Corrientes Culturales

Lanzamiento y liberación digital del libro “Un paso al frente”

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El sábado 01 de agosto, dentro de la Campaña por la Libertad de Mauricio Hernández Norambuena que lleva adelante la familia, amigos y distintas organizaciones, se realizó un foro panel tomando como elemento central el contenido del libro testimonial del Comandante Ramiro “Un paso al Frente”, para analizar la importancia que tiene esta publicación en el rescate de la Memoria Histórica Popular y su relación con el movimiento rebelde actual.

Tamara Hernández, que fue la moderadora de este encuentro donde participaron Jenny Carreño, Trabajadora Social, Dirigenta Social y Escritora; Jorge Pavéz. Sociólogo e Historiador; e Igor Goicovic, Historiador y Académico del Departamento de Historia de la USACHE, resaltó que es muy  “importante la presentación que se va a realizar este lunes 3 de agosto ante el Comité de Derechos Humanos de la ONU, de una Denuncia por la violación permanente de los Derechos Humanos de Mauricio, solicitando que se abone a su condena en Chile, que es de 30 años, los 17 años que Mauricio ya estuvo preso en Brasil en un régimen carcelario de castigo.”

En el contexto de esta Campaña se liberó la versión digital del libro “Un paso al Frente”, el que se puede descargar desde la página del Facebook  Todos por Ramiro.

 

 

En primer lugar hizo uso de la palabra Jenny Carreño, autora de varios libros, entre ellos “Operación Alondra, itinerario de un secuestro”, referido al secuestro de Cristián Edwards, quien destacó la calidad de combatiente del Comandante Ramiro en la lucha en contra de la dictadura, como también su condición de resistente rodriguista inclaudicable, pese a las crueles condiciones de prisión que ha debido soportar, que constituyen una forma de tortura permanente, manifestó. Por otro lado entregó algunos ejemplos de cómo la historia oficial ha tratado de implantar una imagen distorsionada de Mauricio, mostrándolo como un criminal, un delincuente, un terrorista, lo que es una tergiversación que las elites y el poder han llevado adelante a través de sus medios de comunicación y la historiografía oficial. En parte de su intervención, Jenny expresó:  “Esa es la forma como se ha construido una imagen monstruosa, una imagen de asesino, una imagen de criminal, de un luchador histórico. Se deshistoriza, se le saca el contexto de su práctica política, se lo construye como un terrorista al cual hay que castigar, disciplinar y encerrar …”, por lo tanto, estos elementos de construcción comunicacional, son utilizados por el poder institucional para justificar la represión ejercida en contra de Mauricio Hernández Norambuena, concluye.




Más adelante Jenny agregó que “todos los procesos que hemos vivido estos últimos meses, que quedaron en espera mientras superamos situaciones que son de contingencia sanitaria, no pueden quedar así como que pasaron y ya, sino que hay que hacer una síntesis, un proceso de reflexión, de elaboración, de sistematización, de recoger esas experiencias y sacar conclusiones en función de que los procesos no es que asciendan, porque el tema no es lineal, sino que los procesos se vayan asentando y vayan siendo parte de las construcciones que se han levantado en cada uno de los territorios de nuestro país (…)

 

 

Es importante anticipar, crear, organizarse. No es un momento para estar descansando. Estamos en cuarentena y todo, pero aún así se generan condiciones adecuadas, para poder reflexionar, escribir, dialogar, tenemos plataformas y mecanismos tecnológicos que nos permiten hacer esa pega necesaria (…) Todo esto que es más estratégico, no puede dejar de lado la tarea inmediata que es sacar a Mauricio de la situación de confinamiento y de tortura en la que se encuentra”

 

 

Posteriormente intervino Jorge Pavéz, Investigador y editor del libro junto a Laurence Maxwell, quien entregó antecedentes sobre la importancia  que tiene este libro en relación con el rescate de la memoria histórica de las luchas populares, en la que está inserta la opción de vida revolucionaria de Mauricio Hernández Norambuena como combatiente del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, historia de lucha dada a conocer por el propio protagonista, el Comandante Ramiro.

