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Plebiscito 2020 y el fraude de los dos tercios

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Reveladoramente, el dispositivo más trascendente que distorsiona el “proceso constituyente” concordado el 15 de noviembre pasado entre la derecha y la ex Concertación ha sido completamente silenciado por el conjunto de los partidos políticos y los grandes medios de comunicación: el antidemocrático e inmodificable quórum de dos tercios establecido para que la convención pueda aprobar un “nuevo” texto constitucional. Aquel rompe con la regla básica de la democracia que estipula el gobierno de la mayoría. Y, en el caso concreto de Chile, le confiere a la derecha un virtual poder de veto, dado que desde 1990 ha obtenido –lejos- más de un tercio de los congresales en todas las elecciones parlamentarias, efectuadas con o sin sistema electoral binominal.

 

Es “natural” que las elites de la derecha y de la ex Concertación hayan concordado en silenciarlo. Para esta sería vergonzoso reconocer el nuevo regalo de esta naturaleza que le está haciendo a la derecha para poder “culpar” en el futuro a ésta de no haber podido finalmente obtener una Constitución que siente las bases para sustituir el “modelo chileno”. Modelo impuesto por la dictadura y legitimado, consolidado y perfeccionado por la Concertación entre 1990 y 2010. Fue lo que ya hizo en 1989 con la Reforma Constitucional concordada con Pinochet, por la que le regaló solapadamente la mayoría parlamentaria a la futura oposición de derecha, al modificar el Artículo 65 de la Constitución original que aseguraba un gobierno con dicha mayoría por los quórums de aprobación de leyes en el Congreso. Esta reforma le permitió “culpar” a la derecha –particularmente en los 90- de que no podía cumplir con sus compromisos programáticos de cambio del modelo, en los que ya no creía. Esto lo reconoció descarnadamente el considerado por todos como principal ideólogo de la “transición”: Edgardo Boeninger. En efecto, en su libro publicado en 1997 (“Democracia en Chile. Lecciones para la gobernabilidad”; Edit. Andrés Bello) señaló que a fines de los 80 el liderazgo de la Concertación llegó a una “convergencia” con el pensamiento económico de la derecha, “convergencia que políticamente no estaba en condiciones de reconocer” (p. 369).

 

Y la demostración más rotunda de esto es que TODOS los cambios constitucionales y legales que ha habido desde marzo de 1990 (en que asume Aylwin de presidente) han sido consensuados entre la derecha y la ex Concertación, ¡independientemente de si esta última haya tenido o no los quórums parlamentarios para aprobar por sí mismo las reformas! Es decir, la denominada “política de los consensos” asumida voluntariamente por el liderazgo de la ex Concertación en función de la “convergencia” con la derecha reconocida por Boeninger. Y así, luego de largos 30 años seguimos con el Plan Laboral, las AFP, las Isapres, las universidades privadas con fines de lucro, la ley minera, las privatizaciones y concesiones de servicios públicos, el sistema tributario que permite la “elusión” de las grandes fortunas, la irrelevancia de los sindicatos, etc. etc.

 

Por otro lado, para la derecha sería una torpeza máxima develar dicha permanente actitud entreguista de parte del liderazgo de la Concertación. Por el contrario, para la derecha es plenamente funcional que aparezca siempre en confrontación ideológica y política con aquel liderazgo, para así contribuir a su legitimación como “alternativa” de aquella. ¡Qué mejor “alternativa” para la derecha que un movimiento que aparece permanentemente como de centro-izquierda en sus posturas públicas; y que también –permanentemente- aplica y legitima en la práctica políticas de derecha!




 

Es cierto que lo largo de este proceso fraudulento (a diferencia del proceso fraudulento de 1989 que duró solo días), aumentado como efecto de la pandemia, le ha traído a la derecha una creciente incomodidad. Esta es de que, producto del desconocimiento de las bases de la derecha de dicho fraude, éstas han adquirido un creciente temor de que la mayoría electoral histórica de centroizquierda se refleje efectivamente en una nueva Constitución que sustituya el “modelo chileno”; y se han abanderizado en un combativo “Rechazo”, el cual está destinado claramente a una contundente derrota. Más todavía cuando dicha actitud le ha venido como anillo al dedo a la elite ex concertacionista para entusiasmar a sus bases en creer en lo “trascendental” del proceso plebiscitario y después en la elección de los convencionales.

 

Todo ello ha generado que los líderes fundamentales de la derecha se hayan ido matriculando con el “Apruebo” e incluso que Piñera haya planteado un “Decálogo” para la elaboración de una nueva Constitución; y que ministros como Cristián Monckeberg y Jaime Bellolio hayan destacado elegantemente como algo positivo “para todos” el quórum de los dos tercios. Pero es claro que políticamente no podrán demostrarles cabalmente a sus bases lo infundado de sus temores, develándoles el fraude en todas sus dimensiones.

