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Trump, Bolsonaro y Piñera: tres líderes en la cúspide del delirio y la pandemia

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Estos tres personajes políticos del continente americano rememoran, a veces, al famoso trio de cómicos estadounidenses «Los tres chiflados», aunque la investidura del cargo que ostentan, dista mucho de tener por misión entretener a la gente y causar placer.

Por circunstancias de la historia política contempóranea, los tres treparon sobre el descrédito de la política en sus respectivos países, hasta encumbrarse a lo más alto del poder, ocupando el cargo de presidente, basado en un discurso populista de ultraderecha que estuvo plagado de promesas que nunca pensaron cumplir. Los ofertones sirvieron para obtener el apoyo mayoritario de una muchedumbre que, desencantada de «la política tradicional», volcó sus esperanzas de una vida mejor en manos de «los redentores de los desesperados».

Los tres personajes, aparte de representar intereses económicos de grupos minoritarios, tienen muchas cosas en común: son religiosos fanáticos; Trump, prebisteriano (protestante) Bolsonaro, evangélico/católico (dado que no renunció al catolicismo) y Piñera, católico. Los tres han usado la religión para hacer campañas políticas y engañar a la gente, basada en compañas del terror ante posibles cambios del modelo de explotación neoliberal y haciendo gala de una fe que no profesan, pero que públicamente confiensan y les ha llevado a sostener que «ellos encarnan los designios de Dios para contener el descontento popular y la rebelión de los impios».

Los tres presentan evidentes rasgos de trastornos de personalidad: son mesiánicos y narcisistas y a menudo están transgrediendo disposiciones legales, normas éticas establecidas en la sociedad y pasando por encima de otras formas que regulan la convivencia social, atropellan leyes e interfieren en otros poderes del Estado. A manera de ejemplo, se puede decir que ni Trump, ni Bolsonaro usaban mascarillas en los actos públicos, contraviniendo las disposiciones sanitarias recomendadas por la autoridad de su país. Tampoco guardaban la distancia física establecida para la emergencia. Han hecho caso omiso de las recomendaciones de los expertos para contener la pandemia. En el caso de Piñera, si bien ha usado mascarilla más de una vez ha roto las recomendaciones sanitarias y ha salido innecesariamente a provocar a la ciudadanía, sentándose después del toque de queda en la plaza de la Dignidad y en otra ocasión a comprar vino, vestido de blanco, para hacerse más visible durante la noche. En otro acto de provocación e indolencia en el funeral de su tío Bernardino Piñera, levantaron la tapa del ataúd, como reafirmación que don Sebastián, sus familiares y amigos están por sobre las disposiciones sanitarias que rigen para «el resto de los mortales».




Trump prometíó a sus seguidores «volver a hacer grande a América». Cuando Trump habla de América, quiere decir Estados Unidos de Norte América. Para él, el resto del continente no tiene importancia. Esto lo reafirmó Piñera cuando, con sumisión canina, le obsequió los símbolos de la República de Chile, en un acto de provocación y agravio que comprometía la dignidad de la nación que preside. Entre los delirios de Trump, que no son pocos, tuvo la idea de recetar, como antídoto contra el coronavirus, un tipo de detergente a sus irreflexivos seguidores, lo que afortunadamente no llego a tener una acogída masiva, de lo contrario esa acción pudo haber dejado consecuencias graves para muchos de los seguidores de los consejos del ahora «dr.Trump», terminando intoxicados.

Bolsonaro, por su parte, prometió a los brasileños sanear la política y terminar con la corrupción de los gobiernos anteriores y combatir a marxistas, homosexuales y otras categorías, que según él son odiadas por Dios. En tanto, él hacía exactamente lo contrario a lo prometido, gobernando con funcionarios corruptos en distintos estamentos del Estado, obstruyendo investigaciones judiciales y destituyendo a jueces y fiscales que intentaron investigar los oscuros negocios de sus hijos. Su propio patrimonio era materia de investigación durante su candidatura, entre lo que se contaban 13 propiedades adquiridas a precios inferiores al avalúo de la comuna de Rio.(1) Claro él no era Lula, sino un protegido por los empresarios, el ejército, el poder judicial y todos quienes se coludieron para encarcelar al ex presidente Lula a fin de sacarlo de la contienda electoral.

Piñera, ganó las elecciones en Chile, luego de orquestar una muy bien montada compaña que duró más de 4 años, con lo cual infringía claramente las leyes que regulan esas actividades. Como dinero le sobraba para esos efectos, el mismo día, si no antes de terminar su primer mandato, organizó su comando electoral bajo el disfraz de un grupo llamado Tantauco bajo el paraguas de la Fundación Futuro. A partir de ese momento inició su candidatura, apoyado por el gran empresariado y, por supuesto, los medios de comunicación en Chile que también les pertenecen. Su campaña se basó en una batería de ofertones, algunas de ellos ya se conocían desde su candidatura anterior. A manera de ejemplo, citamos: se terminará la delincuencia, crearemos millones de empleos, de calidad y buenos salarios, ayuda a «los emprendedores», los niños primero etc. Cerraba su proclama con la frase: «Arriba los corazones que vienen tiempos mejores».

Estos tres personajes: religiosos, millonarios, impúdicos, insensibles, populistas de ultraderecha, mentirosos y narcisistas, tienen también en común el gobernar de espaldas al pueblo que «engatusaron» y de haber hecho un manejo desastrozo en el control de la pandemia de covid-19 en sus respectivos países. Estados Unidos lidera los contagios y muertes en el mundo, con más de 3.533.905 contagios y 138.358 muertos, seguido de Brasil que ocupa el segundo lugar en ese triste ranking con 2.014.738 contagios y 76.822 muertes. Mientras Chile que es 17 veces menor que USA en población y 12 veces menor que Brasil, ocupa un lugar también destacado en el desastre y se ubica actualmente en el 7ª lugar a nivel mundial, con 323.698 casos de contagios (la cifra más alta por millón de habitantes en el mundo= 16.811) (2) y una letalidad todavía no conocida,dado que existen dos registros de muertes por covid-19 que arrojan resultados distintos. Los ministros de salud de turno, se negaron sistematicamente a sincerar las cifras.
Ninguno de los tres gobernantes ha cumplido las promesas hechas a sus electores y, de paso, a sus demás compatriotas. Lo que sí dejan como resultado innegable es una pésima gestión en el control de la pandemia. Estados Unidos y Brasil, cuyos gobernantes, aparte de las características citadas con anterioridad, les distingue el negacionismo ante la gravedad de la pandemia. En el caso de Piñera, habrá que atribuir el resultado a su incapacidad para gobernar, junto a un equipo de ministros y asesores que no estuvo a la altura de los desafíos y al hecho de priorizar el factor económico por sobre la salud de la población.

(1) eldesconcierto.cl 08/01/2020
(2) www.gogle.com covid-19.map 17/97/2020.

Por Higinio Delgado Fuentealba.

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