Crónicas de un país anormal

El Papa Francisco escandaliza a los fariseos de la Curia Romana

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Hay teologías para todos los gustos: la de Liberación y Opción por los Pobres; la de la Prosperidad, (cree en que ser rico es una bendición de Dios); la Neoliberal, (compara las Comunidades Cristianas de Base con las grandes empresas); por consiguiente, cada cristiano puede adoptar la teología que más le convenga.

El cristianismo en el pasado negó que las mujeres tuvieran alma. Los conquistadores españoles leían a los indios las famosas Capitulaciones y, si no aceptaban el evangelio y la fe católica se les declaraba la guerra. Para qué hablar de la Inquisición y de las Cruzadas, en que en nombre de Dios se asesinó a tantos seres humanos. En épocas muy recientes, durante, las sesiones de torturas, algunos curas las bendecían y apoyaban. Es cierto que por todos estos crímenes algunos Papas han pedido perdón, pero faltaría más verdad sobre estos hechos y su correspondiente reparación.

Hay santos ejemplares con vidas a imitar, pero otros francamente avergüenzan a la iglesia, (entre ellos el fundador del Opus Dei, José María Escrivá de Balaguer, que ´bendecía los fusilamientos del franquismo´).

A finales de la Segunda Guerra Mundial el Vaticano tenía tanto miedo al comunismo que preparó las más connotadas huidas de jerarcas nazis, especialmente a países de América Latina, sobre todo a Argentina durante el período de Juan Domingo Perón cuando este líder se decía muy amigo de la iglesia.




Hay adaptaciones de Jesucristo para todos los gustos: un banquero, un ginecólogo, un beato hipócrita, un neoliberal fanático, un general de los “ejércitos”, un “Cristo Rey”, como también los hay en un Cristo pobre, un Cristo obrero…

La iglesia católica fue muy cómoda para los ricos, (cuenta con colegios e instituciones exclusivos para quienes, por su situación económica les permite pagar), y junto a los colegios privados estaban los Patronatos, destinados a los niños pobres: Dios amaba, (y ama) a ambos grupos, pero separados.

Esta doctrina de desigualdad empezó a cambiar cuando, muy moderadamente, León XIII se atrevió a escribir la Encíclica Rerum Novarum, (acerca de las cosas nuevas), y a escribir que el abandono de la iglesia hacia los pobres era un gran escándalo.

En los años 60 del siglo XX, Juan XXIII se atrevió a abrir las puertas y ventanas de la iglesia: el Concilio Vaticano II definió la idea del “pueblo de Dios”, y la Conferencia Episcopal de Medellín, (CELAM), la Teología de la Liberación y la Opción por los Pobres.

El actual Papa Francisco está siguiendo una línea más consecuente y cercana con el evangelio que la sirvienta de los ricos, que aman más el poder y el boato que al Cristo pobre de Nazaret. (No faltó el insolente reaccionario que recomendó al Papa Francisco que se convirtiera al catolicismo).

Hasta hace poco tiempo la declaración pública de homosexualidad era considerada un delito, y quienes habían optado por esta forma de relación sexual debían “esconderse dentro del ropero”, a fin de que su familia y demás círculos cercanos no se enteraran de esta “aberración”. Los chistes más crueles tenían como tema a los homosexuales.

La iglesia católica estaba muy atrasada y lejana con respecto al actual de la sociedad, (hasta negaba la comunión eucarística a los divorciados, e impedía la entrada a los hijos de divorciados a los colegios católicos), y con respecto a la homosexualidad, se consideraba una enfermedad, que debería ser tratada por un psiquiatra.

Antes, los beatos y beatas no se atrevían a hablar mal del Papa, pues se consideraba el representante de Dios en la tierra, y mientras no tocara sus riquezas, poder y otros privilegios, todo estaba bien, además, muchos de estos ricos dejaban parte o totalidad de la herencia a la iglesia.

La llegada de un Papa, como Francisco, que declara el neoliberalismo como pecado y, además, se atreve a intentar la reforma del Banco Vaticano, (se había convertido en un lugar privilegiado para el lavado de dinero), con mucha oposición de los viejos cardenales, casi inamovibles de la Curia Romana, fue muy incómoda al pretender el cambio del discurso retrógrado y blandengue que había mantenido el Vaticano durante el interinato de Benedicto XVI.

En un documental, realizado por un cineasta italiano, el Papa Francisco al ser consultado sobre el trato de la iglesia a los homosexuales, (hombres y mujeres), expresó, (como lo había hecho otras veces, tanto en Buenos Aires cuando era Cardenal, como en sus viajes a través del mundo ya como Papa, que ´él no era quién para juzgarlos y que los homosexuales eran hijos de Dios y que pertenecían a una familia que no podía tratarlos mal y, mucho menos, expulsarlos del seno familiar´. Y agregó que se ´debiera buscar una forma de uniones civiles en que se garantizaran sus derechos´. (El Papa emérito, Benedicto XVI, le insinuó a Francisco no tocar el tema sobre la homosexualidad).

Hay muchos beatos hipócritas que están escandalizados con los últimos pronunciamientos del Papa, y les decimos a ellos que creen en el “dios mamón”, que “con su pan se lo coman”.

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

24/10/2020

 

 



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