 

Por otro lado, lo largo del proceso fraudulento ha causado también alguna incomodidad en la elite ex concertacionista, en la medida que las bases opositoras más politizadas empiezan a avizorar el funesto efecto del quórum de los dos tercios. Esto pese a que incluso ¡los partidos que no participaron del acuerdo fraudulento del 15 de noviembre (el PC y varios del Frente Amplio) no están diciendo nada de ello, ni menos lo están denunciando! Para disminuir las posibilidades de que sus bases se den cuenta del engaño, han surgido varios “sesudos” constitucionalistas que han planteado que el quórum de los dos tercios podrá sortearse, dado que los artículos constitucionales que no sean aprobados por dos tercios ¡pasarán luego a ser materia de leyes comunes aprobados por simple mayoría! Esto es un grotesco invento que no está para nada mencionado en el Artículo 133 de la Ley 21.200 que rige el actual proceso constituyente Además, su lógica podría llevar al absurdo de virtualmente eliminar el quórum de dos tercios por la vía de aprobar con esto unos pocos artículos consensuales y ¡dejar prácticamente toda la Constitución para ser aprobada por simple mayoría!…

 

En definitiva, el fraude de los dos tercios está destinado para que la “nueva” Constitución tenga el visto bueno de la derecha y de tal modo que la elite ex concertacionista pueda “justificar” la inutilidad de su mayoría, al verse virtualmente obligada a consensuar un texto con la derecha, dado dicho quórum. Y es tan grotesco este fraude que con él a la población se la está engañando adicionalmente, al ocultársele el hecho de que a la actual oposición ¡le sería más fácil lograr cambios constitucionales conservando la actual Constitución (que, no nos olvidemos, está suscrita por Lagos y todos sus ministros…) ya que para reformar ésta requiere –para muchos de sus artículos- el quórum menor del 60%!

 

Sin duda, tendremos que esperar todavía para que en la historia de Chile tengamos una Constitución democrática, producto de una auténtica Asamblea Constituyente…

 

Por Felipe Portales

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Historiador y sociólogo

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  1. Don Felipe,
    brillante su post- análisis. Hubiera prefeferido que , en pocas líneas, hubiera escrito sus reflexiones mucho ANTES
    de las «elecciones».
    El vaso de leche YA fué derramado.
    Tiene otro análisis que pueda dar luces a la situación?
    – Las «masas triunfantes» aún no despiertan. Como tampoco cesan el descorche del champan en la derecha.
    – Con su sapiencia, tiene una fórmula de cómo deshacerse de la construcción derecha-derecha?
    Habrá que esperar una VERDADERO despertar de la ciudadanía?
    Con todo?
    Y Ud., donde estará entonces?

  2. Es un fraude este plebiscito, cualquier persona que entienda algo de lógica se dará cuenta de que el hecho que se pueda votar en dos papeletas de manera independiente, altera totalmente el resultado de la elección. La clase política de delincuentes de este país (independiente de su color político) seguirá en su Olimpo, disfrutando de sus privilegios, y usando el poder para pelear como siempre por sus propios intereses egoístas.

    Nos la van a meter hasta el pecho como siempre ha sido a través de la historia XP

  3. Germán Westphal says:

    Lo que hay que entender en cuanto a este tema es que no se está lidiando sólo con la derecha más reaccionaria sino que también con la más tibia y por tanto de doble careta y traicionera, el ex concertacionismo —las dos derechas que en abril del 2002 denunció el entonces diputado socialista Sergio Aguiló en su artículo “Chile entre dos derechas”.

    Una vez que se entiende esto, queda claro que no va a haber desacuerdos que dirimir en el plebiscito de salida si así fuera posible y contrariamente a lo estipulado en la Ley 21200 que ha citado Felipe Portales.

    Como ya he indicado más arriba, «todo va a ser básicamente negociado entre las dos derechas» en la Convención Constitucional, de la misma manera que negociaron el 15 de noviembre los detalles del proceso constitucional (con la participación de una pocos representantes de algunos partidos políticos de menor cuantía).

    Ambas derechas saben perfectamente a lo que van, bajo las reglas del juego que se auto impusieron, para llegar a acuerdos en el seno de la Asamblea Constitucional. De lo contrario, no lo habrían hecho.

    Nada de esto es especulativo ni derrotista sino que en extremo realista y basado en la evidencia disponible. No reconocerlo sólo indica falta de comprensión de los argumentos expuestos y, lo que es más grave, de la realidad política del país, además de no estar debidamente informado de los contenidos de la Ley 21200 que rige todo el proceso constitucional impuesto al país por la clase política dominante.

  4. Felipe Portales says:

    Por cierto que su idea de que en un plebiscito de «salida» el pueblo -que es en definitiva el soberano en una auténtica democracia- resolviese en definitiva respecto de posturas mayoritarias o minoritarias dentro de la convención o asamblea es muy buena. El punto es que aquello ESTÁ DEFINITIVAMENTE EXCLUIDO en este proceso por la Reforma Constitucional que lo rige (Ley 21.200). Creer que la derecha y la misma ex Concertación que idearon y aprobaron dicha reforma fraudulenta la van a cambiar ahora es de una total ingenuidad que, además, generaría ilusiones que contribuirían a ser más frustrante el gigantesco desengaño final y el funesto desánimo consiguiente. No es gratis jugar -por muy bien intencionado que se sea- con las ilusiones de la gente.

