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Estados Unidos: ¿guerra civil o balcanización?

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El vocablo “balcanización”, usado en ciencia política, está tomado de las dos guerras balcánicas: la primera, en la disolución del imperio turco-otomano, que tuvo lugar a fines del siglo XIX y comienzos del XX, y la segunda, en la guerra de la disolución de Yugoslavia, a fines del siglo XX.

La balcanización es un fenómeno propio del fin de los imperios históricos, (desde el de Roma hasta los de nuestros días). Estados Unidos, el gran imperio de occidente, se acerca a un proceso de guerra civil larvada, que podría explotar a partir del período post-elecciones del 3 de noviembre próximo, en el caso de que Donald Trump se niegue a aceptar su derrota frente a Joe Biden.

El antecedente de un posible fraude electoral lo podemos encontrar en las elecciones del año 2000, en que competían los candidatos Alfred Gore y George W. Bush: la elección se decidía en el estado de Florida, cuyo gobernador era el hermano del candidato Bush, por el Partido Republicano; el candidato del Partido Demócrata reclamó que se recontaran manualmente los votos de cuatro condados, pero hubo tanta demora en el conteo de los votos que llegó hasta el mes de diciembre, y entre el gobernador de Florida y la Suprema Corte decidieron suspender el escrutinio y declarar a Bush el ganador de esas elecciones, lo que constituyó, en la realidad, un fraude.

El afirmar que el sistema electoral norteamericano es democrático constituye, a todas luces, una falacia, (como curiosidad, digna de recordar, en Chile se aplicó la modalidad del voto de los representantes, no del pueblo, en los decenios conservadores). En Estados Unidos un candidato puede ganar en el voto popular y perder en colegio electoral, como ocurrió en la contienda entre Hillary Clinton y Donald Trump, en 2016.




Las encuestas sobre el voto tienen poco valor en Estados Unidos, (el que Biden supere a Trump por 80% contra 20%, no significa que ya ganó las elecciones), sólo importa los estados decisivos que marcan el triunfo en el colegio electoral, entre ellos Florida, que siempre ha sido el estado que termina por nombrar al Presidente.

Antes de la “enfermedad imaginaria de Trump”, ambos candidatos estaban prácticamente empatados, pero hoy gana Biden, según el promedio de un conjunto de encuestas, por más de un 5% de las preferencias. Actualmente, Florida elige 32 delegados, que serían definitivos para elegir al Presidente; los estados que aún están en duda serían seis u ocho, según las empresas encuestadoras: Wisconsin, Michigan, Florida, Pensilvania, Carolina del Norte y Texas. En las últimas encuestas, en todos los estados en disputa ganaría Biden por un alto porcentaje, (10%).

La demografía es fundamental en los Estados Unidos contemporáneo – y como en Chile – el censo, además de ser fraudulento, no se hace si pudiera perjudicar al gobierno. En ese país si el censo hubiera tenido lugar antes de las elecciones de noviembre de 2020, los latinos, con un 16,4% de la población, por ejemplo, serían más que los afroamericanos.

Los latinos tienen poblaciones muy diferentes respecto a los países de origen: en primer lugar, los mexicanos, le siguen los portorriqueños, a continuación, los cubanos y, finalmente, los centroamericanos y colombianos, y hoy, los venezolanos pasan a engrosar las filas de los latinoamericanos. Los cubanos y venezolanos votan, en su mayoría, por el Partido Republicano, (los senadores Tom Cruz y Marco Rubio son altamente reaccionarios y tienen mucho poder en el gobierno de Trump; de los venezolanos inmigrantes se espera la misma actitud). En el caso de los portorriqueños, van a votar por el Partido Demócrata, pues Trump los ha abandonado a su suerte, especialmente durante las catástrofes naturales.

En cuanto a Joe Biden, cree tener seguro el voto de los afroamericanos que, en un 90% lo hacen por los demócratas. El problema radica en que en Estados Unidos el voto es voluntario y, por consiguiente, en el caso muchos latinos, la mayoría es renuente a votar, (en el caso de las elecciones de 2016, los partidarios de Bernie Sanders, a quien le robaron la elección en el seno del Partido Demócrata, se negaron a votar por Hillary Clinton, acusándola de mafiosa y de emplear malas artes cuando fue Secretaria de Estado en la destrucción de Libia.

Así Biden no sea un buen candidato a la presidencia, los seguidores de Bernie Sanders esta vez han manifestado su intención de votar por él; hay algo que se considera cierto: el voto anti-Trump es mucho más importante que el pro-demócrata.

Cuando en un país el diálogo en la práctica no existe, y las familias y las personas se odian, no resta otro camino que el golpe de Estado, seguido de la guerra civil, o bien, la balcanización. Es muy posible que en Estados Unidos ocurra de la misma manera que en los grandes imperios de la historia, (el romano y el otomano…), y California, por ejemplo, que es en su totalidad demócrata, es la séptima potencia mundial y, además, posee las empresas tecnológicas más avanzadas del mundo.

En la geopolítica de la balcanización se requiere tomar en cuenta grandes espacios geográficos: el profesor Alberto Jalife, quien ha inspirado este artículo, se basa en la idea de Norteamérica, (Canadá, Estados Unidos y México), para visualizar los nuevos Estados que pudiesen surgir de una eventual balcanización. Un dato positivo es el demográfico en que, por ejemplo, México si le sumamos a quienes viven en Estados Unidos, llegaríamos a 200 millones de habitantes, y Estados Unidos, restando a los mexicanos residentes, sólo alcanzaría a los 200 millones de habitantes; Canadá, por su parte, sería el más deshabitado de los tres países.

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

11/10/2020

 

 

 

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