Crónicas de un país anormal

Piñera en la senda de Pinochet:  ambos denunciados ante tribunales Internacionales por crímenes de lesa humanidad

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Augusto Pinochet, también denunciado por crímenes de lesa humanidad, salvó gracias a la complicidad del Presidente de ese entonces, Eduardo Frei Ruiz-Tagle, y de su ministro, José Miguel Insulza, (actualmente, senador socialista), quienes junto a la ex Primera Ministra de Inglaterra, Margareth Thacher, y del Nuncio, (había sido representante del Vaticano en Chile), Ángelo Sodano.

Los repetidamente traidores de la Concertación concedían pasaportes diplomáticos al tirano y a sus acompañantes con notoria facilidad, los que eran utilizados para adquirir armamento, un muy buen negocio para las personas que se dedican al tráfico de armas, y que viene desde hace siglos, (Voltaire, por ejemplo, se hizo millonario gracias a este affaire; en el Termidor, en la época napoleónica, era muy buen negocio para convertirse en rico con gran rapidez, y hoy lo hacen los parlamentarios, que ahora se enriquecen más fácilmente que al ganar la lotería).

A Augusto Pinochet le encantaba la ciudad de Londres, y haciendo caso omiso a las sugerencias atinadas de sus asesores fue a esa ciudad para someterse a un procedimiento quirúrgico en la London Clinic y, sorpresivamente, luego de la operación, amaneció rodeado por la policía de ese país bajo el requerimiento de la Corte de Justicia española.

El juez Baltasar Garzón, que se había hecho famoso a causa de su investigación a los militares argentinos, acusados de crímenes de lesa humanidad, esta vez fue pieza clave en la petición de extradición del dictador Pinochet a España, acusado por ese mismo delito. En Chile, los derechistas pusieron el grito en el cielo:  Evelyn Matthei, alcaldesa de Providencia en ese entonces, se negó, como protesta, a retirar la basura de la Embajada de España; el actual mandatario chileno, Sebastián Piñera, abogaba con ardor por la libertad de Pinochet, y al candidato presidencial actual, Joaquín Lavín, le soplaban los discursos de defensa de Pinochet, (y, a sabiendas de estos hechos, no faltará el imbécil, incluso ex concertacionista, que vote por él o por la candidata que la derecha designe).




Al final, después de muchos exámenes de galenos ingleses y chilenos, declararon a Pinochet como atrasado mental, permitiéndole volver a Chile, donde mostró, al bajarse del avión, un estado atlético envidiable.

Entre tantos derechistas y traidores de centro izquierda también hay personas dignas y respetables, (como lo fue el juez Juan Guzmán Tapia, recientemente fallecido, que tuvo el valor de interrogar al tirano, antes de que la muerte lo salvara de la cárcel).

La justicia internacional ha ido perfeccionándose reduciendo el número de mandatarios que roban y matan, sin embargo, algunos quedan impunes.

Sebastián Piñera, en su segundo gobierno y a raíz del “estallido social” comenzado el 18 de octubre de 2019, además de “declarar la guerra” al pueblo de Chile, tiene la responsabilidad judicial y política de un considerable número de muertos, heridos, torturados, violados sexualmente, mutilados y con traumas oculares irreversibles. Hasta ahora, la justicia chilena ha hecho muy poco para esclarecer los crímenes de lesa humanidad cometidos durante el segundo gobierno de Piñera, y como en el caso del Banco de Talca, el Presidente está seguro de salir ileso de este “impase”, (el dicho “cuando la justicia que tarda no es justicia”,  es perfectamente aplicable en “Tontilandia”).

Y las víctimas de los atropellos a los derechos humanos siguen esperando justicia. El único camino, hasta ahora posible, es el de recurrir a la justicia internacional, en este caso, con el concurso del valiente juez español, Baltasar Garzón.

Chile no es el único país en que justicia respecto a los derechos humanos  no se aplica, pues incluso, en España el tiempo para castigar los crímenes de Estado del franquismo se han acogido a la  prescribió(esto que los crímenes  son imprescriptibles no se aplica en ningún país )y, ni siquiera, las víctimas o sus familiares han podido lograr una decente reparación, y lo mismo ocurrió en Argentina, donde el Presidente Raúl Alfonsín logró la prisión de los jefes de la Junta Militar de Gobierno, pero el Presidente neoliberal, Carlos Saúl Menem, les concedió la amnistía; el Mandatario Néstor Kirchner ordenó la reapertura del juicio contra los genocidas y, además, tuvo la decencia de retirar las fotos de los criminales, que estaban en la Academia de Guerra.

Esperemos que, esta vez, Sebastián Piñera, así sea después de finalizar su mandato, sea juzgado por crímenes de lesa humanidad.

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

03/05/2021

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Historiador y cronista

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