  5. El problema no es sólo la mala fe de la derecha que va a tratar de aprovechar todos los recursos que tiene a su disposición para lograr conservar sus privilegios. El problema está en la sociedad chilena, que es esencialmente conservadora, consumista, arribista, y, lamentablemente, oportunista, con o sin lavado de cerebro. Esto se observa hasta en gente de izquierda de todo pelaje. También interviene el dinero que compra conciencias, y las que no, las arrienda. Es esta gente la que eligió a Piñera dos veces, con mayorías electorales y ha elegido a alcaldes en comunas populares. ¿Quién nos puede asegurar que la elección del cuerpo constituyente no sea mayoritariamente de derechas? De ser así, sería un acto de soberanía y su resultado, legítimo, para bien o para mal. De haber mayoría de los que buscan un cambio y el probable veto del pinochetismo, deberían dirimirse todos los puntos que no generen consenso en el plebiscito de salida; por ejemplo, si el Estado va a cumplir un rol subsidiario o solidario, etc. Nada impediría que en este plebiscito se dirima, incluso, entre dos proyectos constitucionales. Declarar a priori, que el proceso es un fraude no sólo es una posición derrotista antes de dar la pelea, sino que propaga un estado de ánimo negativo frente a las expectativas; es situarse en una posición abstracta, esencialista, impoluta, pero la política es siempre mojarse el culo, ponerse al lado de una vereda y no en el cielo, porque no somos ángeles.

  6. Felipe Portales says:

    Ja,ja,ja,ja,ja,ja Debo ser de los pocos chilenos que no tengo ni he tenido nunca celular. Ja,ja,ja,ja,ja Lo que hace el prejuicio y la mala voluntad, ¿y el resentimiento?…

  7. Germán Westphal says:

    El tinglado del proceso constitucional que montó la clase política en su trasnochada del 15 de noviembre último incluye otros amarres, además del quorum de 2/3 analizado por Felipe Portales en su artículo. Uno de ellos es que en la elección de los Delegados a la Convención Constitucional se va a usar el mismo sistema vigente para la elección de la Cámara de Diputados. Es decir, (1) el sistema de cifra repartidora D’Hondt que privilegia la elección de representantes de partidos políticos por sobre la de independientes y (2) los distritos electorales que determinan una marcada desproporcionalidad representativa. En efecto, según Patricio Navia en su artículo «El financiamiento de la campaña del plebiscito” publicado en El Libero, «El distrito 8 de la Región Metropolitana, que incluye las comunas de Maipú, Estación Central, Cerrillos, Pudahuel, Colina, Lampa, Quilicura y Til Til escogerá 8 miembros, por lo que cada escaño representará a 182 mil habitantes. En cambio, el Distrito 4, compuesto por Copiapó y todas las comunas de la Región De Atacama, escogerá 5 escaños, por lo que cada uno representará a 57 mil habitantes. Esta marcada desproporcionalidad en la representación se reproduce a lo largo del país.”

    Así tenemos que el sistema electoral D’Hondt y los distritos electorales que se van a usar para elegir la Convención Constitucional harán que ésta tenga una configuración política muy similar a la de la Cámara de Diputados actual. En consecuencia, el quorum de 2/3 vas depender de similares condiciones políticas.

    En otros términos, la Convención Constitucional operará políticamente de manera muy cercana o comparable a la forma en que políticamente opera la actual Cámara de Diputados y todo va a ser básicamente negociado entre las dos derechas —las mismas dos derechas que Sergio Aguiló denunciara hace unos 18 años atrás, en abril del 2002.

    ____________
    N.B. En cuanto al artículo en El Libero que he citado, soy de la opinión que hay que informarse de lo que dice la derecha y no ignorarla. Además, a veces se encuentran cuestiones interesantes, como la citada más arriba.

  8. La oposición actual al gobierno neo fascista de Piñera-Pacos y grupos ultra derechistas , es variopinta , no es homogénea ni de izquierda : varios grupos son neoliberales «sociales’ que no van a romper el sistema y que empiezan a llamarse (de izquierda y derecha) socialdemócratas , sistema europeo totalmente fracasado y que empieza a florecer ,tarde , en Chile ,cuando ya está obsoleto. En tales circunstancias , puesto que el todo se mueve según lo indique la política contingente (partidocracia) oficial y parlamentaria , el resultado de los acuerdos SIN INTERVENCIÓN POPULAR será el que indique la media agua en que se navega ; si los nuevos constituyentes (supongo gana APRUEBO y C/C ) son elegidos 60/40 % y del 60% hay un grupo «amorfo» que buscará consensos , se terminará en 45/55 ? , la nueva constitución será «la copia feliz» de la antigua pinochetista y algo se habrá ganado : no al Estado subsidiario , mejoras sociales , estado social y ecológico….etc. Si no es así , habrá que esperar 100 años más para que el post capitalismo sea algo como «social» y no abuse del pueblo trabajador. Si se gana 80/20 , otro gallo cantará !

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