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Este fue el mensaje profético que nos dejó el profesor Wallerstein días antes de morir

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Hace unos días falleció el sociólogo, economista e historiador estadounidense Immanuel Wallerstein, cuya sólida obra ha influido a no pocos pensadores, a la academia, al análisis crítico de las ciencias y la realidad social como a los movimientos sociales. No es este el momento ni el lugar para hacer homenajes, para evaluar el peso y la extensión de su obra, pero sin duda hay varios aspectos que vale la pena mencionar y rescatar. En especial porque el análisis del sistema-mundo, más que una abstracción teórica, ha sido usado, por él mismo, para estudiar el desarrollo del capitalismo, la influencia que ha tenido con todos los asuntos humanos y no humanos, a partir, sin duda, de las horrorosas consecuencias en el ambiente y en el clima. Wallerstein escribía de forma regular artículos para analizar el devenir del capitalismo y sus consecuencias como estructura sistémica.

 

La teoría más destacada y conocida es el análisis del sistema-mundo, que recoge las ideas de los grandes ciclos del historiador francés Fernand Braudel (1902-1985) y de los largos ciclos económicos del economista ruso Nikolái Kondrátiev (1892-1938). Sobre esta base Wallerstein levanta su sistema-mundo de los ciclos del capitalismo, una estructura que trasciende no solo los estados nación sino también las disciplinas. Hoy, con los mercados desregulados no sabemos cuál es el límite de la economía con la política, con las relaciones sociales y humanas o con los territorios. Un campesino de la Araucanía hoy padece las decisiones de las corporaciones de la agroindustria y los efectos sobre el clima.

 

El profesor Wallerstein proyectó que viviremos, y ya estamos en eso, el fin de uno de los grandes ciclos, que coincide con el fin del capitalismo. El gran evento que detectó con las revoluciones culturales detonadas por los estudiantes parisinos en mayo de 1968 condujo, o expresó, la fase terminal del sistema-mundo unificado. A partir de entonces, y en el siglo XXI se hace evidente, la fractura ha conducido al mundo por los enredados y turbulentos caminos que estamos padeciendo.

 

 

Desde finales del siglo pasado y hasta su muerte, Wallerstein ha advertido sobre el futuro del mundo, ya no como un sistema unificado sino como un escenario que busca su arraigo y su sentido. Ante ello, en numerosos escritos breves y entrevistas nos enseñó dos posible caminos. El primero, que es lamentablemente el que estamos viviendo, es el capitalismo extremo con rasgos autoritarios y fascistas. Un capital y unas corporaciones que echará a todas las herramientas que tenga a mano, y que son muchas, para mantener sus privilegios y sus ganancias. Esta posibilidad, sin duda aterradora, es una realidad que ya se ha hecho presente.




 
 

 

La otra posibilidad es el mundo en manos de las personas y sus organizaciones sociales y territoriales inspirado por la lucha de clases, que hoy en día es el 99 contra el uno por ciento. Wallerstein ha invitado a los jóvenes a leer a Marx,  y a todos releer a autores como Frantz Fanon, el sobresaliente revolucionario nacido en la Martinica que tanto influyó en los procesos descolonizadores de África en el siglo XX.

 

Ante ello, dijo el intelectual estadounidense: “La alternativa es un sistema que debe ser más democrático y más igualitario. La lucha de clases es el instrumento fundamental para influir en la construcción de aquello que en el futuro reemplazará al capitalismo”. Ese es, sin duda, el gran desafío que tenemos por delante y que él lo planteó con toda su radicalidad, matizó en una reciente columna en El País el intelectual español Jaime Pastor.

 

Pocas semanas antes de morir Immanuel Wallerstein se despidió con un leve e inquietante artículo publicado en varias revistas del mundo los primeros días de agosto. El texto final de su comentario que citamos a continuación, fue publicado el 5 de agosto en La Jornada de México. Wallerstein había escrito comentarios desde octubre de 1988, dos veces por mes, y este fue el último:

 

“Es el futuro lo que es más importante y más interesante, pero es inapresable inherentemente. Debido a la crisis estructural del moderno sistema-mundo, es posible, posible pero no absolutamente cierto, que un uso transformador de un complejo 1968 sea logrado por alguien o algún grupo. Probablemente llevará mucho tiempo y continuará mucho después del final de los comentarios. Es difícil predecir lo que configura esta nueva actividad”.

 

“Así, el mundo puede seguir recorriendo senderos paralelos. O no. He indicado en el pasado que pienso que hay una lucha crucial, que es la lucha de clases, entendiendo clase en su sentido más amplio. Lo que puedan hacer quienes vivan en el futuro es luchar consigo mismos para que este cambio sí sea uno real. Sigo pensando, por tanto, que hay una probabilidad de 50-50 de que ocurra un cambio transformador, pero sólo 50-50”.

 

El fin de los comentarios el 5 de agosto, y su partida de este mundo el 31 de agosto. Una despedida un poco perturbadora, pero ni tan cerrada ni tan pesimista. Un 50 por ciento no es poco.

 

PAUL WALDER

 

Artículo publicado en Politika

 

 

 



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