En relación con lo anterior Jorge Pavéz expresó que “la idea era darle la voz y que pudiera escribir y dar a conocer su versión de la historia. Un personaje que ha sido durante 20 años amordazado, que se ha intentado impedir que hable. El régimen excepcional al cual estaba sometido en Brasil era básicamente un régimen de eso, de incomunicación (…) desgraciadamente eso vuelve a repetirse en gran parte hoy en Chile (…).

 

 

 

 

 

Plantea también el papel que tiene la Justicia como un instrumento castigador al servicio del “orden establecido”, actuando enérgicamente en contra de los luchadores populares, lo que se contrapone “con el tratamiento que se les da a los reales violadores, torturadores y criminales de lesa humanidad que actuaron en Chile en los años setenta y ochenta (…) por eso la dificultad de creer en el Sistema Judicial y en la igualdad ante la ley, porque-como decía Jenny- el Sistema Judicial no muestra esa imparcialidad que supuestamente es la base de la filosofía del Derecho…”

Respecto del libro mismo, resalta la importancia de una serie de publicaciones llevadas adelante por distintas editoriales, precisamente con el objetivo de ir mostrando la historia desde la mirada de los propios protagonistas “para rescatar la memoria popular de las lucha en contra de la dictadura. Los testimonios de actores de esas luchas han sido muy importantes, y fueron muy acallados y perseguidos durante los primeros años de la democracia protegida, y recién a partir del 2010, o un poco antes, empiezan a salir muchísimos testimonios, documentos, de militantes en torno al MIR, al FPMR, en torno al Movimiento Juvenil Lautaro (…) esto lleva a una concientización que es muy subterránea. La sociedad chilena se ha estado informando, ha estado conociendo su pasado gracias a todo este esfuerzo político cultural, y esa es, en el fondo, la base de la  conciencia que adquiere la sociedad de hoy día cuando se habla de un despertar y de interrumpir el curso que venía teniendo el modelo neoliberal y sus instituciones oligárquicas. Esto viene ocurriendo en forma subterránea y la crítica se va construyendo desde la base, y eso la elite no lo pudo ver, porque estaba más preocupada de tapar estas formas de la conciencia…”.

Jorge dio a conocer también cómo fue posible llevar adelante el complejo proceso de elaboración del libro, teniendo en cuenta que Mauricio se encontraba en prisión y aislamiento en Brasil.

La relevancia de la difusión de esta Memoria Histórica Popular, que está contenida en el libro “Un paso al frente”,  radica en la trasmisión de estas experiencias de lucha a las nuevas generaciones de luchadores y luchadoras populares que hoy están llevando adelante la Rebelión Popular que estalló el 28 de octubre del año pasado. En la versión digital de esta publicación que hoy se pone a libre disposición en formato digital , se agrega una entrevista a la Comandante Tamara, la combatiente Cecilia Magni, entrevista que no aparece en la versión original en papel.

 

 

 

Por último, el historiador Igor Goicovic realizó una extensa exposición, que transcribo  a continuación:

“Hay varias cosas que me gustaría planear, la primera tiene que ver con la naturaleza del libro, que a mi juicio es una interpelación que no solamente nos sitúa en torno a la condición actual de Ramiro, después de prácticamente 18 años de prisión, sino que también nos obliga a mirar lo que ha estado aconteciendo en el país en estos últimos meses a propósito de una importante cantidad de compañeros que desde el 18 de octubre en adelante han sido también sometidos a un régimen de prisión. Esto, a mi juicio, plantea no solo la problemática de la prisión política, sino que el desafío de cómo enfrentar la represión. Si el escalamiento de la lucha social y política, de los trabajadores y el pueblo sigue esta tendencia ascendente, que viene manifestando desde el año 2006 en adelante, no nos tiene que caber la menor duda de que las clases dominantes, el régimen político, van a descargar sobre los luchadores populares, y en especial sobre los cuadros revolucionarios, todo el andamiaje del aparato represivo y, en consecuencia, situaciones como las que enfrenta hoy día Ramiro, se van a multiplicar, a propósito, precisamente, de que el régimen de dominación va a intentar cautelar o defender los intereses de las elites privilegiadas y en consecuencia va a operar de manera brutal en contra de los luchadores populares.

