
Una buena pregunta es cómo y por qué hemos llegado a no tener ni siquiera opciones electorales que contradigan la cultura dominante, que ofrezcan, aunque sea un poquito de decencia, que propongan rasgos solidarios, de escala humana, ya no digamos con un horizonte socialista, sino simplemente gestiones no neoliberales, de respeto y reconocimiento a la gente común y endeudada.














