Crónicas de un país anormal

“El odio nada engendra, sólo el amor es fecundo” (Arturo Alessandri Palma)

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Esta frase la copió el joven Alessandri de una inscripción en un banco, en la Plaza de Iquique, y que pertenece al político español Castelar.

 

Chile es uno de los países donde abundan los hipócritas, pues nuestra historia está saturada de odios y de crímenes, y osan hablar todos del amor que nos une. La frase de este artículo, copiada por Alessandri Palma, un Presidente que tiene a su haber la masacre de Ranquil y Lonquimay, así como también la del Seguro Obrero, (de responder por esta última se salvó por tener mayoría parlamentaria), muestra cuán hipócrita es nuestra clase dirigente.

 

Es tan hipócrita y falsa la historia que aprenden los estudiantes chilenos que llegan hasta creer que la totalidad de los Presidentes chilenos han sido íntegros, honrados y respetuosos de los derechos humanos.

 

La verdad histórica es todo lo contrario: casi todos, salvo Pedro Aguirre Cerda y Salvador Allende, no ha habido Presidentes que no hayan ordenado masacres contra el pueblo, como también terminado su gobierno más rico que antes, (el mito de la pobreza de Aníbal Pinto es una falsedad inventada por el historiador Francisco Antonio Encina, y estimando mucho a don Patricio Aylwin no podemos decir que terminó su período en la inopia, argumento que ha servido para pagar injustas jubilaciones a los ex Presidentes de la República, así sepamos que, uno de ellos, Sebastián Piñera, sea multimillonario).




 

Dejemos de lado la historia y veamos la realidad actual: la derecha siempre ha sido la culpable de sembrar el odio que ha conducido a la ciudadanía a padecer los peores crímenes; las únicas dos dictaduras que han existido en Chile han sido de derecha: la de Carlos Ibáñez del Campo y de Augusto Pinochet.

 

Augusto Pinochet, el criminal más cruel y despiadado que ha existido a través de la vida política chilena, no tuvo ningún empacho en hacer desaparecer y lanzar al mar a miles de chilenos por el solo hecho de pensar distinto, además de permitir la tortura, prisión, fusilamiento y exilio de otros tantos ciudadanos.

 

El fascismo-nazismo constituye una ideología cuyo centro es el odio, y tanto Francisco Franco, como Augusto Pinochet son representantes fidedignos de esta doctrina de odio.

 

Al menos, en el caso chileno, a los partidos políticos de izquierda no se les puede achacar ningún crimen, más bien son víctimas y no verdugos. (Vale la pena recordar que el máximo ideólogo de la extrema derecha mundial, Joseph de Maitre, basa su obra principal en la apología del verdugo; en Chile, es demasiado farisaico el que Jacqueline van Rysselberghe e Iván Moreira, fanáticos admiradores y seguidores del criminal Pinochet, se atrevan a acusar al alcalde de Recoleta,Daniel Jadue, de incitar al odio y a la violencia por el solo hecho de decir que el pueblo debe defenderse de la acometida de la fuerza pública, para no ser enviado al matadero, tal como ocurrió en el año 1973 y siguientes, durante 17 años.

 

Hoy, los jóvenes chilenos, muchos de ellos familiares de víctimas de la dictadura de Pinochet, ya no tienen miedo y están dispuestos a afrontar la represión militar, así tengan que pagar un precio en vidas, torturas y secuelas, como la pérdida de la visión. Afortunadamente esta juventud, sin haber experimentado directamente los horrores cometidos durante el gobierno militar, son más que conscientes de que más vale “morir luchando, pero de hambre ni cagando”.

 

Sebastián Piñera, hoy entregado a la UDI, al desconocer la verdadera realidad y tragedia del pueblo, (como lo expresó también su esposa, que cree que el pueblo es alienígena), le van quedando dos caminos: el primero, usar a las Fuerzas Armadas y masacrar a los “rebeldes”, (el ejército chileno no ha ganado ninguna guerra contra enemigos extranjeros, y sí contra el pueblo mapuche, contra los obreros del salitre, en Santa María de Iquique, contra los estudiantes en el Seguro Obrero y la violación sistemática de los derechos humanos durante la dictadura militar de Pinochet, es decir, la única guerra ganada se dio el bombardeo del Palacio de La Moneda), y el segundo camino, la instauración de una dictadura militar.

 

Ninguna persona biennacida puede aplaudir que se queme una biblioteca, un centro cultural, (Cine Arte Alameda) o el atentado contra el Museo Violeta Parra, sin embargo, esta práctica bestial fue llevada a cabo en el Complejo Habitacional San Borja, por ejemplo. Es fascismo lleva intrínseco el odio a la cultura y a las ideas.

 

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)3/03/2020

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