El libro no es solamente un registro respecto de aquello que aconteció con una organización política relevante en la historia de nuestro país, sino también es un llamado de atención a que cuando nosotros asumimos un compromiso o comportamiento radical, cuando enfrentamos, como dice Ramiro “de frente”, al adversario, al enemigo, la reacción del mismo va a ser proporcional a las condiciones sobre las cuales nosotros construimos la ofensiva revolucionaria. Creo que en ese sentido, el relanzamiento digital del libro hoy día es particularmente relevante a efectos de poder debatir o discutir sobre las condiciones sobre las cuales se está desarrollando la lucha popular en este minuto.

 

Pero también es relevante,  lo que podríamos denominar como el debate autocrítico respecto de la vigencia del Proyecto Revolucionario hoy en Chile. Ramiro, al igual que otros compañeros, es de los que no claudica en ese sentido, lo que nos señala con precisión de que el Proyecto Revolucionario sigue vigente, y que, por lo tanto, requiere o necesita ser revisado de manera autocrítica. Tiene que recoger experiencias que se han venido desarrollando, reitero, desde el año 2006 en adelante, a propósito de las luchas que ha efectuado el Movimiento Popular, a efecto de resituarlo en el debate político.

Hoy día hemos visto como el Movimiento Popular se ha desplegado con mucha fuerza, con mucha energía, de manera rupturista en muchas circunstancias, pero también hemos observado que así como ha avanzado, en muchas circunstancias como una verdadera marejada, así también se ha replegado, ha retrocedido, y eso tiene que ver con que no hemos sido capaces o no hemos estado a la altura de poder debatir en profundidad respecto de cuáles son los horizontes, en este caso programáticos, hacia los cuales queremos dirigir u orientar el desarrollo de las luchas populares. En ese sentido, las organizaciones políticas y sociales del campo popular no han logrado construir los espacios ni las formas de diálogo que son imprescindibles o necesarias, a fecto de poder hacernos cargo de esos desafíos que, tanto Ramiro como otros compañeros y combatientes revolucionarios, nos han venido planteando.

Dicho eso, hay tres cuestiones muy generales que voy a puntualizar. Primero, en el campo de lo que ha sido la investigación académica, ha habido desde el año dos mil en adelante un desarrollo bastante importante, sobre todo a nivel de Tesis de pre y post grado, que tratan sobre estas temáticas. Sobre el Frente Patriótico Manuel Rodríguez, sobre el Complejo Mapu Lautaro y sobre el Movimiento de Izquierda Revolucionaria. Eso está en directa relación con que un número importante de académicos, que de una u otra manera estuvieron vinculados a organizaciones de esta naturaleza, han venido estimulando lo que es el debate o el combate por la Memoria.

Los combatientes y sus organizaciones fueron rotulados como terroristas, como criminales, estoy pensando en la Patricia Arancibia Clavel, por ejemplo, que desde las fracciones más conservadoras alimentaba este discurso de la criminalización, u otros, como el Eugenio Tironi, que consideraba que las acciones armadas, en este caso de los grupos revolucionarios, habían constituido un obstáculo a las negociaciones de cara a la construcción del proceso de transición a la democracia, de manera que, o éramos terroristas, por una parte, en el discurso más exacerbado, o éramos, a lo menos, sujetos desquiciados que no entendíamos la naturaleza de los procesos transicionales. Ese discurso que fue hegemónico a lo largo de la década de los noventa, hoy día se resquebraja, se erosiona.

 Hoy hay múltiples proyectos, tanto de investigación como de divulgación o difusión, que están erosionando, están desestructurando, están desarmando ese discurso hegemónico. Y este tipo de iniciativas, a pesar de la pandemia, cumple también esa función. Es tremendamente relevante que seamos capaces de ir desmontando todo el discurso que en su momento fue construyendo, primero la dictadura e inmediatamente después la Concertación, respecto a lo que fue la lucha revolucionaria y, respecto en este caso particular, de lo que suponía la lucha revolucionaria desde el punto de vista de su Proyecto Político.

 

El libro que desarrollaron los compañeros juntos con Ramiro es un aporte relevante a ese efecto. Estamos desmontando ese discurso hegemónico y hoy día todo indica que la tendencia de la batalla por la Memoria la llevamos bastante avanzada, y es de esperar que la podamos seguir profundizando.

