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En todo extremo, tan extremadas

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El filósofo del SER, Heidegger, afirmó en su “Ser y Tiempo” que “Los animales son pobres de Mundo”.

Descartes, afirmaba en sus “Meditaciones” que la naturaleza humana es vacilante, y esto es porque el hombre sufre una RUPTURA ONTOLÓGICA, es decir su ser natural no se ajusta ni somete planamente a la Naturaleza. Su desplazamiento por el mundo es un andar a tientas, pues nuestra razón es una facultad defectuosa: poseemos un libre albedrío infinito, pero con un entendimiento finito.”

Francisco de Suárez, el filósofo y teólogo renacentista, señala de manera mucho más aterrizada:     “Cuando una oveja huye del lobo, ejerce una especie de “vis estimativa”, es decir-aclara- que si bien esta estimación de la oveja no involucra categorías universales, la oveja reconoce la amenaza del lobo como un mal.” Y en este caso se da un razonamiento lógico instintivo, es decir perfecto a sus fines, que es la sobrevivencia (“Disputaciones metafísicas”).

El ser humano, este animalito conducido por la “lógica” (razón y lógica van de la mano, como gemelos), sufre entonces de una contradicción, de una confrontación o antagonismos discursivos. Orígenes, de la patrística cristiana, denomina a estas cualidades propias del ser superior (lógica y razón), como “Logos” y, según este teólogo, el Logos equivale al orden racional de la naturaleza, ese orden que comparte la oveja como “vis estimativa”. Este orden racional del Mundo lo tomará luego Spinosa para su filosofía panteísta.




Ante las disputas de los lógicos extremos, como los Pitagóricos, los que se animaron y ahogaron en el mar a su condiscípulo y sabio Hípaso de Metaponto, por haber desbaratado  la lógica de los números racionales, al calcular la diagonal del cuadrado y descubrir la existencia de los números irracionales, se confirma la división de las lógicas por la vocación dogmática, que es una razón cerrada, no abierta, no discutible. Así se da paso a las sectas (sectarismo).

 

Entonces, entre los humanos, que aman las disputas en medio de un terreno tan irregular como el de la razón y la lógica, suelen terminar enfrentados en barricadas poco racionales, lo lleva a decir a Sartre que “El infierno son los demás”.

Wittgenstein, apunta que la realidad se descubre y forma desde el punto donde se ubica el observador y que, además, esta verdad y esta visión depende fuertemente de la organización cultural dentro de la que se forma cada cual.

 

Entonces llegamos a la conclusión de que el libre albedrío mete su cola para perturbar incluso la  “vis estimativa”, que es la minimalistas de los animales, permitiendo que el hombre construya sectas y se atrinchere en posturas que trascienden la razón y la lógica y lo dejen expuesto a grandes violencias y horribles peligros.

Ortega y Gasset, da el ejemplo en el arte,  con la confrontación de gustos entre los clasicistas y los románticos. El arte nuevo no gusta a la masa, pues la masa no entiende nada de eso; pero el arte nuevo (romántico) no gusta a los “coletos” del clasicismo, esos que asistían a ver  el drama “Hernani” de Víctor Hugo y lo despreciaban, justamente porque lo entendían muy bien: el romanticismo ha sido por excelencia el estilo primogénito de la democracia. El populacho no lo entendía, pues está fuera de la cultura, pero los poderosos sí lo entendieron.

 

Lo característico del arte nuevo es que dividió al público sociológicamente  entre dos grupos  de hombres: los que lo entienden y los que no lo entienden. Y, por otra parte, Ortega en su “La revolución de las masas”, divide la sociedad política entre la masa inconsciente, pero opinante y demandante y las élites que sí saben para dónde camina o debe caminar la historia.

Los que pertenecen al grupo de privilegio, dotados de las habilidades para entender el arte, les disgusta porque se sienten superiores a esa expresión; pero los que lo desprecian porque no lo entienden, acontece con ello que les disgusta porque se sienten humillados y disminuidos frente a su marginación flagrante.

