
La actividad humana que provoca la quema de combustibles fósiles (petróleo, gas y carbón) está alterando el balance energético vital creando gases de efecto invernadero. La cantidad de dióxido de carbono (CO2) y otros gases en nuestra atmósfera han crecido a niveles nunca vistos en el último millón de años, hasta un 60% por encima del promedio.













