
Así, el reto para la izquierda, o para cualquier movimiento progresista, es monumental. Ya no basta con teorizar sobre el futuro o intentar recuperar el pasado. Las viejas fórmulas han quedado obsoletas, y es hora de que los actores políticos actúen con decisiones audaces y estratégicas. No se trata de salvar el capitalismo ni de inventar un socialismo utópico, sino de