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Hacia el camino del Nuevo Poder Popular a 50 años del golpe cívico militar

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El siguiente texto se enmarca en una perspectiva de izquierda y explora el concepto de «Poder Popular» desde una perspectiva comunista revolucionaria. El ensayo reflexiona sobre la evolución y las diversas interpretaciones de este concepto a lo largo del tiempo, especialmente en el contexto de los 50 años del golpe cívico-militar en Chile.

El autor destaca las diferencias en la comprensión del Poder Popular entre el revisionismo y el comunismo revolucionario, subrayando que estas dos corrientes políticas tienen enfoques y posiciones político-ideológicas muy distintos. También se aborda cómo la burguesía busca relegitimar su poder y las instituciones armadas en la mente de las masas, promoviendo la democracia burguesa como la única opción válida y desalentando la vía revolucionaria.

El ensayo defiende la idea de que el Poder Popular surge en momentos de agudización de la lucha de clases y solo puede entenderse plenamente en el contexto de una lucha revolucionaria abierta. Se destaca la incompatibilidad entre el Poder Popular y el poder de la burguesía, enfatizando que uno debe imponerse sobre el otro mediante la confrontación, no la colaboración. Además, se argumenta que el Poder Popular implica la construcción de un nuevo Estado y la conquista del poder por parte de la clase trabajadora.

Hacia el camino del Nuevo Poder

Concepción comunista revolucionaria del Poder Popular a 50 años del golpe cívico militar

Desde diferentes sectores del campo popular y revolucionario se ha elevado el concepto de Poder Popular como un horizonte de construcción y transformación al servicio de la revolución y la construcción del socialismo. Sin embargo, no siempre, ni todos los sectores lo conciben en lo práctico, político e ideológico de la misma manera. Tanto el revisionismo como el comunismo revolucionario hacen suya esta idea, pero claramente desde enfoques y posiciones político-ideológicas muy diferentes.

Dentro del pacto de relegitimación del orden burgués, ha habido una ofensiva contrainsurgente por medio de leyes represivas, pero también en el ámbito de las ideas. La burguesía y el conjunto del Bloque en el Poder hoy se las está jugando para relegitimar a las instituciones armadas entre las masas, principalmente instalando en el sentido común, que estas son protectoras y para ello hasta quienes fueron golpistas ayer, hoy están dispuestos a reinterpretar este macabro episodio, todo bajo el plan de dominación actual. En ese sentido, los 50 años para la clase en el poder se presentan como una coyuntura favorable en este plan, para instalar que la única vía válida para vivir en sociedad es la democracia (burguesa) y toda otra expresión, sobre todo aquella violenta o armada es sinónimo de barbarie. Si bien esto hace referencia al golpe reaccionario, claramente lo hace también para desalojar toda posibilidad de validación de la vía revolucionaria.

Por su parte, el oportunismo ha tomado la coyuntura de los 50 años del golpe cívico militar para reinstalar la concepción revisionista del socialismo, aquella que contempla la coexistencia pacífica entre capitalismo y socialismo y entre burguesía y proletariado, desconociendo que la violencia revolucionaria y de masas, es la inevitable salida a las agudizaciones en las contradicciones entre clases antagónicas. Y en esa misma línea, reivindican con fuerza las ideas erróneas del poder popular, ideas vacilantes que combinan la calle con los sillones podridos del poder burgués. Una vez más, disfrazados de revolucionarios (en su estética y consignas) se ponen a disposición de confundir a las masas.




 

En este escenario, en la disputa de las ideas, aparece muy relevante deslindar con estas concepciones llenas de desviaciones oportunistas del poder popular y marcar una posición que enarbole la historia y experiencias del proletariado a nivel mundial y como se fraguó el poder popular en procesos revolucionarios. Para ello, retomar a las y los grandes dirigentes del proletariado es fundamental para resituar al poder popular a donde corresponde, como instrumento estratégico para la revolución, la conquista del poder y el socialismo.

En primer lugar, es importante señalar que el Poder Popular se construye en el desarrollo de una agudización de la lucha de clases, en un proceso revolucionario, por lo que no podemos confundirlo con procesos de organización y participación por muy profundos que sean. El Poder Popular es la fuerza que la clase trabajadora y el pueblo construye cuando está en un proceso de lucha revolucionaria abierta.

Al ser un proceso que nace de la lucha revolucionaria, es irrenunciablemente antagónico al poder de la burguesía que se materializa en el Estado Capitalista. Ambos poderes son contrarios y si bien pueden coexistir durante el proceso revolucionario, uno debe imponerse por la fuerza al otro, por esto, el Poder Popular no puede ser integrado a la institucionalidad burguesa, porque su objetivo es la organización de las masas que luchan por la construcción de un nuevo Estado, lo que implica la conquista del poder (desde la confrontación y no colaboracionismo) para la instauración del socialismo.