Esto que Ortega ejemplifica para el arte, también acontece respecto a la política. Están quienes entienden perfectamente de este arte, y por lo mismo rechazan las innovaciones en el arte de la política; y están quienes ignoran todo respecto a ella, quedando marginados y humillados ante las nuevas ideas, prefiriendo abonarse a lo que ya existe, antes que huir en busca de sueños que ignoran. “Donde quiera que las musas inspiradas se presentan, las masas cocean”, sentencia Ortega.

Pero no se queda ahí el hispano. Agrega que el arte nuevo popular debe adherirse más al drama, pues el pueblo sólo entiende y atiende lo que le es afectivamente cercano. “Un cuadro, una poesía donde no quedase resto alguno de las formas vividas, serían ininteligibles, es decir no sería nada, como nada sería un discurso donde a cada palabra se le hubiese extirpado su significado habitual”. (También lo afirma Wittgenstein en Certeza y saber).

Lo que quiere destacar Ortega es que en el pintor como en la política hemos llegado al máximo de distancia y al mínimo de significación sentimental.

 

Algo o mucho de esto ha acontecido con el proceso constituyente. Se elaboró en mamotreto de derechos que favorecían al pueblo, pero por ser una superestructura jurídica, un  mamotreto que supera su capacidad y cultura (hace tiempo abandonada), se hizo ajena al pueblo y este mismo pueblo rechazó esa propuesta nunca leída y menos comprendida, hasta representar para ellos una humillación o una fantasmagoría bien publicitada a través del miedo.

 

Si quisiéramos ejemplificar lo que sucede con nuestra sociedad, no tendríamos otra situación más adecuada que lo que sucede en estos días con respecto a la seguridad ciudadana. La seguridad ciudadana en Chile no se viene tratando con objetividad científica, sociológica o estratégica. Se viene haciendo, más bien y de manera absoluta, desde el interés del poder y de la pasión manipulada.

 

Tenemos una policía impotente frente a una delincuencia que se hace cada día más prepotente. Esto quiere decir que la impotencia debe ser analizada en sus causas y en sus efectos. Las causas indudablemente se deben a que su estructura operativa ha quedado obsoleta, no se ha modernizado de acuerdo a la nueva realidad. Tenemos una mentalidad policiaca del siglo XX y ya vamos bien avanzado el siglo XXI. La delincuencia, en cambio,  sí va bien al día con este siglo, pero todo el aparato político, que es quien debe dirigir a la policía, reacciona de manera tardía o simplemente no tiene capacidad de reacción ni interés en accionar sobre una policía que, como reconoce un reciente ministro del interior, “Carabineros se mandan solos”.

 

En tiempos como los que vivimos, la delincuencia es agresiva, fuertemente armada y organizada, es decir actúa sin miramientos, usa las armas que posee a discreción y organiza “racionalmente” sus asaltos, lo que le hace ser muy “eficiente” en sus cometidos.

 

Chile, con todo, tiene un cuerpo persecutor que a mediano plazo logra atrapar a los delincuentes, por lo menos a un buen número de los mismos. ¿Pero dónde radica el problema?

Para empezar, radica inicialmente en 1) La dotación y distribución de efectivos: existen más efectivos donde hay menos crímenes o delitos y  una sobredotación donde hay menos delitos. 2) La capacitación del personal, pues se ha privilegiado el ingreso cuantitativo de los policías al servicio y se ha descuidado su preparación, 3) El equipamiento: se ha dotado más a los elementos represivos de las manifestaciones callejeras y descuidado absolutamente a los escuadrones que deben combatir el crimen organizado. 4) el retraso peligroso en la definición de procedimientos. En los países donde se han puesto al día los procedimientos policiales, se protege mucho más efectivamente al policía ante los procedimientos de control operativo. 5) Otros retrasos y retrocesos como el de la “inteligencia”, que dicen opera rengueante y sin objetivos claros en cada institución armada, pero que no se coordinan a nivel nacional. Además se viene retocediendo en aspectos técnicos, que se han retirado, como es el de la conexión de los sistemas de información instantánea, esa que permite a un policía saber en el mismo sitio del operativo si la persona o el vehículo está siendo demandado. Este sistema fue retirado en la última etapa del gobierno de Piñera.