Lo segundo tiene que ver precisamente con el libro en particular. El libro está organizado en 19 capítulos, cada uno de esos capítulos entrega elementos relevantes, no solo para la historia en este caso del FPMR, sino que a su vez también para situar la historia del Frente Patriótico Manuel Rodríguez en un contexto más general, que es el contexto de las luchas populares contra la dictadura por una parte, y por otro lado las luchas populares contra esta transición eunuca, como la denominaban los lautaristas, que tuvimos especialmente entre e los años 90 y 94.          Pero es también una mirada hacia las luchas latinoamericanas, porque de una u otra manera el carácter de la revolución chilena, y eso Mauricio lo afirma con bastante claridad, donde las luchas que se van a dar en Chile se van a tener que hermanar necesariamente con las luchas que se den en Argentina, en Brasil, en Perú, Bolivia, en Venezuela. Las luchas del pueblo latinoamericano son las que, en última instancia, nos van a permitir avanzar hacia un proceso emancipador de carácter colectivo.

Hay tres elementos que están contenidos en estos 19 capítulos que a mí me parecen que marcan un punto de inflexión importante en el debate, en la discusión, en la reflexión que debiéramos tener en el campo revolucionario. El primero es el balance de la derrota de la Unidad Popular, estamos ad portas de conmemorar 50 años del triunfo de la UP en septiembre de 1970, y hoy día, al igual que el texto, es tremendamente relevante volver a debatir sobre este tema. No necesariamente sobre la experiencia electoral, que puede ser una dimensión o un aspecto relevante del proceso, sino que de las dinámicas de acumulación de fuerza, y como el componente militar, dentro de esas dinámicas de acumulación de fuerzas, constituye un elemento central, un elemento fundamental.

No se puede pretender en última instancia, y el texto lo dice con bastante claridad, desarrollar una estrategia de poder sin considerar el componente militar como un componente estratégico dentro de la lucha revolucionaria.

El segundo elemento, y que está prácticamente atravesando transversalmente el libro, es la mística rodriguista. Ahí hay una reivindicación a un elemento particularmente central dentro de la política del campo popular, que es la idea de la fraternidad, la idea de la solidaridad, que hoy en el contexto de la pandemia y de los altos niveles de desocupación que afectan a los trabajadores y a sus familias, irrumpe con mucha fuerza por todos lados. La sociedad chilena tiene, si ustedes quieren, un valor, o un potencial social y político muy potente, y ese potencial es la solidaridad. Y esa solidaridad, esa fraternidad, esa hermandad, es la que impulsó a muchos hombres y mujeres a comprometerse con la lucha revolucionaria, y desde la lucha revolucionaria, estar dispuestos incluso a entregar su vida y su libertad, por esas transformaciones que se requerían. Ese elemento hoy día lo vemos con mucha fuerza, incluso a pesar de estas condiciones de reclusión que nos está imponiendo la pandemia.

Por último, hay un análisis descarnado de la derrota. No podemos pretender que por la épica y, en definitiva, por el compromiso que muchos combatientes tuvieron en ese proceso, invisibilicemos, o no consideremos, los grandes errores estratégicos, tácticos y operacionales que cometimos.

 Mauricio no tiene ningún remilgo en reconocer, en asumir, incluso su propia responsabilidad, en esos errores de naturaleza política. Y a partir de ello no renunciar al Proyecto Revolucionario, sino que estar disponible para seguir discutiendo nuevas estrategias para alcanzar los mismos objetivos.

Tenemos que ser generosos en ese sentido, todas las organizaciones revolucionarias en las cuales cada uno de nosotros militó fue parte de la historia de Chile, fue parte del proceso político que desarrolló, que desplegó el Movimiento Popular, y en ese contexto tuvimos aciertos, muchísimos aciertos, como fue el despliegue de la lucha armada especialmente a partir de 1978 en adelante, pero también tuvimos muchísimos errores. Hacernos cargos de esos errores supone volver a reposicionar, y por lo tanto volver a reorientar, el desarrollo de la lucha revolucionaria.

