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¿Qué nos está diciendo el casi tercio de los chilenos/as que aun con voto obligatorio no eligen preferencias ni asisten a votar? 

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El periodismo del domingo pasado de los canales de televisión repetía esas frases alambicadas que de tanto decirlas sin pensarlas parecen estar rotas de sentido y realidad. Pero solo la simulan y distorsionan. Una de las que más oí ese día fue la clásica: “masiva participación” de los chilenos (era que no, si hay voto obligatorio) en la elección de segunda vuelta de gobernadores y si bien los resultados preliminares con las mesas escrutadas arrojan tendencias como una baja significativa de nulos y blancos en relación con la elección del 26-27 de octubre – se producía con ese porcentaje un descenso del 18% al 10,5% – lo cierto es que, en un padrón oficial de habilitados para sufragar en el país de 14.116.702 electores según Servel  son 2.356.769 – casi el 17% del padrón – los ciudadanos/as que, al cierre de ese recuento, y pese a existir el voto obligatorio y la amenaza de multas, el trámite burocrático en carabineros y luego su justificación en juzgados de policía local, preferían aquello, a tener que asistir a sufragar y 1.233.710 quienes yendo a votar no sufragan por ninguna opción. Cifras para no ocultar y no continuar minimizando y que dan cuenta de un problema latente de la democracia chilena. Son casi 3.600.000 chilenos que los días de elecciones no existen para los medios de comunicación pero que dan cuenta de un Chile que soterradamente le está expresando malestar al sistema político.

Las cifras del mundo abstencionista en las elecciones de 2024.

Resultados 2ª vuelta Gobernadores

Total, padrón habilitado Abstencionismo Total, sufragios emitidos Nulos Blancos
14.116.702 2.356.769 11.752.754 912.463 321.247
100% 16,7% 83% 7,8% 2,7%

Fuente: creación propia a partir de los datos del servel.cl




Resultados 1ª vuelta Gobernadores (26-27 de octubre de 2024)

Total, padrón habiitado Abstencionismo Total, sufragios emitidos Nulos Blancos
15.443.011 2.329.413 13.113.598 1.350.343 977.557
100% 15,1% 85% 10,3% 7,5%

Fuente: creación propia a partir de los datos del servel.cl

Las tablas anteriores construidas en base al total de votantes habilitados entre ambas citas electorales y su comparación con los resultados de la elección arrojan datos que, a veces no se pueden extraer explícitamente desde el Servel. No es el caso de la baja de 1.326.309 electores habilitados entre la 1ª y 2ª vuelta que se explica por una obviedad: hubo cinco regiones que ya resolvieron la elección de gobernador en primera vuelta, así como también la disminución de los sufragios emitidos en 1.360.844 entre ambas vueltas; la estabilidad de quienes no asisten a sufragar que, con pequeñas diferencias, no era estadísticamente significativa tenía un aumento de algunas decenas de miles de personas entre octubre y noviembre a pesar de la disminución significativa del padrón. La merma del padrón por el motivo dado no explica sin embargo la baja significativa de votos nulos en gobernadores entre 1ª y 2ª vuelta como tampoco la cantidad de votos blancos que decrecía en un 33% menor a octubre. Es relevante, así como previsible y resultado del decrecimiento del padrón, que se emitiesen menos votos válidos, los que, hasta ese reporte, disminuían en 266.654 entre ambos certámenes.

En fin, con un padrón menor, el número de abstencionistas se mantiene estable, y en una segunda vuelta, con un voto mucho más simplificado disminuye ostensiblemente la cantidad de sufragios nulos y blancos que no se explica proporcionalmente por la sola reducción del padrón.

En síntesis, hubo un padrón habilitado menor, voto menos gente como resultado de lo explicado en el párrafo anterior, pero, en ese escenario, también decreció la cantidad de votos nulos y blancos de manera muy significativa. Ello puede traer como aprendizaje que la multiplicidad de elecciones territoriales de carácter local y regional perjudica a algunas de las figuras con menor visibilidad y de menor proximidad con la gente como son los consejeros regionales y los gobernadores, quienes, además, conviven en un complejo entramado institucional con la figura del delegado presidencial y seremis adosados a sus espaldas y, a veces, en abierta competencia con ellos. Figura que la actual administración en su programa de gobierno comprometió a eliminar pero que sigue allí.

Es interesante en ese sentido el análisis de la población que entre 1ª y 2ª vuelta no asiste a votar o sufraga nulo o blanco. Esos potenciales votantes o electores en 1ª vuelta alcanzan unidos el 32,9% con 4.657.313 personas habilitadas pero que, por diversos motivos no votan por nadie. Y si fueran una opción política ocuparían el primer lugar.  En la contienda del domingo pasado los primeros se enfilan por el 16,7%, los nulos el 7,8% y los últimos el 2,7% sumando 3.590.479 que hace que el 24 de noviembre se aproximaron al 27,2%. Es decir que en dos elecciones sucesivas constituyan promedio un 30% del padrón habilitado para votar es una cifra relevante digna de estudiar e investigar y se erige como una cifra relevante para desglosar y explicar.

Es un voto cuyo análisis omiten los programas de televisión dedicados a cubrir estas contiendas electorales que no aparecen ni colateralmente en el análisis del día D donde los diversos medios de comunicación o se concentran en ensalzar a los triunfadores de la jornada o, en menor medida, mostrar el rostro de la derrota. Pero nadie se ocupa de ellos.