 

Las últimas muertes de policías en Chile se deben fundamentalmente y exclusivamente a dos razones: falta de protección y prevención de la policía en los operativos con civiles delincuentes. Ya no se puede controlar a la población urbana con la inocencia que operaron el Policía Naín o Retamal o la sargento mayor, o los carabineros agredidos por migrantes en el Norte. No se puede hacer con acercamiento físico al victimario de manera no resguardada. No estoy proponiendo que se haga con métodos brutales, simplemente con los resguardos mínimos, pues estos policías no es que se inhibieran de usar sus armas de fuego “porque la justicia los persigue”, como se argumenta  falsamente; estos policías no tuvieron ni siquiera la oportunidad de tomar su arma.

 

Si no se cambia el PROCEDIMIENTO aunque dicten diez leyes tan aberrantes como las de uso privilegiado del arma, seguirán asesinando policías y tendremos un paseo muy concurrido por la televisión cubriendo llantos y lamentaciones, como lloronas griegas, sin otro resultado que generar una sospecha universal sobre la sociedad civil, casi como un “enemigo interno” y una especie de resurgimiento de la malhadada política de “guerra interna”, con la seguidilla de violaciones de derechos humanos, de muertes y represión de gente inocente y la emergencia de los “monstruos torturadores” que siempre están a la mano (zuhandenheit) como afirmaba Heidegger. Y como esta nueva LEY ENGENDRO de “gatillo fácil”, exime de culpa al policía y al torturador, entonces pasaremos a ser un “país delincuente” ante la comunidad internacional, acusado de violación sistemática de los derechos humanos, derechos que el Estado chileno firmó y comprometió.

 

Al señor Macaya pareciera que eso no le preocupa, pues mandó a freír monos al representante de Naciones Unidas, cuando este representante advierte que la ley que se propone en Chile es violatoria de los estándares mínimos sobre DD.HH.. Es que la derecha anda con los flecos sueltos desde el 4 de septiembre. Antonio Kast les quedó chico. Ahora van por todo, quieren superar incluso a Pinochet. Ellos saben más de manipulación. Yo les recomendaría a los chilenos leer el librito de Hermann Melville  “El estafador y sus disfraces”, para que vean cómo se eleva más el peligro de los timadores profesionales que los mismos delincuentes violentos, puesto que al delincuente se le puede perseguir con herramientas efectivas, pero al timador profesional no se le puede reprimir en sus elaboradas estafas y van envolviendo a toda una sociedad con sus insinuaciones y seducciones. En una parte del libro el estafador le dice a uno de sus posibles víctimas, que duda antes sus arremetidas: “Usted es el hombre moderado, el invaluable esbirro del hombre malvado”. También lo señala el escritor Americano Jason Brennan  en su libro “Contra la democracia”, pero este autor lo refiere no al burgués que viaja por el Missisippi y se le resiste a ser embaucado, sino contra esa nueva clase  de norteamericano pobre e ignorante que comulga fácilmente con las ruedas de carreta de los timadores del poder.

 

Ya Cicerón, el padre de la lógica (después de Sócrates), advertía que la lógica sirve para enseñar las buenas razones con que argumenta la justicia, pero también para la lógica retorcida con que argumentan los retóricos (los sofistas de Sócrates).

 

Acá, nos cabe mejor el decir de un escritor hispano, don José de Pereda, que en su libro “Peñas arriba” escribe una frase algo machista, pero comprensible en su época, que reza así: “Por qué debéis ser vosotras las mujeres en todo extremo tan extremadas”.

En Chile, el enfoque de la seguridad está guiado por el miedo y la pasión, no por el lúcido desentrañamiento del problema. Si se sigue este camino, terminaremos borrando el pensamiento de la Ilustración, que es el que ha forjado lo más sano de nuestra cultura humanista y se instalará, indefectiblemente  el desenfreno extremista entronizado en la mitología del poder.

