Columnistas

Saltarse la fila no es un valor patrio

Tiempo de lectura aprox: 1 minutos, 40 segundos

En ocasión de la celebración de nuestra fiesta patria bien vale detenerse a reflexionar cuán extendida está la práctica de “saltarse la fila” entre nosotros.

En buen chileno, “saltarse la fila” significa tener una conducta indebida, injusta o irregular cuando alguien se beneficia de una situación en desmedro de otros ya sea de manera directa o indirecta. La frase viene literalmente de quienes no respetan el orden de una fila y se ubican en lugar preferencial dejando a otros atrás.

A estas personas se les denomina “winners”, “garnachas”, “frescos”, “patudos” y otros tantos apelativos producto de la imaginación y la creatividad.

Uno de los avances culturales de nuestra sociedad ha sido que cada día más personas se atreven a encarar y denunciar a quienes se saltan la fila. Lo vemos cada día mas en filas de supermercados, la subida al metro y buses, etc. Pero aún estamos lejos de respetar siempre a quienes cumplen las normas de manera ordenada sobre todo cuando se trata de un tercero no directamente afectado como cuando se rompen reglas del tránsito como adelantar por la derecha o el exceso de velocidad o ensuciar espacios públicos.




Lamentablemente podemos observar que ha surgido una cultura “winner” en grupos cerrados en que saltarse la fila es valorado y reconocido como valiente y audaz; consideran legítimo ganar y obtener un beneficio aún cuando en el proceso se pise a otras personas. Y no existe conciencia de dicha conducta transgresora cuando se realiza en privado y fuera del control público donde los afectados son invisibles a sus ojos.

Los “winners” justifican sus conducta en que no son constitutivas de delito como lo hiciera recientemente el diputado Benavente, jefe de la bancada, al referirse a llamados telefónicos de un alto dirigente de su partido.

De la conducta de “saltarse la fila” al delito de tráfico de influencias y la corrupción hay un pequeño paso y por ello importancia de generar habito de respeto y conductas solidarias desde la familia y la escuela.

Hay una importante influencia cultural derivada de un modelo económico en que gana el más fuerte y no el más eficiente cual es que se va privilegiando los intereses personales por sobre los intereses de bien común.

De manera permanente, pero especialmente en esta fecha, se asocia la chilenidad a los símbolos patrios: la bandera, la canción nacional, los juegos chilenos como el volantín, el trompo, las carreras de perros o peleas de gallos. No hay referencia alguna a valores ciudadanos, como si estos no existieran y no fueran determinantes en darnos carácter e identidad.

Ciudadanía o educación cívica no es solo conocer y saber como funciona la institucionalidad. Hoy es clave reforzar en el sistema educativo las normas básicas necesarias para vivir en comunidad como el respeto a la dignidad de los demás y la solidaridad además de desarrollar habilidades de pensamiento crítico para lograr hacer frente a la manipulación de quienes no tienen escrùpulosm para obtener beneficios personales.

Marcelo Trivelli
Fundación Semilla



Related Posts

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *