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Los Evangélicos en el corazón del mundo sin corazón

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Para Federico Nietzsche la religión es un platonismo vulgar, (entiéndase para el vulgo); la religión cristiana, por ejemplo, sostiene la existencia de dos mundos: uno terrenal y el mundo de la trascendencia extraterrenal, y el hombre es un compuesto de cuerpo y alma, materia y espíritu. Al sobrevenir la muerte el alma inmortal se  separa del cuerpo, que luego se corrompe. El cuerpo es la cárcel del alma.

 

Nietzsche rechazaba también el racionalismo de Sócrates y de René Descartes: en una de sus obras, La gaya ciencia, en el episodio del “loco”, proclama la muerte de Dios: el loco baja de la montaña gritando “busco a Dios, los hombres lo han asesinado”, y lleva una linterna que el cristianismo ha utilizado como metáfora de la luz “hágase la luz”, (en la modernidad la dualidad luz-sombra, Dios-Demonio. blanco-negro, han perdido sentido). El público se ríe del loco haciéndole bromas y pronunciando improperios. El asesinato de Dios deja al hombre y la vida sin sentido, y no le queda más camino que adoptar el nihilismo o bien, la búsqueda del “superhombre”.

 

Karl Marx, en el libro La crítica de la filosofía del derecho de Hegel, (páginas 83-84), describe la religión: “la miseria religiosa es por una parte la expresión de la miseria real, y de otra parte la protesta contra la miseria real. La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el corazón del mundo sin corazón y el espíritu de una época sin espíritu. Es el opio del pueblo…es la realización fantástica de la esencia humana… Toda religión es perniciosa porque reduce al hombre a la esclavitud”.

 

El opio, en el siglo XIX, era la droga principal: servía tanto para adormecer al paciente en una cirugía, como para conducir al consumidor a mundos ideales, un analgésico que permite vivir en ese mundo sin corazón – hoy son los antidepresivos y otros medicamentos anti psicóticos -.




 

El  filósofo Paul Riqoeur, Nietzsche, Marx y Freud son los pensadores de la “sospecha”: a partir de ellos Dios ya no es tema, pues se le ha asesinado, o más optimista, como en la enajenación religiosa de Marx, desaparecerá junto con “la sociedad sin clases”.

 

Frente a la religión se pueden tomar varias actitudes: en primer lugar, creer en la iglesia como institución, (Jesucristo la fundó a través del apóstol Pedro); en segundo lugar, creer en Dios obviando la institución religiosa; en tercer lugar, desarrollar y vivir una espiritualidad sin Dios; en cuarto lugar, declararse enemigo de Dios, (lo era Voltaire Lois); creer, (como Epicuro), que los dioses son átomos más perfeccionados; en quinto lugar, dudar de la existencia de un mundo extraterrenal, (agnosticismo); en sexto lugar, no creer en la existencia de la trascendencia divina, ni cuestionarse sobre el tema.

 

En el mundo de hoy el único valor es el dinero y el éxito, y solamente se mantiene vivos a los derrotados para hacer más ricos a los ya ricos y, además, para que reproduzcan la especie humana.

 

Las religiones se han convertido – siguiendo a Marx – “en el espíritu de un mundo sin espíritu”, pero en el caso de la iglesia católica, la institución pontificia está sufriendo un proceso de disolución, pues los Pontífices, los cardenales, los obispos y los sacerdotes, en vez de ser verdaderos puentes que conducen hacia la verdad y el bien, son pastores convertidos en lobos, que abusan de las ovejas – especialmente de niños y niñas -.

 

La iglesia católica, heredera de los emperadores romanos, sólo puede sobrevivir sobre la base del poder, que se explica por la existencia de un Estado, El Vaticano, y de un rey absoluto, el Papa, asesorado por cardenales y obispos. Además, cuenta con un Banco, que los provee de mucho dinero, producto de operaciones financieras – no muy distintas de los demás bancos italianos -.

 

Jesucristo y la creencia en la recompensa de otro mundo sigue impulsando a los desgraciados, a los derrotados, a los marginales, a los pobres…a soportar este valle de lágrimas con la esperanza de otra vida mejor, lo cual es ilógico – como lo sostenía Epicuro – “la muerte es la no-vida”, es decir, mientras estamos vivos, no estamos muertos.

 

La esencia del poder ha sido siempre la corrupción: toda institución, en un momento dado de la historia, se corrompe. Es un lugar común el planteamiento de la tesis de que el cristianismo haya sido una de las causas del derrumbe del imperio romano.

 

 

Las religiones monoteístas generalmente traicionan sus textos-base: el Decálogo de Moisés, por ejemplo, dice “no matarás” y las guerras de religión han sido de las más mortíferas de la historia; en el Corán se invoca la Yihad, pero podría ser interpretada en forma ambigua: una minoría de sus lectores puede interpretarla como lucha para la perfección humana – algo así como la “agonía” para los griegos –, pero mayoría la interpreta como una guerra santa, en que corran ríos de sangre de los infieles.

