50 años del Golpe Opinión e identidades Textos destacados

Fue una santa cruzada militar

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Derechos Humanos son sin duda alguna asuntos de  los estados y del derecho internacional.

La criminalidad desatada por los militares chilenos que contó con el incondicional apoyo de aparatos represivos brasileños encargados de enseñar a formar equipos de torturadores, espías australianos, recursos del gobierno belga de aquellos años, y también de la vicaría castrense, dejan en evidencia que los militares no estaban respondiendo al llamado del alma de la patria para que fuera salvada. Ellos estaban salvando otras almas más perversas.

Maltratar a todo un país fue una cuestión de clase, ellos los maltratadores no son filántropos. Son aparatos encargados de administrar y cuidar los intereses de quienes los sostienen ideológicamente, la derecha y sectores de la iglesia.

La derecha chilena se convirtió en el gato sacando las castañas para detener una alternativa política que el pueblo chileno en las urnas había propuesto. Los Estados Unidos negará el agua y todo el resto al gobierno de Allende vociferaba Nixon en su oficina junto el dueño de El Mercurio, quien solicitaba la urgencia de un golpe militar.




Allende era un peligro para América Latina, otros países podrían tomar aquel camino de victoria convertida en la Unidad Popular, además era amigo de Fidel, del Che, había visitado Cuba, socialista y masón. Es que hay chilenos vende patria y por montones, baratos, a mitad de precio y en liquidación permanente.

El asunto fue un golpe militar, gorilas que rompieron y salieron de sus cuarteles con sus lentes oscuros para matar. Gorilas.

En el lento avance del país hacia nuevas condiciones de vida para millones de chilenos siempre ha sido sostenido por la izquierda y los progresistas. Todos hacen esfuerzos y proponen alternativas para que el actual modelo capitalista en su expresión neoliberal sea cambiado desde sus bases, por lo tanto aquello es una exigencia que viene desde mucho tiempo antes. Chile será un país algo mejor cuando cambie su modelo desarrollo, la izquierda lo manifiesta y la derecha lo contiene. Pero ese conflicto en algún momento debe necesariamente resolverse y no lo vendrán venir.

Cuando los obreros del salitre llegaron a Iquique caminaban con sus pliegos de peticiones que eran asuntos de Derechos Humanos. La derecha y sus empresarios dueños del salitre junto a la criminalidad uniformada no lo entendió, es que además nunca lo han entendido. Pasaron bala y durante horas sonaron como una música infernal mientras caían miles de chilenos pobres, familias enteras y también bolivianos..

Pensemos por un momento que a los parlamentarios se les paga con fichas las cuales sólo se las aceptan en el casino del Congreso. Que diría Pamela Jiles y Viviana Delgado las que negaron sus votos para la idea de legislar una reforma tributaria.

Todo comienza con el derecho a la vida, pero ese derecho hay que instalarlo en  condiciones óptimas para defender la vida y para que sea digna. Basta leer a Baldomero Lillo para explicar la foto del país que transita casi eterno por el mismo recorrido, promesas incumplidas, miseria, palos y balas por pedir lo que les corresponde. Huelgas eternas.

Los derechos humanos fueron violados/conculcados por y durante la dictadura militar en un ejercicio criminal de  agentes de Estado. Todo el aparataje represivo fue financiado con recursos fiscales. Millones sin saberlo nunca se enteraron que los torturadores recibían un sueldo mensual para trabajar en el peor de los oficios, a los encargados de hacer desaparecer a sus opositores.

Constancia es necesaria para saber que a los campesinos asesinados detenidos en Paine los mataron a palos y posteriormente fueron encontrados en los Hornos de Lonquen. La masacre de Chihuio donde todas las víctimas eran de nuestros pueblos originarios.

Nunca los militares hundidos en su desmemoria primate, han reconocido verdaderamente su accionar para explicar la forma en que se fueron estableciendo los lazos entre la derecha chilena encabezada por Eduardo Frei y Onofre Jarpa, los Hamilton y otros forajidos sin Dios ni Ley.

Todas las esquinas de las mentiras, la falsedad, el odio y el desprecio fueron utilizadas por los pasivos, esos bandoleros políticos como por ejemplo Claudio Orrego (PDC), quien un día en el Congreso Nacional se explayó para proclamar que el gobierno popular era ilegal por haber quebrantado la Constitución.

Cuando sucedió el golpe militar Claudio Orrego PDC, cayó en un silencio absoluto y se dedicó a plantar habas. Su nombre no está entre los trece que condenaron el golpe militar. Tampoco levantó la voz para condenar el atentado a Bernardo Leighton en un montaje de la DINA y que usó a la extrema derecha italiana para que lo ejecutara.

La UDI/RN/EVOPOLI y algunos del PDC piden que los cincuenta años de esta historia sean tratados de manera justa. Que no se haga mal uso o se interprete de manera incorrecta el glorioso accionar uniformado. En resumen la derecha  proclama que su enorme amor por la patria está pidiendo que se mienta, que se niegue todo lo sucedido, y los chilenos que están desaparecidos nunca nacieron.

Una cáfila de impuros.

Y aunque pasen mil años la deuda deberá ser pagada, ante los ojos de la historia,  la memoria, y se hará porque nacerá de algún violento amor, de amor sin duda, como cantó Zitarroza.

Cuando los militares mataron en Ranquil los asesinados estaban exigiendo respeto a sus derechos. Nadie los escuchó y hasta el fin de los tiempos estará sonando el ruido de las balas en donde la pobreza se instaló y nadie ha querido desalojarla. Recordar la huelga minera en El Salvador y aquella marcha de mujeres embarazadas en la primera línea que carabineros se dio todos los antojos y corrió balas para matarlas. Aquellas compañeras de mineros estaban vestidas con la bandera chilena eso que llaman el alma de la patria. No tuvieron piedad alguna, entonces que piedad exigen los impiadosos.

Todo el mundo sabe lo que con sus derechos fundamentales y quienes se los conculcan.

No se trata de tortura, cárceles secretas, apaleos, el saco de arpillera en la cabeza, las interminables horas en la oscuridad no sabiendo nada, cuando los respiros eran lentos y muy despacio para no despertar a los asesinos. Krassnoff Marchenko dormía plácido en su casa y Corbalán Castilla se miraba en el espejo preguntando lo de siempre.

Derechos humanos es la exigencia que nadie sea maltratado, ni torturado, tampoco a desaparecer, pero también deben existir las condiciones necesarias y justas para que la vida fluya con la tranquilidad necesaria. Nada más pero tampoco nada menos.

Correcto es lo que dijo el presidente Gabriel, buscar a nuestros detenidos desaparecidos hasta encontrarlos, como un asunto de Estado. Muy justo es también el cierre del penal de PuntaPeuco. No pueden existir criminales en condiciones tan desiguales ante la Ley.

Eso le corresponde resolverlo a la nieta del presidente Allende.

 

Por Pablo Varas

 

 

 

 

 

 

 

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Las opiniones vertidas en esta sección son responsabilidad del autor y no representan necesariamente el pensamiento del diario El Clarín

 



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