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¡Comunistas!!!

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Una dirigente comunista se ha empinado como la vocera del pensamiento de izquierda en el Chile más  neoliberal del planeta.

Esta sorpresa, que llama la atención  del mundo entero, no es casualidad, pues tiene bases racionales de explicación  y justificación.

Al retorno de la “democracia”, se dio el primer fervor de esperanza popular. Luego de dos gobiernos liderados por presidentes pertenecientes a la DC. el pueblo constató  que sólo la función represiva del modelo militarista había suavizado un poco sus flagelos, pues otras espinas quedaron activas.

La llegada de un socialista, como Ricardo Lagos, volvió  a encender las esperanzas populares; pero al término  de su mandato otro balde de agua fría entumece las esperanzas populares.




Bachelet asoma como una líder diferente, cercana, sonriente, empática y víctima personal y familiar de Pinochet.

Pero si bien Bachelet concluye su primer gobierno  con alta popularidad, el balance de su gestión es ambivalente. Claro que se pone a la altura de Lagos en términos  de referente de la izquierda.

Con todo, el electorado chileno contiene un ritmo de fondo, un acorde amenazante, como las primeras notas de la quinta sinfonía ( del Destino, Beethoven): la derecha se mantiene pisando los talones a la Concertación. La fatalidad se cumple cuando la ciudadanía, decepcionada de la inmovilidad política, decide dar una oportunidad a la derecha ( si da lo mismo, pues todos son neoliberales, mejor probar con los originarios y no con la copia).

En 2010 se rompe la magia de la superioridad moral democrática y llega al gobierno una derecha triunfante, con un postulante prontuariado, declarado reo y fugado de la justicia. Este escenario, constituía una doble bofetada a los concertacionistas: electoral  y moral.

Ya sabemos lo revuelta y agitada que fue esa primera experiencia derechista, que terminó  con un nuevo triunfo de Bachelet, está vez incorporando en su alianza al partido Comunista y con un programa que levantaba reivindicaciones sociales y económicas, que si bien no eran del todo revolucionarias, constituían un verdadero escándalo para los concertacionistas ya apoltronados en el modelo neoliberal.

De hecho, fueron esos sectores de la DC (que no leyeron el programa de gobierno) más  esos PPD y socialistas hiper- renovados, quienes boicotearon desde dentro las reformas propuestas por el gobierno    ( la Cocina y la imposición de Jorge Burgos y Valdés         ( dos neoliberales) en las posiciones clave del gobierno.

Esta parálisis final del segundo gobierno de Bachelet con la “Nueva Mayoria”, alentó  el retorno de la derecha al poder con el mismo liderazgo del moralmente cuestionado empresario Sebastián  Piñera.

Con este segundo arribo de la derecha al poder, derrotando a la otrora invencible Concertación, le dio al sector reaccionar la certeza que el país- como lo anticipara Jaime Guzmán- estaba en sus manos, gobernará quien gobernará.

Ya sabemos en qué  calamitoso resultado vino en dar la soberbia derechista, que ciertamente no tenía  más  proyecto que el “crecimiento” y el chorreo que, a la inversa de salpicar algo hacia abajo, continuaba su curva ascendente de concentración de la riqueza.

Llega el turno de Jadue y Boric, pero también de Kast por la extrema derecha. Chile comienza a dejar de lado a los líderes de “los acuerdos” y comienzan a manifestar más  francamente los “desacuerdos”.

Sabemos que Jadue calculó  pésimamente su táctica  y su estrategia, sobre una soberbia triunfalista creyó  fácil  de instalar en el electorado una preferencia revolucionaria a toda orquesta.

Pero Boric fue más  astuto, pues sabía que los pueblos cambian de opciones políticas, pero difícilmente se duermen timoratos para despertar como héroes.

Así que como Frenteamplista, moderó su lenguaje y suavizó las conclusiones de la Convención  Constituyente, que estaba en pleno proceso, y logró  captar la confianza de un mayor espectro político que el que sostenía  la postulación de Jadue.

Indudablemente al frenteamplista Boric le tocó  bailar con la fea: derrota del proyecto constitucional; minoría parlamentaria; incremento de la pobreza, producto de la pandemia y las guerras; inflación  de causa externa ( la guerra ruso- ucraniana) e interna ( retiros de los fondos de pensión más  la escasez de suministros); delincuencia criminal, derivada de la migración, narcotráfico y pobreza.

La tarea fue evitar el naufragio en diversos frentes. Con todo, el Gobierno de Boric logró  sacar al nivel de flotación algunas tareas macro, pero no pudo satisfacer las frustradas esperanzas del mundo más  militante de la izquierda y de los sectores populares y la juventud.

Bien se sabe, por demás, que el sector del Frente Amplio es de natural extracción “burguesa- instruida”, no es de base trabajadora como el PC.  Y como dice un viejo político, “revolucionario que llega a ocupar un curul del Parlamento, ya no es más  revolucionario”.

Algo así  les pasó  a este grupete de estudiantes, que saltaron de los pupitres escolares al curul del Congreso. No hubo inmersión en las aguas turbulentas del pueblo y sus naufragios. Eso no quiere decir que no posean el discurso y la claridad teórica  de las lógicas del poder, en la dirección de los cambios.

Pero otra cosa es confrontar la mirada a los ojos del necesitado, de permanecer cohabitando sus cuitas generacionales, sus trayectos diarios del abuso.

Eso no lo tienen y no lo podían  sufrir. Entonces lo que les queda es la dialéctica de los ilustres, de las señorías, de la estratosfera. Pero por estar en tan grandes alturas, el pueblo que repta allá  abajo no logra ver ni oír.

