A propósito de la acusación constitucional contra Piñera
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La acusación constitucional contra el presidente Sebastián Piñera va, así lo confirman diputados comunistas y del Frente Amplio. Pero llama la atención que estos afirmen, de acuerdo a la prensa, que: “es ‘compleja’ su tramitación en el Congreso (…) el hecho de que se requiera la aprobación de la mayoría de los diputados en ejercicio (78 votos) hace casi imposible que avance (…) Los mismo pasa en el Senado, ya que en caso de que el libelo supere su primera valla legislativa necesitará de dos tercios de los senadores en ejercicio (28 votos) para que se llegase a concretar. La idea, según dicen, es más bien entregar un mensaje comunicacional por los abusos que se han producido durante los últimos ocho días de protestas, y por la forma en que el Mandatario y el titular de Interior han manejado la crisis que explotó en el país”.
O sea, insólito. Si van a realizar una acusación de esta envergadura no pueden comenzar perdiendo. No pues, la acusación debería ir acompañada de un llamado masivo de respaldo, convocando a un plebiscito popular donde el pueblo opine a través de un voto. De la misma manera que los partidos juntan firmas durante los procesos de inscripción, también se puede hacer para respaldar la acusación desde la participación popular. Y ningún parlamentario que vote en contra de la acusación debe volver a ser electo, porque ello significaría legitimar la violación a los derechos humanos impuesta por el estado de sitio del presidente Piñera. Es decir, no cambiaría estructuralmente nada de nada, que es lo que busca el gobierno y la derecha. La derecha seguiría explotando a los trabajadores y gozando de sus privilegios ilegítimos. Tan simple como eso.
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