 

Ante el actual derrumbe de la iglesia católica, son las sectas protestantes que se han convertido en el refugio de los pobres, a quienes conducen, por medio de la prédica, a convertirse en una fuerza principal del fanatismo ultraderechista, (ni el triunfo de Donald Trump, ni el de Jair Bolsonaro tendrían explicación lógica sin el aporte de los evangélicos cavernarios.

 

Los Libros Sagrados siempre han tenido una interpretación violenta y sangrienta: Hitler fue católico y Mussolini supo usar muy bien a la iglesia estableciendo el Concordato. Muchos curas protegieron a los criminales nazis y colaboraron para el refugio en América Latina. Hay un Cristo “pacifista” y hay otro violento, que azota a los vendedores del Templo; hay un Cristo Rey y otro, obrero; el primero era el líder de los falangistas y, el segundo, del Grupo Germen, de Fernando Vives y Clotario Blest. El Cristo violento justifica a la “santa inquisición”, mientras que el pacifista, a la “no violencia activa”; por el violento,  considera la pena de muerte como un bien – Según el ideólogo de la dictadura chilena, Jaime Guzmán, da la oportunidad al condenado de convertirse en el último minuto -.

 

En el mundo del dualismo hay santos que, seguramente, van al infierno, y otros, al cielo: Pío X, Escrivá de Balaguer y el polaco, Juan Pablo II… tuvieron suficientes méritos para ser conducidos por Virgilio a alguno de los círculos del infierno; otros serán invitados a gozar de la gloria eterna – como los hoy llamados a formar parte de la legión de los santos, como Monseñor Arnulfo Romero y Pablo VI, (el Papa Montani, protector de la Democracia Cristiana y amigo personal de Aldo Moro).

 

 

 

La iglesia, a través de los tiempos, nunca ha soportado la separación del Estado: el poder y la política, para los cardenales, es mil veces más importante que la creencia en Dios y su dedicación al apostolado, (“a Dios queremos en nuestras leyes, en las escuelas y en el hogar…”).

En la Escolástica, una de las discusiones principales era averiguar cuántos ángeles caben en el ojo de un alfiler; Santo Tomás de Aquino dedicó dos tomos de la Suma Teológica a este tema.  En el siglo XXI, ningún filósofo se plantea tan absurda disputa, pues con “la muerte de Dios” pasamos al reino de la ciencia y de la razón, y hoy, al de “Mamón”, el dios-dinero, y a la pos-verdad, y según Foucault, a “la muerte del hombre”.

 

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

21/08/2019

Bibliografía

Nietzsche Federico

La gaya ciencia

Así hablo Zaratustra  

El anti Cristo

Ecce  Homo

El viajero y  la sombra

Carlos Marx

Contribución a la Crítica  de la filosofía del derecho de Hegel

Werner Post  La crítica de la religión  en Karl Marx

Nietzsche Federico  Más allá del bien y del mal

Nietzsche Federico  Aurora

Celso El discurso Verdadero  contra los cristianos

Carlos Marx  Tesis sobre  Feuerbach

Carlos Marx  Miseria de la filosofía

Carlos  Marx  la Ideología Alemana            

Weber Marx  Sociología de la religión

Weber  Marx  La ética protestante  y   el  espirito  del  capitalismo           



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  1. libertad joan franco alvarez says:

    Está bien la bibliografía y lo mejor es el último párrafo, que cierra todo con Foucault anunciando a «la muerte del hombre» mostrando antes de este final el nuevo dios el dinero y la pos-verdad, hasta ahí me queda claro, pero lo que esta vez no me quedó claro, es que ud. no opina como otras veces , describe ciertas expresiones ,pero no se quema para nada. Me habría gustado haber leído más fuerza en el texto , como lo ha hecho otras veces, recordando además que ud. es un historiador neto.Derechamente el canutismo, lo digo peyorativamente, para deslizar mi mala voluntad hacia un personaje vomitivo, misógino, ignorante, intolerable, extremista , ideológicamente analfabeto, como ese señor Bolsonaro se ha agarrado con pies y manos de los miles de adeptos a esa fe, no sé si en Dios,o en las tonterías absurdas de sus predicadores, quienes jamás terminarán por saciar su vagancia, su verborrea mercantil enriqueciéndose con la ceguera de esa pobre gente , la que mas tarde será utilizada para elegir presidentes de esta calaña , como los que menciona el texto.

  2. pucha gumucio, pense que ibas a reportear de los canutos en la politica actual, pero me sales con media bibliografia de hombres muertos: La CIA hace mucho tiempo (de los 60s) que anda promoviendo la canuteria, los renacidos, los carismaticos para que tomen posiciones de poder en America Latina, y ya ves lo han logrado.

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