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El comienzo del fin del Estado portaliano en Chile

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El inicio de las votaciones en el pleno de la Convención Constitucional para aprobar distintas normas para la nueva carta magna, no solo es un hito histórico para la democracia de Chile, sino también nos da mucha esperanza en la construcción de un Estado muy diferente al que se nos ha impuesto desde el siglo XIX en adelante.

La aprobación general de artículos con amplias mayorías (2/3 de los votos), como es el caso del pluralismo jurídico, la paridad y enfoque de género en la función jurisdiccional y un Estado regional, plurinacional e intercultural, no solo es una verdadera pesadilla para el mundo conservador en Chile, sino que puede verse como el comienzo del fin del Estado portaliano.

Si bien mucho se ha hablado en la discusión constituyente sobre el fin de la constitución de Pinochet de 1980 y de la imposición del Estado subsidiario y neoliberal, las bases coloniales, patriarcales y capitalistas de la estructura institucional de Chile se impusieron desde hace mucho antes, con el llamado peso de la noche portaliano desde la constitución de 1833.

Por eso que la aprobación de este tipo de artículos, tiene que ver con el término de un proyecto civilizatorio de muerte, impulsado por un Estado nación monocultural, extractivista, presidencialista y ferozmente centralista, que buscó uniformar a todos quienes vivían en este largo territorio, a través de una idea de chilenidad completamente excluyente.

La figura de Diego Portales, muy admirado por Jaime Guzmán, al ser el fundador del Estado autoritario de Chile, fue quizás el personaje público que más daño le ha hecho a la democracia del país, al construir una institucionalidad subordinada a los poderes económicos mineros y terratenientes, y custodiada por las fuerzas armadas y la iglesia católica, luego de la guerra civil oligárquica de 1829 entre pipiolos y pelucones.

No es casualidad por tanto, que Portales fuera quien inspirara, a través de la constitución de 1833, tanto la posterior Pacificación de la Araucanía (conquista de Wallmapu) como la Guerra del Pacífico (contra Perú y Bolivia por el control del salitre), las cuales solo fueron la consecuencia de la formación de un Estado racista, expansionista y anti-democrático chileno.

Un tipo de Estado portaliano, el cual a pesar de ser reformado con la constitución de 1925 y de 1980, sólo mantuvo y hasta profundizó, en el caso de la dictadura, una carta fundamental hecha por y para un pequeño grupo de privilegiados e iluminados, que han creído tener el derecho de definir el destino del país.

Por lo mismo, lo que se está definiendo en la Convención Constitucional es tan relevante para el futuro de Chile y pueda marcar una ruptura con un largo periodo de tiempo anterior, generando un verdadero terror a los sectores portalianos actuales, representados por la derecha política y económica en el país.

Ante esto, sus desesperados argumentos, luego de ver como el país que se apropiaron por siglos, se transforma en algo mucho más democrático, no hace otra cosa que irritarlos tanto, que hasta un grupo de constituyentes de derecha ha planteado la idea de dejar de ir a la Convención (1).

De ahí que planteen ideas sobre la Convención totalmente delirantes, al señalar que es un órgano marxista, indigenista y separatista, que solo busca dividir a los chilenos, darle privilegios a los pueblos originarios, poner fin a la igualdad ante la ley y ser parte de un plan macabro de destrucción del país.

No importa que en países liberales que ellos mismos admiran, como Canadá o Nueva Zelanda tengan pluralismo jurídico, o que España e Italia sean Estados regionales, para ellos la aprobación de estos artículos nos convertirá en la Venezuela de Maduro.

Para ellos, dueños de la razón por supuesto, todo el proceso constituyente en Chile ha sido maquinado por una izquierda extrema, con financiamiento externo, el cual ha engañado a un pueblo ignorante, dominado por lo emocional.

Por último, esta derecha en ruinas no le queda otra que victimizarse en el contexto actual, al ser una minoría ideológica en la Convención, sigue repitiendo el mismo discurso de Diego Portales, de desprecio a los políticos, ya que lo que siempre ha querido es tener a un dictador que les cuide los negocios y permita seguir perpetuando la concentración del poder.

Por Andrés Kogan Valderrama



Sociólogo Diplomado en Educación para el Desarrollo Sustentable Magíster en Comunicación y Cultura Contemporánea Con cursos de Doctorado en Estudios Sociales de América Latina Profesional de la Municipalidad de Ñuñoa Integrante de Comité Científico de Revista Iberoamérica Social Director del Observatorio Plurinacional de Aguas www.oplas.org

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  1. El «oráculo» siempre repite la maldad de la Concertación
    Sin cesar y con «enormes» «investigaciones» de día y noche
    Fuera de eso no va más. Pero,,, qué se puede hacer.?
    Si, hay esperanza en el futuro del país, Kogan…
    E s p e r a n z a……

  2. En realidad! No hay que cantar victoria antes de tiempo….Los dueños del poder;la clase capitalista, no va a permitir que le arrebaten sus privilegios de clase por las buenas!! Ya lo han demostrado el 11 de septiembre del 73. Y lo demostro en todo el periodo de la UP. Esperemos primero que la CC termine su trabajo y veremos que pasa despues?!?! Pero en todo caso no se han tocado hasta hora en la comición constitucional,en sus propuestas, lo fundamental y esencial,de todo el poder que tienen éllos. Son dueños de la propiedad privada de todo los medios de producción,los servicios,los bancos,los creditosetc. Controlan todo el comercio,los grandes monopolios de la compra y venta de productos esenciales y de todo tipo. Ademas estos sres. determinan sus precios…hasta en los medicamentos. Son los dueños del Poder Juridicopolítico(las elecciones y votacioens son puro circo). Controlan y son dueños de los grandes medios de comunicación;hablados,escritos y visual. Y son los dueños de un poder muy importante y determinante también,como es el poder ideologico: Eduscación y formación cultural y de valores…..Todos estos poderes de acuerdo a sus interes de clase; las relaciones sociales de producción! La explotacio´n del capital sobre el trabajo!!!

  3. Felipe+Portales says:

    Considero excesivamente optimista el artículo. No sólo porque el quórum de los dos tercios es claramente antidemocrático (¡iguala 66 con 34!); sino además porque los textos constitucionales siendo importantes no son los decisivos en el ordenamiento social. De partida, el hito decisivo de la virtual monarquía decimonónica fue la batalla de Lircay: los triunfadores impusieron luego la Constitución de 1833. Luego los triunfadores de la guerra civil de 1891 cambiaron completamente el sistema político, sin cambiar una coma de la Constitución: ¡la reinterpretaron! Posteriormente los militares y Alessandri impusieron la Constitución del 25, la que, además, fue frecuentemente sobrepasada en los hechos, a través de leyes, decretos o prácticas inconstitucionales (leyes de zonas de emergencia; de Seguridad del Estado, LDD, etc.). Luego, la democratización efectiva de 1958 (con la cédula única electoral y la abolición de la LDD) se hizo sin necesidad de una nueva Constitución. Para qué hablar de la Constitución del 80 producto del golpe y ratificada por Lagos y la Concertación en 2005. Pero además, en nuestro país casi siempre han predominado los poderes fácticos, siguiendo precisamente el pensamiento de Diego Portales, en carta a su amigo Garfias de diciembre de 1834: «De mí sé decirle que con ley o sin ella, esa señora que llaman la Constitución, hay que violarla cuando las circunstancias son extremas. ¡Y qué importa que lo sea, cuando en un año la parvulita lo ha sido tantas veces por su perfecta inutilidad!» Lo dijo el considerado padre de nuestro impersonal Estado de Derecho…

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