El texto también nos habla del reagrupamiento de los revolucionarios, que tiene que ver, en cierta forma, con lo que planteábamos al comienzo. Hoy, a mi juicio, y  Ramiro así lo señala, el Proyecto Revolucionario, el Programa Revolucionario, sigue siendo una tremenda necesidad. Tenemos que definir hacia donde queremos ir. Tenemos claro lo que no queremos, tenemos claro que el sistema capitalista nos tiene chatos, que la explotación nos tiene chatos, que la expoliación que de una u otra manera lleva a cabo por el capital comercial ya nos tiene endeudados hasta más arriba de la nariz, tenemos claro que la discriminación, que la represión, que la exclusión, que las diferentes formas de la cultura patriarcal, ya son  insoportables. Tenemos clara la negación, pero no tenemos clara la afirmación, y eso supone definir hacia dónde queremos ir, supone definir cuál es el Programa que nosotros queremos liderar, y que sin lugar a dudas no es el Programa ni de la Concertación, ni de la Nueva Mayoría, ni de quienes negocian con las élites y las clases dirigentes. Ese Programa no se construye única y exclusivamente diciendo que es lo que no queremos, sino que se define definiendo o explicitando claramente qué es lo que queremos. Si lo que queremos es el Socialismo, eso es lo que pienso, no es necesariamente ese Socialismo de Estado que se construyó especialmente durante la década del sesenta, setenta, y que no es tampoco una réplica de otros procesos revolucionarios que fueron exitosos en otros lugares del mundo, sino que tiene que ser el resultado de las experiencias que en definitiva hoy día ha venido construyendo y desarrollando el Movimiento Popular en Chile y en América Latina en este último tiempo. Son experiencias fundadas en relaciones mucho más horizontales, donde estas estructuras verticales, que eran clásicas entre el Partido y los Movimientos Sociales, hoy día, evidentemente, están fuertemente resquebrajadas. Son experiencias donde la autogestión aparece con mucha fuerza, con mucha potencia. Son experiencias, a su vez, donde las relaciones de género no son un elemento que plantea inequidades o asimetrías desde el punto de vista de las relaciones de camaradería o de fraternidad, y en ese sentido las experiencias de las organizaciones revolucionarias es muy potente, y es por otro lado, a su vez, un requerimiento que arranca, en este caso en particular, de los territorios, que es donde se ha venido discutiendo y asentando, no solo la rebeldía del campo popular, sino que a su vez también, las diferentes expresiones o manifestaciones programáticas.

Por último es importante discutir, y así lo plantea el texto, la estrategia de los revolucionarios. El despliegue de la movilización social a partir del año 2006, y vuelvo a poner el acento en esto, partió con la revolución pingüina; siguió con las movilizaciones rupturistas de los trabajadores subcontratistas del cobre el 2007; ese mismo año se sumaron los trabajadores forestales, donde murió asesinado Rodrigo Cisternas por Carabineros;  es el momento en que la lucha de las

 

comunidades mapuche alcanza un desarrollo mucho más radical, desde el punto de vista de las formas de lucha; están las movilizaciones estudiantiles desde el año 2011 en adelante; están las movilizaciones del movimiento No+ AFP; es decir hay un acumulado de movilizaciones sociales y populares que ya no plantean demandas específicas al sistema, están planteando el cambio del sistema, están demandando transformaciones profundas de todo el sistema, y eso es lo que eclosiona en la Revuelta Popular del año 2019, que hoy día, aparentemente, está en una situación de suspenso.

Cuando irrumpe masivamente el 2019 no solo lo hace masivamente, sino que también lo hace de manera rupturista, con expresiones súper radicalizadas de violencia política popular y con un alto grado de legitimidad. Nadie cuestionaba, nadie objetaba, la capacidad de autodefensa que la Primera Línea desplegaba en cada una de las ciudades de Chile frente a la represión. El punto es que, en la misma medida que nosotros escalamos en el desarrollo d nuestras movilizaciones, radicalizamos nuestros programas, radicalizamos nuestras formas de lucha, y a propósito de Ramiro y los combatientes populares encarcelados, la represión va a asumir, consecuentemente, las estrategias y los diseños operativos que van a tratar de neutralizar o aniquilar esas manifestaciones de la Revuelta Popular. Por lo tanto, es imprescindible que seamos capaces de definir un escalamiento y una proporcionalidad, en el desarrollo de nuestras formas de lucha, a efecto de no solo contener la represión del adversario, sino que definir esas formas de lucha también, como estrategias de poder.”

Guillermo Correa Camiroaga, Valparaíso 02 de agosto 2020

 

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