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Enfrentando las elecciones de Mayo: Cómo votar y por quién votar

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ELECCIONES AD PORTAS

Es posible que las elecciones de convencionales constituyentes se realicen los días 15 y 16 de mayo próximo; de hecho, así se encuentra establecido en la ley complementaria recientemente dictada. Pero es posible, también, que ello no ocurra. Porque lo que puede suceder con la pandemia es difícil de prever; también lo es saber cuál será la actitud del Gobierno en las próximas semanas.

Lo cierto, sin embargo, es que, suceda lo que suceda, lo importante es participar en ellas. Lo cual implica reivindicar el ejercicio de la ciudadanía, atributo al cual muchos de nosotros hemos puesto en tela de juicio ante la absoluta pérdida de confianza en las instituciones políticas. Y es que sabemos las dificultades que se harán presentes a partir del momento en que se ponga en marcha el proceso eleccionario. Pero, recuperemos la confianza; lo primero es lo primero: hay que participar, pues existe la posibilidad (leve, por cierto) de ganar, materia a la que nos referimos en nuestro documento de febrero pasado cuando señalamos

 

“[…] existen fundadas presunciones para suponer que una votación masiva,[…] podría, incluso, entregar resultados bastante favorables a los representantes de los legítimos intereses de quienes, de una u otra manera, logramos elevar nuestra protesta hasta hacernos escuchar un 18 de octubre de 2019”[1].




 

En efecto, sosteníamos en esa oportunidad que los requisitos impuestos para que las candidaturas independientes pudiesen participar en las elecciones de convencionales constituyentes eran tan leoninos que habían obligado a aquellos a hacer esfuerzos sobrehumanos para conseguir adherentes cuyo número no fue precisado por el SERVEL pero que, extraoficialmente, se estimaba en la cantidad de, más o menos, 500 mil personas.

 

“El sistema eleccionario chileno está diseñado para entregar el mando de la nación a los partidos políticos y no a los movimientos sociales, a quienes exige altas cuotas de ‘patrocinantes’ para aceptar sus listas y candidatos; no olvidemos que el adversario de los partidos es la propia comunidad organizada. Tampoco el SERVEL ha entregado antecedentes que permitan determinar el número de ‘patrocinantes’ que apoyaron a los ‘Independientes en lista’. No obstante lo dicho, extraoficialmente, se ha hablado de una cifra cercana a los 500 mil. Si así fuera, la cantidad de independientes que participaron patrocinando a sus candidatos, tanto en lista como en las presentaciones individuales, podría, incluso, superar al número de militantes de los partidos políticos”[2].

 

Tales cálculos no estaban tan errados. Porque, finalmente, gracias a una limpieza que realizara el SERVEL, en el curso de estos meses, a la inscripción de militantes de las organizaciones políticas chilena pudo conocerse el verdadero número de aquellos, incluidos los llamados ‘militantes zombies’. De acuerdo a una publicación,

 

“Estos militantes son denominados así, porque en el proceso de refichaje de 2017, no se reinscribieron en su partidos, pero tampoco renunciaron a las colectividades, quedando como ‘suspendidos’ pero sin ser ‘independientes’”[3].

 

En efecto, el día 16 de febrero pasado, el Diario Oficial publicó una enmienda aprobada en el Congreso a la llamada Ley para el Fortalecimiento de la Democracia según la cual se daba el plazo de 30 días a las organizaciones políticas para eliminar de sus registros a todos aquellos militantes antiguos que no fueron refichados oportunamente. El texto dispuso, textualmente:

 

“Sin perjuicio de lo anterior, quienes se mantengan suspendidos en sus derechos de afiliado a un determinado partido, por no haberse reinscrito en aquel que correspondiere durante el plazo indicado en el inciso primero, serán eliminados del Registro de Afiliados y se considerarán como independientes para todos los efectos legales”.

 

Según Roberto Salim-Hanna Sepúlveda, subdirector del departamento de Partidos Políticos del SERVEL,

 

“Los afiliados a partidos políticos bajan considerablemente debido a que se aplicó la Ley N°21.311, de 16 de febrero de 2021, que ordenó a Servel la eliminación de todos los afiliados que se encontraban suspendidos en sus derechos de afiliados por no haberse reinserto de conformidad a la ley. Esta ley era parte de las propuestas de modificaciones a la normativa que Servel propuso desde 2019”[4].

