Crónicas de un país anormal

Covid-19: viejicidio y pobrecidio

Tiempo de lectura aprox: 2 minutos, 30 segundos

De esta peste y de la recesión económica nadie saldrá indemne y, al igual que en los tiempos que siguieron a la Peste Negra y a la Gripe Española el paradigma, impuesto por las élites, cambiará radicalmente el mapa del poder.

En filosofía solemos llamar “situaciones límites” a los grandes desastres que acaecen en la humanidad: todos los valores son puestos en cuestión y la noción del tiempo pierde su sentido, sobre todo en las llamadas “cuarentenas” cuando nuestra rutina se ve completamente trastocada, (sin reloj despertador que nos recuerde la partida al trabajo, es decir, una especie de tiempo plano y un cuasi eterno paréntesis).

Las situaciones límites nos coloca ante la realidad de la finitud y de la imperfección del hombre y la vida: la Peste Negra, por ejemplo, no sólo anticipó la modernidad con el predominio del individuo y el establecimiento del reino de la razón y las certezas de la ciencia, sino que también presagió del fin de las élites eclesiásticas y feudales, la independencia de la política y el poder respecto de la religión y los mandatos de la iglesia católica.

Otros paraísos vinieron a reemplazar al de Adán y Eva, también el miedo al infierno: no en vano, la utopía y la parusía se ubican en el fin de la ingenua historia del progreso indefinido, incluso, que el avance de la ciencia y la tecnología llevará un día a retardar la muerte, (lo describieron José Saramago y Jorge Luis Borges, entre otros).




Las élites modernas han creído que la reproducción del dinero es tan ilimitada como la reproducción de los distintos virus y que el capitalismo no puede morir, pues sólo puede sufrir algunas crisis económicas, incluso, depresiones, pero no su destrucción definitiva.

El neoliberalismo salvaje no ha hecho más que destruir aquello que, tal vez, podría salvarlo de la peste Covid-19 y de las consecuencias económicas que conlleva. Trump y Bolsonaro acentuaron la privatización de la salud haciendo imposible que sus hospitales públicos pudieran enfrentar la actual pandemia, incluso, han elegido el camino de reducir el impacto al tratarla como una simple gripe.

Gracias al Coronavirus las élites podrán lograr la utopía darwiniana de la selección de las especies: sin ni siquiera “pedírselo”, el virus está cumpliendo la tarea que le es propia, de propagarse más entre los viejos y pobres, enfermos basales y, en general, de los más débiles e indefensos, que obligan al mercado y al Estado a socorrerlos con migajas que no son suficientes para salvar sus vidas.

En situaciones límites el ogro filantrópico deja de cumplir las tareas de un capitalismo compasivo y actúa con brutalidad en contra de viejos y pobres. En Ecuador, el gobierno de Lenin Moreno no ha dudado en arrojar los cadáveres de las víctimas del virus, en su mayoría anciano y pobres, a las fosas comunes; otro tanto ocurre en Nueva York, en que dispuso una isla a donde se conduzcan los cadáveres. En España, en los asilos de ancianos, la policía ha encontrado muertas a personas de la tercera edad, a quienes sus familiares no tenido la oportunidad, ni siquiera, de despedirlos.

Nunca un Estado ha tenido tal poder coercitivo como la peste: puede darse el lujo, en “en razón del bien de los ciudadanos” de enviar a cuarentenas arbitrarias, confiscándole al ciudadano todo los todas sus libertades democráticas en aras del bien común. los ministros de Salud son como “el Gran Hermano” y “Napoleón”, en las obras George Orwell.

La cuarentena para los ricos, en general, no es igual que para los pobres: para los primeros, casas grandes, numerosas habitaciones y comodidades, mientras que para los segundos, mediaguas, campamentos, villas miseria y favelas, o bien viviendas con una superficie de treinta a cuarenta metros, donde alojan diez personas en una sola habitación, con el consiguiente peligro de contagio.

En Argentina, la cuarentena va a cumplir un mes, en un país en que el 50% son pobres. Una monja franciscana dio su testimonio en el sentido de que los villeros temen más a las tuberculosis y a otras enfermedades endémicas, que al Coronavirus.

En India, los millones de pobres han tenido que huir de la capital a fin de evitar el hambre, producto del confinamiento y, por consiguiente, la imposibilidad de trabajar.

En todos los casos, pobres y viejos terminarán pagando la factura, en consecuencia, es falso que la muerte iguala a pobres y ricos.

 

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

14/04/2020

 

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  1. uier negociación con ellos says:

    La teoría de la evolución de Darwin , propone que subsistirá «el que se adapte mejor» , el más «apto» y no necesariamente «el más fuerte». Herbert Spencer transformó la «salección natural» de Darwin en prevalencia del más fuerte que se usa en el Darwinismo Social.Esto como colofón a una posible discutible interpretación del principio de la selección natural.

  2. ramon roman says:

    Don Rafa, ponga más atención a lo que trata de expresar. Yo sé que usted, fuera de ser inteligente, es más que letrado y sus conocimientos de los seres humanos que han expresdo sus impresiones de lo que la existencia es, está interpretado a través de miles de escritos que ellos dejaron y que todavía dejan y que están al alcance de todos los que quieran saber lo que otros a través de la evolución de nuestra especie, pensaban y piensan de lo que es el propósito de nuestra existencia, por supuesto, fuera de lo que nosotros, el resto de los mortales, pensamos acerca de este propósito. Toda esta verborrea mía tiene que ver con el úlitmo párrafo que usted escribió y que se lee asi y lo cito: «En todos los casos, pobres y viejos terminarán pagando la factura, en consecuencia, es falso que la muerte iguala a pobres y ricos.». Dígame, don Rafa, ¿Como sasben los muertos que hay una diferencia entre pobres y ricos después que dejan este valle de lágrimas, que es un valle de lágrimas para ;la mayoría? Por supuesto, don Rafa, que en vida, SI QUE LOS SERES HUMANOS SABEN DE ESTA DIFERENCIA ABISMANTE, Y SIEMPRE EN ESTE SISTEMA ECONÓMIOCO, LOS POBRES Y VIEJOS SIEMPRE TERMINAMOS PAGANDO CUALQUIER FACTURA QUE EL SISTEMA NOS IMPONE, PERO ¿MUERTOS? Con todo respeto le pregunto, ¿qué trató de decir con el ultimo parrafo?

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