
Crece el fuego cruzado en la coalición oficialista: el PPD arremete contra el Frente Amplio y Winter responde con llamado a una primaria “de futuro”
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La tensión dentro del oficialismo sigue escalando a medida que se acercan las primarias del 29 de junio, y las pugnas internas entre el Partido por la Democracia (PPD) y el Frente Amplio (FA) ya no se disimulan. A la reciente y polémica declaración del economista Óscar Landerretche —quien advirtió que un triunfo de Gonzalo Winter o de la comunista Jeannette Jara sería “entregarle el país a la derecha”— se suma ahora el senador PPD Jaime Quintana, quien volvió a agitar el avispero con una dura crítica al Frente Amplio, apelando incluso al fantasma de Giorgio Jackson y su comentada “superioridad moral”.
En entrevista con La Tercera, Quintana disparó contra lo que describió como “una moral rígida” por parte del FA, que —según él— se expresa en temas como seguridad, conflicto mapuche o lenguaje inclusivo, lo que terminaría debilitando las causas del progresismo. “Queda bastante de esa superioridad moral que verbalizó Jackson”, sostuvo el senador, en un intento por reinstalar uno de los ataques preferidos del establishment concertacionista contra el recambio generacional en la izquierda.
El trasfondo de este embate parece ser más profundo: se trata de una disputa entre dos almas del oficialismo. Por un lado, la vieja guardia del PPD y sectores de la ex-Concertación que buscan restaurar el consenso proempresarial, la estabilidad sin transformación, y un modelo que privilegia la “gobernabilidad” sobre las demandas de fondo. Por otro, una nueva generación que empuja por cambios estructurales, reformas profundas y una política más coherente con las promesas del estallido social.
El diputado Gonzalo Winter, precandidato presidencial del Frente Amplio, respondió este sábado al fuego cruzado con un llamado a la calma, pero también con una advertencia. “Propongo una primaria más propositiva, una primaria más de propuestas, una primaria más de futuro”, señaló, evitando caer en la provocación directa, aunque mencionó explícitamente tanto a Quintana como a Landerretche por sus recientes declaraciones.
“Las primarias deben ser una oportunidad para darle a la ciudadanía una discusión profunda sobre las propuestas que tenemos para que en Chile se viva mejor”, afirmó Winter, en lo que pareció un intento por reposicionar la discusión programática por sobre la interna intestina del progresismo.
Pero lo que queda en evidencia es un sector de la ex-Concertación incómodo con el ascenso de las nuevas fuerzas de izquierda. Para muchos, los ataques del PPD revelan un nerviosismo real ante la posibilidad de que el progresismo deje atrás definitivamente las fórmulas neoliberales que rigieron por tres décadas. En el fondo, lo que se propone desde esa vereda no es otra cosa que una restauración: volver a los pactos de la transición, al orden heredado, al “realismo sin renuncia”.
Desde las bases del Frente Amplio y del Partido Comunista, se perciben estas críticas como intentos de deslegitimar las demandas sociales bajo el argumento de que todo cambio es “radical” o “ingenuo”. Sin embargo, las encuestas muestran un electorado que ya no responde del mismo modo a las viejas fórmulas, y que podría estar buscando una alternativa real al continuismo maquillado.
La disputa está abierta y los próximos días serán claves. Lo que está en juego no es sólo una primaria presidencial, sino el proyecto político que representará al oficialismo en las elecciones de 2026: uno que aspire a transformar el país desde una perspectiva democrática y popular, o uno que prefiera administrar el modelo con leves retoques cosméticos.
En este escenario, el debate se agudiza y las máscaras comienzan a caer. El progresismo, para sobrevivir como opción real, tendrá que demostrar que no es rehén de los viejos pactos. Como dijo Gonzalo Winter, las primarias podrían ser una oportunidad. Pero también podrían ser una confirmación de que en Chile, aún hoy, el principal obstáculo para una izquierda transformadora está dentro de sus propias filas.
Renato Alvarado Vidal says:
>una nueva generación que empuja por cambios estructurales, reformas profundas y una política más coherente con las promesas del estallido social.
Este es el verso de la elección anterior; nada de eso se cumplió. El actual Presidente es un lastre para su generación y lo único más positivo de su administración es que ha dejado en claro que la política WOKE no es de izquierda.
Serafín Rodríguez says:
Las profundas diferencias que se han evidenciado en la primaria oficialista —al extremo de que las correspondientes candidaturas se manifiestan como claros enemigos políticos—, demuestran que la coalición del actual gobierno era una de conveniencia política en la repartija del poder y su ejercicio con fines político-electorales más que una de naturaleza programática.