 

Por Hugo Latorre Fuenzalida

 

 

Las opiniones vertidas en esta sección son responsabilidad del autor y no representan necesariamente el pensamiento del diario El Clarín

 



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  1. Felipe Portales says:

    Total autonomía operativa que, como bien menciona Hugo Latorre, fue reconocida en 2018 por el ex ministro del Interior, José Miguel Insulza, además del senador Carlos Bianchi, el diputado Jorge Brito y el ex subsecretario general de Gobierno, Jorge Navarrete Poblete. Y que se vio corroborada con la disímil respuesta represiva que a la revuelta le dieron los altos mandos de Carabineros y del Ejército. Los primeros, como es sabido, diseñaron una feroz represión de manifestantes que provocó la mutilación ocular de centenares de ellos. En cambio, el Ejército llevó a cabo una muy moderada represión, fundamentada incluso con la sorna del general Iturriaga a las palabras de Piñera de que «estábamos en guerra». Sorna que en cualquier país normal, donde hay una efectiva subordinación de las FF. AA. a las autoridades civiles, habría significado la remoción de dicho general por el Presidente de la República…

  2. Felipe Portales says:

    Muy buen análisis y propuestas respecto a mejorar la labor policial. Pero uno de los problemas de fondo (aparte del efecto funesto que tiene el modelo económico en la promoción del delito de «cuello y corbata» y de los más pobres) es que de acuerdo a la ley vigente, Carabineros (y las Fuerzas Armadas) tiene total autonomía operativa. Ella define sus protocolos y modos de operar. El gobierno sólo le puede «pedir», no «ordenar» como era hasta 1973 y como lo es en la generalidad de los Estados modernos. El gobierno hace como que manda y Carabineros hace como que obedece. Y esto, además de antidemocrático, hace imposible el desarrollo de una auténtica política gubernativa de seguridad pública.

  3. Hugo Latorre Fuenzalida says:

    Es verdad que en este artículo se cargó la mano a la filosofía, de autores del más variado pelaje, pero que sirven de introito a una condición humana tremendamente precaria en sus posturas, que puedan otorgarle fundamento existencial y teórico.
    Es que vivimos sobrecargados de discursos economicistas y pragmáticos, y eso hace parecer extraño el discutir sobre las perspectivas del pensamiento epistémico. No quiero imitar al rector Peña,que tanto gusta de citar pensadores, ni mucho menos, pero en la segunda parte de este artículo se va al grano de la pragmática del problema Central de Chile: que no se tratan los temas desde la objetividad sino desde la emocionalidad y la manipulación tendenciosa. Eso abonado por una ciudadanía que más bien ha caído en el estado de masa, conducida borreguilmente por los massmedia.
    No se puede acusar de pura especulación, pues se aborda la realidad multidimensional y puntualizada.

  4. Lamparas Aladino says:

    Despues de esta hemorragia filosofica que expone el autor desde Pitagoras pasando por toda la historia universal y sus analistas creo que el Gobierno de turno junto a todas las instituciones de nuestro raquitico estado y con el auspicio de la clase dominante y los que poseen las lucas deberían a la brevedad, pero sin dejar pasar un segundo, pedirle reitero al Sr. Latorre que se ponga al servicio del pais y dicte las normas modernizadoras a todo volumen para enfrentar este flagelo. La Patria lo demanda. Gracias

  5. Me gustó reconocer la frase que hace años creo es una realidad: el infierno son los otros. no recordaba de quien era y concuerdo totalmente. Siempre me ha sido fácil entenderme con animales, esos que nos enseñaban los sesudos «científicos » a despreciar, y que son mucho mejores que el homo mal llamado sapiens, que cada día tiene menos de eso. Sobre todo la lógica es donde más se ve que falla el mencionado homo. Siempre lo compruebo a diario cuando verdades tan simples no son compartidas, sino se repite las tonteras que los histéricos de la tele, diarios, radios predican, sin ninguna validez. Escucho hace años la radio Nacional argentina, y hubo una muy buena frase que resume ello, se hacen programas cuyo título debiera ser: «Opinar sin saber», que es lo más fácil que vemos en los medios. Total un público tan poco exigente como el nuestro nada va a criticar, a menos que sea el gobierno al que quieren botar los dueños del país, aunque sea un administrador no más, porque como se decía hace años, es mejor cuando lo administran los propios dueños.

  6. Hugo Latorre Fuenzalida says:

    Corrección: Dice «Revolución de las masas». Debe decir:»Rebelión de las masas».
    Dice:»Certeza y saber»; debe decir:»Certeza y sentido».

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