 

De acuerdo a la nueva normativa, la totalidad de militantes de las organizaciones políticas del país que alcanzaban un total de 874.737 personas, quedó reducida a 542.389. En resumidas cuentas, si Chile posee una población de 19 millones 107 mil habitantes, solamente 542.389 sujetos han mal dirigido esa comunidad por 31 años. Según Francisco Orrego, los militantes de las organizaciones políticas alcanzaban un 5,87% de la población nacional; luego de la ‘limpieza’ bajaron al 3,64%, algo que llama la atención porque

 

“[…] ejercen casi el 100% de la representación política en casi todos los ámbitos, es decir, el mandato de los destinos de la gran mayoría de los chilenos está radicado en manos de unos pocos privilegiados”[5].

 

Si recordamos que, en nuestro documento anteriormente citado,afirmábamos que, para la inscripción de los candidatos independientes, se había superado la cifra de 500.000 firmas, teníamos esperanzas de obtener apoyo para los candidatos independientes y hacer realidad lo establecido en el plebiscito de 25 de octubre de 2020 en el sentido de elegir solamente personas ajenas a la ‘élite’ política, hoy, luego de los ajustes realizados por el SERVEL, podemos asegurar que sí podemos desafiar a dicha ‘élite’ y votar por los independientes. Pero, previo a todo aquello, es importante recordar otras circunstancias.

 

¿SON INDEPENDIENTES LOS INDEPENDIENTES?

Es un hecho cierto que no todos los independientes responden a lo que, corrientemente, se consideran en el carácter de tales y que, por lo demás, define el propio SERVEL como personas que no tienen militancia política.

No obstante lo expresado, la ‘independencia’ de los partidos políticos (no hay que olvidarlo) siempre ha sido una bandera de lucha de los sectores que simpatizan o apoyan a la representación política del sector de los compradores de fuerza o capacidad de trabajo. En realidad, prefieren denominarse ‘apolíticos’ y, bajo ese nombre, han incursionado en las contiendas gremiales por la dirección de esas organizaciones.

Por lo mismo, no debe sorprender que, en las nóminas de candidatos ‘independientes’ a convencionales constituyentes, se presenten en el carácter de tales, personas de reconocida trayectoria política o social que defienden el interés de los sectores dominantes de la sociedad. Lo cual constituye un escollo en la selección de los candidatos vinculados a las organizaciones sociales.

A esa dificultad ha de agregarse otra. Los candidatos independientes que representan los intereses de los sectores dominados no son homogéneos en modo alguno. Impedidos de obtener el apoyo de sectores sociales para inscribir sus candidaturas como tales, no pocos han debido hacerlo buscando el alero de ciertos partidos. No lo han hecho de modo aleatorio, sino acorde a sus formas de pensar y de respetar la política, mirando hacia organizaciones hacia las cuales manifiestan evidentes simpatías (PS, PPD, PR, FRVS, en fin), circunstancia que nos hace poner en duda su ‘independencia’. Porque puede parecer obvio preguntarse si acaso recurrir a la ayuda de las organizaciones oficialmente inscritas no recuerda esa otra figura que es el financiamiento irregular de la política; y, en consecuencia, un compromiso contraído con quien ‘graciosamente’ ha querido brindarle un ‘cupo’ electoral.

En la inscripción de los demás candidatos independientes, que representan el interés de las organizaciones sociales, pareciera estar todo bien: se trata de candidatos debidamente inscritos: en listas o individualmente considerados. Podemos decir de ellos, como lo hiciera Julio César ante el Rubicón ‘Alea jacta est’ (‘La suerte está echada’) y emprender la travesía a través de las dificultades.

Sin embargo, hay que ser cauto. Como lo señalamos en nuestro documento anterior, siguiendo los consejos de nuestro buen amigo José Luis Valenzuela, tenemos al frente varios independientes que van solos y que, de acuerdo con el sistema ideado por D’Hondt, los votos que puedan recibir solamente contribuirán a una mayor dispersión sin alcanzar resultados provechosos.