El Poder Popular se constituye en oposición y dualidad al poder de la burguesía en forma de nuevo poder, involucra al pueblo en la lucha revolucionaria y da respuestas organizativas desde el pueblo y para el pueblo. Una vez conquistado el Poder del Estado, el cual descarta el electoralismo, el poder popular se constituye en dictadura del proletariado.

En segundo lugar, de lo anterior se desprende que la acumulación de fuerza que antecede y va configurando en un proceso dinámico este nuevo poder, debe basarse en el levantamiento de organizaciones, movimientos y agrupamientos que funcionan de forma autónoma, es decir, organizaciones populares que asumen una posición clasista, ejercen la combatividad y se administran desde la independencia de clase. Desde el reformismo y el revisionismo se utiliza el concepto de Poder Popular como un sinónimo de participación del campo popular en institucionalidad de manera vinculante, como cogestión o colaboracionismo entre clases. Esto es una ilusión que solo busca integrar a sectores de la clase trabajadora y el pueblo a la legitimación del orden burgués. Por otro lado, clarificamos que la autonomía no es sinónimo de autonomismo, similar a las ideas “libertarias” o “idealistas” de construcción, que consideran este tipo de organización como un fin en sí mismo y terminan simulando una nueva sociedad aislada en medio del capitalismo sin la confrontación con el estado burgués. Es autónoma, porque busca que en el seno del pueblo se desarrollen niveles de organización superiores, que no dependan económica, política o militarmente del estado, su desarrollo es una alternativa al funcionamiento institucional imperante, por lo tanto, sienta las bases del Estado Proletario.

En tercer lugar, es posible afirmar que existen dos poderes, el poder burgués y el poder popular conducido por el proletariado. Todas las otras definiciones solo generan ideas erróneas o ilusiones en la clase trabajadora y el pueblo que solo la llevan al pantano del reformismo que más temprano que tarde termina sirviendo a los intereses de la burguesía, aunque se vista de discursos progresistas o populares. Dar la lucha de líneas en el seno del pueblo y entre el campo revolucionario es fundamental para identificar y combatir al revisionismo que no es más que la infiltración de la ideología burguesa en la conciencia de la clase trabajadora.

El Poder Popular entonces está directamente relacionado a la Toma del Poder, al proceso en que la Clase Trabajadora guiada por el Partido, instrumento político que se dota el proletariado para llevar adelante la revolución, el Ejército Revolucionario y el Frente Político hayan derrotado al Estado Capitalista. Es poder porque constituye el decantamiento de la fuerza social revolucionaria acumulada, en un nivel superior de organización, capaz de sentar las bases de un nuevo poder, el poder proletario y en perspectiva estratégica de la abolición del estado y el fin de la propiedad privada, es decir, la construcción de la sociedad sin clases, el comunismo.

Desarrollar y aumentar los niveles de organización y capacidades en una población no es suficiente, no es una población, un territorio o un pueblo, son todas las poblaciones, todos los territorios y todos los pueblos o vastas extensiones geográficas de estos. Es el pueblo organizado acá y en todas partes y con diferentes instrumentos organizativos y sectores, que se hacen protagonistas del proceso de lucha, cumpliendo su rol histórico. Por ello el poder popular es una herramienta indisociable con la revolución dotándose de un carácter estratégico pues expresa materialmente la vocación de poder que tienen las grandes masas de las y los explotados y oprimidos, que no buscarán solución a sus intereses y anhelos en los márgenes y migajas del sistema capitalista monopólico. Por este motivo, el Poder Popular avanza mientras se agudiza la lucha de clases y cuando las contradicciones sociales hacen insostenibles la dominación burguesa, de allí que el poder popular no debe ser considerado un instrumento táctico, ya que nuevamente nos lleva a desviaciones reformistas que consideran que este se puede construir con una “pata en la calle y una en la institucionalidad”, o que se puede “taladrear desde dentro” o ”desbordar la institucionalidad” La historia ha demostrado que esas concepciones no solo llevan a claudicar, sino por, sobre todo, dan un paso directo al colaboracionismo con la clase enemiga.

En síntesis, el Poder Popular es el poder de la organización con la que se dota la clase trabajadora y sus aliados de forma territorial y articulada para imponer sus anhelos y la construcción de un nuevo Estado, el cual se va gestando durante la lucha de clases, y en particular se comienza a materializar en un contexto de confrontación violenta entre clases abierta, es decir, durante la lucha revolucionaria.

Protagonismo de las masas, acumulación de fuerza social revolucionaria y levantar el Bloque Popular Revolucionario son las tareas para el presente. Construir el Partido Comunista para la Revolución y el Programa Socialista también. Dar la lucha ideológica abierta contra el revisionismo y la ideología liberal burguesa, a la vez que construir identidad y cultura popular para la revolución no puede quedar atrás.

 

Por Sergio Castañeda

 Organización Comunista Revolucionaria

 

 

Las opiniones vertidas en esta sección son responsabilidad del autor y no representan necesariamente el pensamiento del diario El Clarín

 



 Organización Comunista Revolucionaria

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