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Frustrada «elección» después del golpe

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Como integrante de la “comisión política” de la Democracia Cristiana Universitaria de la Universidad Católica, para el golpe de 1973 fui partícipe de un hecho tan desconocido como revelador. Ya habíamos manifestado una clara oposición al Movimiento Gremial (precursor de la UDI) que presidía la FEUC cuando iniciaron una campaña para solicitar la renuncia de Allende, ya que consideramos que aquello era una forma de promover un golpe de Estado, a lo cual nos oponíamos.

 

Y luego del golpe el gremialismo logró de la Junta militar la notable autorización para que se efectuara ¡la elección anual de la presidencia de la FEUC que estaba programada con antelación para octubre! Aparentemente era algo ridículo; pero tomando en cuenta que dicha federación era un “reducto” gremialista; que la izquierda lo menos que pensaría en esa circunstancia era participar de cualquier forma de ella y que la dirección de la DCU y su pre-candidato (Enzo Pistacchio) habíamos sido contrarios al golpe, era evidente que el gremialismo arrasaría en una elección estudiantil “libre” en esas circunstancias, pudiendo mostrar la estrenada Junta un gran “triunfo electoral” por muy acotado que fuese.

 

En la comisión política de la DCU nos dimos cuenta que debíamos evitar aquello no participando, puesto que la mantención de nuestra postulación era imprescindible para que aquella “elección” tuviese algún viso de seriedad. Para hacer efectivo lo anterior dignamente, y aprovechando que se habían cometidos irregularidades en contra nuestra en el proceso eleccionario, le hicimos una serie de exigencias al presidente de la FEUC (Javier Leturia) que correspondían a un escenario mínimamente normal y lógico y, por tanto, imposible de ser satisfechas.

 

Guardo todavía el texto de esas exigencias que hoy también parecen surrealistas: “Con el fin de garantizar un proceso eleccionario limpio y democrático, como ha sido tradicional en nuestra comunidad universitaria; y teniendo en consideración que se han llevado a efecto ciertas irregularidades en el proceso previo a la presentación de las listas (plazos y faltas de garantías en el Tribunal Calificador de Elecciones), la Democracia Cristiana Universitaria exige del Presidente de FEUC, Sr. Javier Leturia, las siguientes garantías mínimas, sin las cuales, la DCU no estaría dispuesta a participar en dicho acto:




1.- Representatividad de todas las listas en el Tribunal Calificador de FEUC.

2.- Las resoluciones del Tribunal Calificador de FEUC deben ser tomadas por la unanimidad

de sus miembros en ejercicio.

3.- Postergación del plazo de inscripción hasta el Viernes 12 de Octubre a las 18:00 hrs.

4.- Presentación del pensamiento de las diferentes candidaturas en el órgano periodístico de

la universidad “Debate Universitario”.

5.- Realización de Foros en todos los Campus de la universidad.

6.- Garantización, por parte del Presidente de FEUC, dentro de sus posibilidades, de la

integridad personal de los candidatos como tales.

7.- Igualdad de condiciones para las diferentes listas en el Canal de nuestra universidad.

Todos estos puntos deben ser garantizados por medio de la firma de un Acta de Garantía por el

Presidente de FEUC”.

 

Obviamente, el presidente de la FEUC se negó a aquello y nosotros no presentamos candidato, con lo cual la “elección” no podría realizarse. Sin embargo, luego sucedió algo todavía más surrealista: El presidente del PDC, Patricio Aylwin, a través del vicepresidente de la JDC, Gutenberg Martínez, nos dio “orden de Partido” de presentarnos a las elecciones, ya que aunque seríamos derrotados, aquello le daba argumentos al Partido para pedirle a la Junta que se efectuaran elecciones en otras partes. Le dijimos a Martínez que ya habíamos hecho exigencias de garantías al presidente de la FEUC, las que habían sido rechazadas; y que si de todas formas continuaba la “orden de Partido”, a lo que reconoció que en tal circunstancia se hacía imposible que nos presentáramos…

 

Por Felipe Portales

 

 

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Historiador

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  1. Felipe Portales says:

    Primero Patricio; no fue la JDC, fue la DCU de la UC. Y, segundo, de no haberle exigido a la presidencia de la FEUC garantías que obviamente fueron rechazadas, habríamos sucumbido a la «orden de Partido» de la directiva DC, ¡y habrían habido «elecciones» en la FEUC en la que habrían arrasado los gremialistas!…
    Pero además, el punto crucial es la revelación que hizo CIPER sobre la vergonzosa actitud de la directiva del PDC luego del golpe (que se complementa con mi artículo) la que ¡incluyó (además de la reunión del 10 de octubre) otra reunión secreta de Enrique Krauss, Juan Hamilton y Juan de Dios Carmona con la Junta en noviembre, en que incluso le entregaron informaciones sobre lo que estaba haciendo el exilio en Roma!…

  2. Patricio Serendero says:

    Si la JDC hubiese querido expresar su convicción democrática, debería haberse negado derechamente a participar en cualquier elección durante la Dictadura sin necesidad de utilizar el subterfugio de la lista de exigencias. Sabía que ni los partidos de izquierda y centro político podrían participar lo cual le restaba todo viso de democracia a esa elección. Además que no estaba en condiciones de presentarle «exigencias» a los representantes de la Dictadura en la UC.
    Creían los jóvenes DC que su Partido todavía tenía algún poder de negociación en las altas esferas de la Dictadura? Y si así lo creían, en que se basaban para ello?

  3. Felipe Portales says:

    Y lo que en su momento pudo parecer una actitud extremadamente ingenua de Aylwin, hoy podemos comprenderla perfectamente a la luz de la revelación hecha recientemente por un reportaje de CIPER (Daniel Meza; 6-9-2023) que señala que hubo una reunión secreta entre la directiva del PDC y la Junta Militar el 10 de octubre de 1973 en el que la DC expresó su interés en retomar prontamente las elecciones para que «los partidos políticos democráticos puedan volver, cuando se normalice la situación (…) sin perder terreno ante los partidos marxistas que, lamentablemente, pueden aumentar sus fuerzas en la clandestinidad». ¡Qué triste y vergonzoso papel quiso jugar dicha directiva!…

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