Nos quedan, por tanto, dos listas que lograron, de una u otra manera, proyectarse a nivel nacional. Una contiene personas conocidas, ciertamente independientes, aunque algunas de ellas muestran tendencias conservadoras que pueden hacer inclinar la balanza de la convención constitucional hacia destinos inciertos; otra, una lista de personas nuevas, una lista de personas que, posiblemente, son conocidas en las comunas a las que pertenecen, ajenas a la TV y a los medios oficiales de comunicación, candidatos populares, probablemente, impedidos de hacer propaganda a sus candidaturas.

 

FORMA DE VOTAR

Resueltos esos problemas señalados en los acápites anteriores, debemos abordar el problema de la votación misma.

No olvidemos que, en el centro de la discusión, se encuentra el sistema D’Hondt. Como lo hemos repetido hasta la saciedad, se trata de un sistema que privilegia la gestión de los partidos políticos y, por ende, la existencia de listas. En consecuencia, si queremos ganar hay que votar por personas agrupadas en listas. Por tanto, la votación por candidatos que van solos no es, en modo alguno, recomendable: implica, tal cual lo hemos dicho, contribuir a la dispersión de votos; dicho de manera más simple, ‘perder’ el voto. Y como el sistema está organizado en una especie de juego suma cero, implica, fatalmente, dar o conceder la victoria a la coalición antagónica.

Kenneth Bunker, un especialista en sistemas de votación (por supuesto, de los empresarios, que son los que pueden pagar por sus servicios) recomienda a sus seguidores, al respecto:

 

“El voto más importante es por lista; ese es el voto más directo que una persona puede dar”[6].

 

Es un consejo que nunca ha de desoírse. De lo cual se deriva que es necesario saber cuál es la lista por la que se debe votar.

 

POR QUIÉN VOTAR, ENTONCES

Reiteremos lo dicho en otras oportunidades: el mandato de la comunidad nacional de 25 de octubre de 2020, expresado en las urnas, fue constituir una Convención Constitucional con personas ajenas a los partidos políticos actualmente existentes; lo que, desde otro ángulo implica un mandato a no votar por las listas entregadas por la ‘élite política nacional’ para las elecciones que se avecinan. Como lo señalamos en otro de nuestros documentos:

 

“No existe otra forma de robustecer el poder de los independientes que no sea votar por ellos. Esa es la tarea; pero no se trata de hacerlo de cualquier modo. Porque el sistema D’Hondt—que va a regir para la elección de los convencionales constituyentes—, privilegia a los partidos que se organizan en listas y forman amplias alianzas; esa misma forma se aplica a los independientes que fueron capaces de hacerlo, tarea que, una vez realizada, evita la dispersión de votos. Por tanto, la primera tarea a realizar es elegir un candidato que aparezca en listas que se han constituido nacionalmente y votar por aquel. Si ello no fuera posible, podrá votarse por las otras listas de independientes; y si ello tampoco pudiere hacerse, ha de votarse por los independientes individualmente considerados que no conformaron listas sino lo hicieron en forma personal. Esto no significa, en modo alguno, despreciar a otros candidatos independientes, sino evitar que la dispersión de votos produzca una hecatombe”[7].

 

El mandato ha sido, pues, votar por los independientes, pero no con cualquier independiente sino con aquellos comprometidos con las luchas libradas por las organizaciones sociales. Pero esos candidatos han de encontrarse en ‘listas’ para evitar la dispersión de los votos. Y, tal cual lo señalamos en otra oportunidad, entre las listas indicadas destacan dos de ellas, que han podido organizarse nacionalmente, a las cuales, nos parece, ha de mostrarse preferencia. O, como lo expresamos anteriormente:

 

“Creemos que por ellos (los independientes) hay que votar; en ningún caso por las listas de los partidos. Tampoco por personas que fueron personajes públicos y destacaron tanto en la política como en la farándula o aparecieron como ‘opinólogos’. Se trata, en suma, de disminuir el apoyo ciudadano a quienes han gobernado este país durante el período post dictatorial. Se trata de apoyar a un contingente nuevo de ciudadanos que llegan con una moral nueva y con deseos de implantar ideas que pueden poner en apuros al actual sistema vigente.

