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La política ‘camaleónica’ rebasó la taza de la paciencia

Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 51 segundos

Prensa Presidencia

Las organizaciones sociales decidieron no depender de tienda partidista alguna, y aunque el liderazgo aún se desconoce, él está en la calle. ¿Aparecerá cuando la coyuntura lo exija? Cuidado, pues la coyuntura es hoy.

 

Una gran mayoría de chilenos está desconforme con la conducción política del país … el Congreso no tiene credibilidad, el Poder Judicial ni qué decir, las policías tampoco, las iglesias menos. Sin embargo, es válido preguntarse ¿qué impide la unión de los ciudadanos honestos? ¿Por qué persisten en el tiempo los mismos corruptos manejando las riendas de la nación?

 

A un gran porcentaje de la población (quizás, a la mayoría de ella) no le interesa quién gobierne. Pareciese que en política  aquello de “ni chicha ni limoná” es una lamentable realidad del 70% de los electores. Es la política ‘camaleónica’, que cambia de color según la ocasión. Ello podría explicar además por qué en tan sólo dos lustros los ciudadanos hemos elegido un gobierno de derecha, luego uno de centroizquierda socialdemócrata, y otra vez uno de derecha.

 

Para los chilenos, “definirse políticamente” es un tiovivo que va marcando diferentes tendencias mayoritarias en lapsos muy cortos. Ello es miel sobre hojuelas para el sistema neoliberal, ya que sea cual sea el tipo de gobierno que tome asiento en la Moneda, efectuar cambios de fondo en materia económica es un asunto ímprobo y tal vez inexistente (nadie logra provocar cambios en serio en tan sólo cuatro años). De esa forma, el mentado sistema va caminando a paso seguro para convertirse en civilización.




 

Hoy, el ochenta por ciento de las actividades industriales, extractivas, comerciales y de servicios está en manos de un empresariado que sigue pujando por conseguir el veinte por ciento restante. El gas, el agua potable, el sistema de redes de alcantarillado, la luz eléctrica, la telefonía, el sistema previsional, la minería, la pesca, la riqueza forestal, la agricultura, las aguas de ríos y lagos, el transporte público, las rutas y principales carreteras del país, los cementerios, las otrora florecientes industrias creadas por CORFO, las universidades y la educación en su casi totalidad (al igual que la Salud), la capacitación laboral, los glaciares, las hoyas hidrográficas, e incluso los gobiernos ‘democráticos’ y el propio Congreso Nacional, además de un largo etcétera, se encuentran en poder de empresarios privados.

 

Tampoco ha existido en los gobiernos  del consorcio llamado ‘duopolio’ el más mínimo intento por poner un atajo efectivo a la expoliación provocada por  las AFP’s e Isapres, o reparar  esa ignominiosa dádiva –que tan dispendiosamente regalaron algunos mandatarios ‘progresistas’- de las concesiones de carreteras y autopistas…y por cierto dar de una buena vez marcha atrás a la entrega del agua potable y la energía eléctrica a consorcios privados.

 

Es momento de comenzar una redistribución justa, equitativa y digna que, por cierto, no desmedre ni ponga en riesgo la actividad privada pero que, en razón de la justicia, dé respuesta positiva a las demandas de la población. En buen romance y palabras simples, hay que dilucidar si tendremos un Estado enano e insignificante, o un Estado adecuado a los tiempos, macizo y eficiente.

 

Desde hace algunos años muchos articulistas y columnistas lo han venido pronosticando, pero ciertamente no fueron escuchados. El establishment neoliberal ha confiado en la desinformación, individualismo y pusilanimidad de los chilenos para hacer las de quico y caco con amiguismos, corruptelas, destrucción del medio ambiente, traiciones y mentiras.

 

A ese establishment se le dijo -en mil formas distintas- que de no mejorar drásticamente su conducta y de no provocar cambios sustantivos en el sistema, más temprano que tarde se produciría un reventón o explosión social, o como quiera usted llamar a ese evento. La respuesta en estos 20 años ha sido el silencio oficial.

 

Pero, el inerte tazón de la sociedad civil, donde descansa la paciencia,  se ha vaciado. Las organizaciones sociales decidieron no depender de tienda partidista alguna, y aunque el liderazgo aún se desconoce, él está en la calle, anda por ahí sin saber que es el líder que estos tiempos requiere. ¿Aparecerá cuando la coyuntura lo exija? Cuidado, pues la coyuntura es hoy.

 

Reitérese la pregunta; ¿Estado enano e insignificante, o un Estado adecuado a los tiempos, macizo y eficiente?  Seguir siendo ‘ni chicha ni limoná” constituye un apoyo sólido al statu quo que impetra el mega empresariado neoliberal que es quien realmente gobierna desde el año 1990 (¿o desde 1974?). Por lo demás, y seamos brutalmente francos, es lo que pretenden y anhelan también todos los partidos políticos que forman la collera “patrones-mayordomos”.

 

A estas alturas de los acontecimientos la paciencia se agota rápidamente, y el país se encuentra ad portas del temido “reventón social”. Ya no más ‘política camaleónica’ que, como bien sabemos, siempre ha sido una puerta abierta al totalitarismo, a la expoliación y al clasismo.

 

Es el momento de las definiciones. Mañana será tarde. Las organizaciones sociales llevan hoy el pandero, y tienen muy claro que “sólo el pueblo salva al pueblo”.

 

 

 

 

 

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  1. gumercindo peñafiel says:

    recuerdo que hace años a la pregunta «eres de izquierda?se respondia
    Si,de la izquierda independiente????
    La ambiguedad es una caracteristica de la idiosinsicracia chilena,que se expresaba en las cajas de fosforos,,,,,,,,60 fosforos..mas o menos!!!!!O soy catolico,pero no voy a misa»»»
    nunca una expresion segura y firme.
    se vea la actuitud de Isabel Allende(hija) nrespecto a Venezuela
    y de la Bachelet,para no hablar delos exilados «»que decian aundo regresemos vamos hacer la revolucion»»»
    resultado,todos apernados,millonarios,incluso aquellos que no tenian un puto peso ni siquiera para pagarse un cafe de dudosa calidad.
    triste destino de las sociedades sin una ideologia cultural asentada y solida

  2. Gino Vallega says:

    Los ciudadanos elegimos entre los candidatos impuestos por la oligarquía imperante y muchos «por el mal menor» sin opción a elegir como base popular.El amarre político de la democracia tutelada es una forma de terrorismo de estado.

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