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No más Carabineros

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Un carabinero empuja a un muchacho de dieciséis años para que caiga desde el puente Pio Nono al rio Mapocho, con la evidente intención de  matarlo.

 

Que parezca accidente, decían los mafiosos.

 

Hasta esta hora, un silencio cobarde y cómplice surca los palacios y las oficinas. Los adalides de la vida y las buenas costumbres estrujan el magín para encontrar la explicación precisa que justifique su saña miserable.

 

Cada uno de los hechos delictivos en los que Carabineros han sido ejecutores, cómplices y encubridores, confirman la profunda crisis de un sistema basado precisamente en la represión.




 

Esta policía uniformada no da para más, pero tampoco el sistema de políticos ruines y cobardes, que lo permiten y azuzan.

 

Carabineros de Chile se ha transformado en el brazo armado de los poderosos, de los  ricos, de los malvados, y no en la institución que cuida y protege al inocente, como insisten en hacer creer a los incautos.

 

Los casos en que policías uniformados han estado involucrados en delitos son tantos, que ya nadie parece llevar la cuenta. Y son de tal gravedad que deslegitima un orden supuestamente democrático.

 

¡Señores: esto es una dictadura aunque parezca otra cosa!

 

Homicidios, torturas, violaciones, robos, asaltos, tráfico de drogas y de armas, y un sinnúmero de delitos aparecen a diario en la prensa nacional y son prestamente anunciados como casos aislados.

 

¿Nuestra seguridad está en manos de criminales?

 

El casi olvidado Paco Gate ha escalado a cifras monumentales, en el cual oficiales policiales de alto rango arrasaron decenas de miles de millones de pesos, robados al Estado mediante las más imaginativas maquinarias delictuales.

 

¡Esos mismos que juran a la bandera dar la vida por la patria! ¡Esos en cuyos uniformes ya no queda espacio para bordar más banderitas tricolores!

 

Los generales del alto mando lucen no solo sus innecesarias y curiosas charreteras, sino que increíbles trenes de gastos en viajes de ensueño, regalos de alta gama, vida de lujos y placeres, todo con cargo al fisco.

 

En otra arista, al interior de la institución se han detectado organizaciones clandestinas dedicadas a la persecución de personas y al montaje de hechos para condenarlos.

 

Ya no se habla del caso, limítrofe con la tontera, en que carabineros de la sección de inteligencia policial (sic), son descubiertos creando artificialmente pruebas para involucrar a mapuche en delitos que jamás cometieron, manipulados por un estafador que les vendió humo.

 

De inteligencia, nada; de imbecilidad químicamente pura, todo.

 

Carabineros Chile enfrentó los levantamientos de octubre sin apego a ningún criterio policial real. Lo de ellos fue pura y simple violencia homicida, crueldad, desprecio por la vida. Solo en las dos primeras semanas de protestas, dispararon 104.341 cartuchos calibre 12, entre otros miles de otros proyectiles no menos letales.

 

La institución  represora ha incurrido en los últimos años en innumerables delitos. Principales culpables son los generales del alto mando, en especial el general director Mario Rozas, cuya formación como oficial obedece a un currículo que debió haberse extinguido con la dictadura.

 

Pero no. La conducta y la cultura de tonton macoutes de Carabineros se relaciona con la dictadura que se les quedó incrustada en la cultura de esa institución policial y en todo el resto de las instituciones  uniformadas, que jamás se han sacudido del legado pinochetista.

 

He ahí la responsabilidad histórica de la cobardía, cuando no connivencia de la Concertación que permitió todo esto. Lo permitió y lo perfeccionó.

 

Esto que usted ve asombrado e incrédulo, se relaciona con lo que no hizo la Concertación tanto como con la ultraderecha.

 

Un país democrático necesita de una policía democrática, cuya doctrina fundacional forme cuadros en los que no pueda ser posible matar, torturar, violar, robar, encubrir delitos, acusar falsamente o mentir.

 

Un país democrático en donde los políticos que propician, perfeccionan y justifican estos delitos, estén en también la cárcel, con visitas los domingos de diez a doce.

 

por Ricardo Candia Cares

 

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  1. Mario Galetovic Sapunar says:

    M refiero al excelente artículo de Ricardo Candia Cares , «No Más Carabineros» . A este respecto recuerdo unos versos – de autor anónimo- de fines del siglo XIX o comienzos del XX : » En tiempo de bárbaras naciones , de las cruces colgaban asesinos y ladrones, hoy en el siglo de las luces, del pecho de asesinos y ladrones, cuelgan cruces » .

  2. Gino Vallega says:

    Don Ricardo Candia tiene razón , estamos en un auto golpe plutocracia-oligarquía gobernante en connivencia con los uniformados (carabineros
    en la calle reprimiendo , los otros observando indolentes y silenciosos en su obsesivo robar). y la partidocracia ? : piden que actúe la justicia , que cambien a un cabeza de serie y con eso quedan limpios de culpa………?

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