En 2ª vuelta constituían por si solos la primera mayoría, si se desagrega el voto de Chile vamos donde las candidaturas independientes de ese sector alcanzan los 2.858.189 cifra que supera ampliamente a los militantes de RN y UDI, aunque el pacto en general suma 4.702.186 votos.

 

¿No estoy ni ahí o falta de compromisos reales de campaña?

Según los escasos estudios existentes sobre el particular reflejan tendencias vinculadas al desinterés, desconfianza política, así como factores de orden social y económicos. Si bien escasamente se publicitan los motivos que tienen para no votar   algunos de los factores que inciden son la desconfianza política y el desinterés, agravado últimamente por los casos de corrupción transversales y faltas a la probidad pública que son el pan de cada día en los medios noticiosos.

Otros, tienen que ver con motivos demográficos vinculados a grupos etarios como sucede con ciudadanos/as jóvenes menores a 30 años, espacios donde además incide, la condición de vulnerabilidad. Ello explica que, en general, sean los sectores de menores recursos los potenciales candidatos para no asistir a votar.  Además, en contextos de desilusión y de bajo nivel educativo se reafirma y consolida esta variable para tender a abstenerse de participar políticamente. Allí podría estar el ejército de jóvenes que no estudian ni trabajan (Ninis) y que son un caldo de cultivo latente para expresión del malestar social.

Estudios de opinión pública que han desarrollado instituciones dedicadas al sondeo como CADEM o el Centro de Estudios Públicos (CEP), realizadas en el contexto del 2021 indicaban los siguientes motivos para abstenerse: desinterés en la política o en los candidatos; desconfianza en los partidos políticos o en el sistema electoral; falta de información sobre los candidatos o los temas a votar; falta de tiempo o dificultades logísticas para ir a votar.

No existe mucha investigación sobre este fenómeno en contexto con inscripción automática y voto obligatorio. Lo único que se puede señalar es que en un país donde la construcción de ciudadanía siempre ha sido una debilidad institucional, aun con voto obligatorio las tasas de abstencionismo electoral son muy altas y bastante parecidas a países europeos que tiene similares niveles de participación – 60-75% – pero con voto voluntario.

En las recientes elecciones presidenciales de Uruguay que dieron el triunfo final al candidato del Frente Amplio Yamandú Orsi, el nivel de participación fue de 89% y en Argentina esta cifra se aproxima al 80%.

 

La abstención: un tema para ocuparse.

Si bien se han ido tomando varias medidas de largo plazo para superar el déficit democrático chileno, como la propuesta de nuevas bases curriculares de 1° básico a 2° medio que no solo instalan en la tradicional asignatura de historia y geografía el eje de educación ciudadana a través de todo el sistema escolar sino que hacen de la ciudadanía digital un tema transversal del curriculum, lo cierto es que la abstención sigue siendo una deuda de la democracia chilena y de nuestra institucionalidad que elección tras elección se hace cada vez más evidente pero a la cual los medios de comunicación prestan oídos sordos al momento de evaluar un certamen democrático.

Todos los análisis apuntan a que en esa mejora es crucial la probidad, como también el fortalecimiento de la confianza de la ciudadanía en las instituciones, como, además, disponer de un modelo político más inclusivo y accesible que estimule la participación.

En síntesis, es evidente que el Servel ha hecho un esfuerzo en ese sentido, aproximando a los votantes a sus lugares de residencia, mejorando notablemente su sitio web, pero no basta con ello, es importante, además, que nuestra institucionalidad preste mayor atención a un voto que torneo tras torneo electoral, representa a un segmento significativo del electorado que cifras más, cifras menos es casi un tercio de los votantes.

Si se analizan los datos de nulos y blancos junto al voto abstencionista pueden transformarse en un coctel peligroso para una sana democracia ya que constituyen entre 1ª y 2ª vuelta promedio un 30% del electorado y evidencian serias dificultades de fontanería en nuestra institucionalidad democrática que ya cumple casi 35 años de existencia con tuberías atrofiadas, cielos  a mal traer, estructura que requiere un remozamiento mayor.

 

Por Edison Ortiz



Edison Ortiz

Doctor en Historia. Profesor colaborador MGPP, Universidad de Santiago

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  1. Felipe Portales says:

    Muy interesante artículo. Además habría que agregar que muy probablemente muchos de quienes fueron a votar escogiendo una de las alternativas de la dupla, en caso de no haber habido voto obligatorio no habrían ido a votar.
    Asimismo, hay muchos otros indicadores de que estamos en una «democracia» (recordemos que sufrimos el mismo modelo económico y Constitución que nos legó la dictadura) de papel. Hoy virtualmente nadie coloca afiches de sus candidatos en sus ventanas, al contrario de las elecciones efectivamente democráticas de antes de 1973 en que una gran proporción de personas lo hacía. Tampoco nadie reparte afiches o despliega banderas partidistas en las calles por iniciativa propia y entusiasmo (sólo personal pagado); ni menos va a pintar muros. Además, ya casi no se hacen -o son muy escuálidas- manifestaciones de campaña. Incluso, ni siquiera se va a celebrar masivamente a los candidatos triunfantes. Prácticamente sólo van dirigentes políticos. Y ya ni se escuchan bocinazos de celebración en las calles de celebración de quienes «ganan».

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