Esta desconexión tocó  también a la generación de estos jóvenes que de las buenas intenciones saltaron a veces a las malas tentaciones, que como tormentas tropicales botan a los árboles  de escasa raíz.

Parece que la búsqueda de ensayo y decepción  continúa  en la izquierda. Ahora viene a manos de un liderazgo nacido de las clases populares, formada en una institución proletarista y en medio de un mundo individualista sin muchas convicciones solidarias y con poca fe en los políticos.

Veremos qué  resulta de esta nueva cara.

Pero lo cierto es que si no hay mayoría  parlamentaria, los cambios no serán, y si no se moviliza el pueblo de manera sistemática  y mayoritaria para pelear por sus derechos aplastados por medio siglo, ningún  liderazgo, por bien intencionado que parezca, podrá  superar los ciclos repetidos de esperanza y frustración  que, como maldición, nos vienen acompañando como nuestra propia sombra.

Lo de ser “comunista” no es lo más relevante. Las experiencia de los socialistas  en la práctica  del poder en Europa, han resultado en decantarlos del marxismo militante hacia la socialdemocracia (Italia, Francia, Alemania y el laborismo inglés).

Obviamente la derecha chilena, usará  como un obsequio de la izquierda, la consigna anticomunista.

Pero lo raro es que hasta el rector Peña ( reconocido hombre del establishment), afirma la historia democrática  del partido comunista chileno. No llega a hacer la comparación  con la derecha, cuya historia es vergonzosamente antidemocrática, pero por no explicitarlo, queda más  nítida  la interrogante.

El problema no es el “ comunismo” ….. El problema actual, en Chile y el mundo, es la derecha; basta echar un vistazo.

 

Hugo Latorre Fuenzalida



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Hugo Latorre Fuenzalida

Cientista social

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  1. Serafín Rodríguez says:

    Dados los términos de este artículo, me permito compartir el comentario de más abajo, el cual incluye un buen análisis y cifras, hasta donde entiendo irrebatibles, que circula en internet. Como no está firmado, desconozco su autoría pero parece en extremo interesante:

    «Dado que no milito en ningún partido de Gobierno, carezco de pretensiones electorales y, por ende, de intereses creados en las primarias presidenciales; y ante la proliferación de análisis dominados por la emocionalidad —sin el más mínimo rigor racional—, me permito señalar algunos datos concretos:
    1.⁠ ⁠Desde una perspectiva estrictamente numérica, las primarias de Apruebo Dignidad en 2021 convocaron a aproximadamente 1.75 millones de electores, mientras que en las de 2025 participaron cerca de 1.37 millones, lo que refleja una disminución de 380,000 votantes.
    o El exitismo de ciertos sectores de izquierda —que celebran la victoria con un 60% de los votos emitidos— ignora un hecho crucial: dicha cifra representa solo el 9% del padrón electoral total, lo que se traduce en un apoyo real del 5.4% para la candidata en cuestión.
    o Este fenómeno es análogo al del plebiscito de entrada (2020), donde el Apruebo obtuvo un 78% del 50.9% de participación (es decir, un 39.7% del padrón total), y luego en el plebiscito de salida (2022), el Apruebo obtuvo cerca del38 % en un escenario de voto obligatorio.
    2.⁠ ⁠Resultados históricos del Partido Comunista (PCCh):
    o Municipales 2016: 5.3% de los votos.
    o Parlamentarias 2017: 4.6%.
    o Municipales 2021: 5.3%.
    o Parlamentarias 2021: 5.1%.
    o Primarias 2025: 5.4% (la candidata en cuestión no rompió la tendencia, sino que se mantuvo en el rango habitual del PCCh).
    En síntesis, los porcentajes relativos (dentro de una elección restringida) no deben confundirse con respaldos absolutos. La narrativa triunfalista oculta una realidad fría: el Partido Comunista de Chile no ha logrado expandir su base electoral más allá de su núcleo duro.»

  2. Felipe Portales says:

    Boric -y su Gobierno- no puede legítimamente argüir que por no tener mayoría parlamentaria no pudo llevar a cabo las reformas prometidas en su campaña; ya que numerosas y muy importantes medidas de tipo neoliberal y represivas fueron adoptadas en uso de sus atribuciones presidenciales exclusivas, no importando el que tuviese o no mayoría parlamentaria.
    Entre ellas, nada menos que profundizar la inserción subordinada de Chile a la globalización neoliberal adhiriendo al TPP11 y activando la aprobación del Tratado con la Unión Europea, ¡pese a que en campaña se manifestó contra ellas!; promover el virtual regalo de la mitad del litio a Ponce Lerou hasta el 2060; acordar con la derecha un proyecto de ley en beneficio de las Isapres -¡que habían despojado ilegalmente por años a sus cotizantes de acuerdo a la Corte Suprema, la que ordenó su devolución!- al «perdonarles» cerca de mil millones de dólares de lo que debían devolver; militarizar la Araucanía de forma permanente, yendo mucho más en ello que el propio Piñera; y negarse a cumplir el fallo de la Justicia española que obliga al Estado de Chile a indemnizar a los herederos de Víctor Pey y a la Fundación Presidente Allende (con sede en España) por la ilegal confiscación de la dictadura de los bienes del diario «Clarín», lo que impide hasta el día de hoy que dichos herederos refloten dicho diario (que fue el de mayor circulación en Chile hasta el golpe) y ¡terminen con el duopolio El Mercurio-Copesa!…

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