Se trata, en síntesis, de comprobar a través del ejercicio del derecho a voto el escaso apoyo que la ciudadanía le otorga hoy a la ‘elite política’ que ha gobernado la nación desde el advenimiento de la democracia, en 1990”[8].

 

QUÉ HACER CON LAS OTRAS ELECCIONES

En las elecciones de 15/16 de mayo del presente año —si se realizan— se podrá elegir alcaldes, concejales, gobernadores y miembros de la Convención Constitucional. Se ha querido, por parte del Gobierno, estimar el acto aquel como un todo compacto, homogéneo, en circunstancias que no lo es. Porque votar para elegir a convencionales constituyentes no implica la obligación de hacerlo para elegir candidatos que van a llenar los cargos vacantes de otras autoridades; más, aun, sabiendo que todas ellas han de ejercer sus funciones bajo el imperio de la vieja constitución pinochetista y no de la nueva. Circunstancia trascendental para quienes van a representar los intereses de las organizaciones sociales. Y algo que bien conocen quienes se han negado, en forma persistente, por uno u otro motivo, a practicar el ejercicio de la ciudadanía, provocando, voluntaria o involuntariamente, la eventual deslegitimación de quienes podrían gobernarnos.

Pero también se podrá votar por alcaldes, gobernadores y concejales e ignorar hacerlo por convencionales constituyentes. Hay libertad para ello. El triunfo dependerá de esos juegos, porque, en el fondo, las elecciones no son sino una expresión particularizada de la ‘teoría del juego’. Pero un juego peligroso que puede condenar a toda una comunidad a una vida de sacrificios y renuncios.

 

Por Manuel Acuña Asenjo

Santiago, abril de 2021

 

[1] Acuña, Manuel: “Aun tenemos patria, ciudadanos”, documento de febrero de 2021, publicado en varios medios digitales.

[2] Acuña, Manuel: Documento citado en (1).

[3] Vera, Diego: “PC queda como el partido con más afiliados tras limpieza de ‘militantes zombies’”, Radio  Biobío, 09 de abril de 2021.

[4] Caro, Isabel y Cáceres, Felipe: “Limpieza de militantes ‘zombies’ deja al PC como el partido más grande y PS- PPD pierden 147 mil afiliados”, ‘La Tercera’, 09 de abril de 2021.

[5] Orrego, Francisco: “Partidos políticos: El baile de los zombies”, ‘El Dínamo’, 14 de abril de 2021.

[6] Donoso, Florencia: “Las claves para un voto estratégico constituyente: qué analizar a la hora de votar”, ‘El Líbero’, 11 de abril de 2021.

[7]Acuña, Manuel: “El azaroso rumbo hacia las elecciones de constitucionales constituyentes”, publicado en varias páginas de INTERNET.

[8]Acuña, Manuel: Documento citado en (1).



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  1. Felipe Portales says:

    El «partido» que realmente definirá el futuro previsible de Chile no se jugará ciertamente el mes próximo… Por lo que hay que tratar lo más posible de desengañar a los voluntaristas que así lo creen, para que no se desanimen después.

  2. Gino Vallega says:

    Si la comunidad se organiza , tal vez se pueda ,al menos , empatarla pichanga e ir a penales : con la suprema y el TC de árbitros , el partido está perdido, pero con esfuerzo y no llorando sobre la leche por derramar.

  3. Felipe Portales says:

    Si la «izquierda» hubiese formulado un llama do a votar para obtener el tercio de los convencionales, para así poder impedir la consumación del fraude de las dos derechas , habría tenido sentido ir a votar. Pero desgraciadamente no ha sido así de parte de «Chile Digno», ni del PH. Estos, al hacerse los lesos respecto del carácter no democrático que tendrán -¡inmodificablemente!- las reglas del juego que le impedirán a la «Convención Constitucional» aprobar democráticamente (por mayoría) una nueva Constitución; estarán legitimando el fraude de las dos derechas. En definitiva, el escenario de las elecciones de mayo serán el de un partido de fútbol en que un equipo, por sectretaría parte perdiendo 4-0, y con el árbitro (la Corte Suprema, de acuerdo a las reglas aprobadas en la Reforma Constitucional de diciembre de 2019) siendo claramente favorable al equipo que parte ganando por goleada…

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