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La escalada del conflicto entre Rusia y Ucrania amenaza con complicar la estrategia del primero: ocupar una gran ciudad, de cerca de  tres millones de habitantes, no es una tarea fácil. Incluso con un ejército tan poderoso como el ruso, y en caso de lograr  instalar un gobierno “títere”, Rusia tendría que soportar una serie de atentados terroristas de una guerrilla irregular, (cuando un pueblo no acepta la ocupación es muy difícil la contención constante por parte de los invasores, y ejemplos en la historia se han dado en muchas ocasiones).

Por otra parte, es necesaria la colaboración de los ciudadanos en el país ocupado a fin de evitar atentados terroristas o guerrillas urbanas. En el caso concreto de Ucrania las ciudades del Este y del Sur marcan un predominio del idioma ruso, y por el contrario, las ciudades del centro, donde se ubica la capital, y las del occidente, (frontera con Polonia, Hungría, Eslovaquia, Rumania y Moldavia), se habla el idioma ucraniano, (a través de la historia, por ejemplo, la lucha entre Polonia y la Rusia zarista existió durante mucho tiempo).

En el caso de la ocupación nazi, en Francia, durante la República de Vichy, pudo mantenerse gracias al servilismo de Philippe Pétain, con la colaboración de la mayor parte de los ciudadanos franceses, tanto en la zona ocupada, como en la libre, que hizo que esta colaboración fuera muy difícil cuando los franceses tomaron el camino de la resistencia de los Maqui, incluso en París; otro ejemplo cercano es la ocupación de Lima por el ejército chileno, (en la guerra del Pacífico), ocupación que se prolongó por tres años a causa de la resistencia de la guerrilla, liderada por Avelino Cáceres, en la sierra peruana).

Basta ver un mapa de la extensión geográfica de los Pactos de Varsovia y la OTAN para comprender que ambos bloques dominaron, en la práctica, gran parte de Europa, Asia, América del Norte, (Canadá y Estados Unidos), y Oceanía. El fin del Pacto de Varsovia coincidió con la extensión de la OTAN hacia los países del antiguo bloque soviético, como también las ex Repúblicas de la URSS.




Las teorías geográficas y geopolíticas del escritor británico Hartford Mackinder, que estuvieron de moda tanto antes de la  Primera, como de la Segunda Guerra Mundial, han revivido debido a la guerra económica entre Estados Unidos y China y, por extensión, al mundo tripular, (EEUU, China y Rusia). La teoría de este pensador británico se basa en la concepción de un territorio pivote, de una isla en el corazón de Europa que dominará el mundo. Este pivote coincide con la actual Eurasia, que se extiende desde el río Volga hasta el Yangtzé.  Una disputa se extiende desde la antigüedad entre los imperios marítimos y los terrestres: los mongoles, (los Unos), estuvieron a punto de aniquilar el imperio mediterráneo romano; posteriormente, el emperador mongol, Gengis Kan, a través de sus huestes, no sólo importó la peste bubónica, sino también  ataco a los venecianos y  posteriormente los otomano  expandieron por el mundo  conocido el islam y tomaron Constantinopla llegando a las puertas de Viena .

El siglo XV se caracteriza por el dominio de los imperios marítimos, (Francia, Holanda, el imperio británico, España y Portugal); en el siglo XIX, los imperios tanto francés como el británico, e incluso otros países de Europa como Bélgica, se extienden a África y Asia, dominando a China a través de las guerras del opio.

En la Primera Guerra Mundial se puso de moda la tesis de la “isla corazón del mundo”, de MacKinder, y Rusia era visualizada como hegemónica en Eurasia, pero fue incapaz de vencer en la Guerra, y en el año 1917, y las dos revoluciones, (en febrero y en octubre), pusieron fin al imperio zarista, y embarcaron a los bolcheviques en la guerra civil. No faltaron los discípulos de  Halford Mackinder que trataron de visualizar una alianza entre alemanes y bolcheviques que marcarían la hegemonía del área pivote sobre los cinturones internos y externos.

Geógrafos adherentes al nazismo vieron en el pacto ruso-soviético, de 1939, una confirmación de la teoría expresada en el pivote geográfico en la historia, del autor Mackinder, entre quienes cabe mencionar a Karl Haushofer  además del líder nazi Rudolf Hess. En plena Guerra Fría el Presidente Harry Truman, retomando las teorías de Mackinder, resaltó la peligrosidad de la URSS como potencia hegemónicas de la “isla pivote” en Eurasia.

Para entender el conflicto ruso-ucraniano no podemos conformarnos con sólo el aporte de la ciencia política, sino también la consideración del largo período histórico, aportado por la Escuela francesa de los Anales y, sobre todo, apoyada por la geografía. Uno de los teóricos que influye en la concepción teórica de Vladimir Putin es Alexander Dungin, famoso por su análisis cultural y filosófico de la Eurasia. Algunos teóricos políticos tratan de explicar el reciente conflicto ruso-ucraniano sobre la base de la concepción de la lucha entre la “isla pivote Rusia y China”, y los cinturones internos y externos, (en este último caso, Rusia no podía aceptar no sólo la absorción de Ucrania y Georgia, sino también asegurar el no ingreso a la OTAN de Suecia y Finlandia, que amenaza de Putin a estos dos países).

La extensión en el tiempo, vista desde el largo período histórico de la geopolítica, no sólo sería catastrófico para Rusia, sino también para los cinturones interno y externo y, sobre todo, para la hegemonía anglosajona, (Gran Bretaña, el resto de la Comunidad británica, incluyendo a Canadá y a su vecino, Estados Unidos, que funcionan sobre la base de una alianza estrecha con Inglaterra).

El paso más importante a observar actualmente consiste en las decisiones que China deberá tomar respecto a Taiwán  y el Mar de China. En el caso de Rusia debiera, al menos, afirmar el reconocimiento de Crimea y el Mar Negro y, por otro lado, las nuevas Repúblicas Populares del Este de Ucrania.

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

27/02/2022

 

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Historiador y cronista

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