

 

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

17  8  2019      

Nota Marx odiaba las frases grandilocuentes Witlin decía todos los hombres son hermanos   y Cristo el primer revolucionario además era obrero

Nota nada más torpe que dictadura del proletariado  y el repugnante que el obrerismo

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  1. Permitanme repetir la ultima frase:

    «Cristo el primer revolucionario además era obrero»

    Primero, no existe ningún documento escrito sobre la existencia de Cristo
    Segundo, en aquella época habían artesanos y el concepto de capitalismo era desconocido
    Tercero u ultimo, decir que Cristo era obrero es una estupidez y mas grave aun si viene de una persona que estudio Historia
    Eso de revolucionario es atrevido y discutible cuando dices que la felicidad esta en los cielos en la otra vida y recordar que lo que se afirmaba en aquellos días era, y es diría yo, el opio de los pueblos.

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