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Autos eléctricos: peligroso negocio por el cambio climático

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El cambio climático parece ser la prioridad en las agendas de los Países: el auto eléctrico, en ese sentido, suele ser imaginado como un aporte fundamental hacia un desarrollo verte y sostenible. Tesla, Volskwagen (VW), Renault, BMW, Nissan, Hyundai, Mitsubishi, son unas de las filiales que se están dedicando a este desafío, un desafío que muestra siempre más su cara real, la cual huele más bien a negocio que a solución climática.

“Los Estados deben tomar medidas drásticas y acelerar las ambiciones climáticas sin demora, en línea con las recomendaciones del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC)”, se declara el la ONU durante la sesión actual del Consejo de los derechos humanos. “Insto a los grandes emisores a asumir compromisos más ambiciosos antes de la Cumbre de Ambición Climática de septiembre de 2023”, dijo Ian Fry, relator especial de la ONU sobre la promoción y protección de los derechos humanos en el contexto del cambio climático.

Centrada en acciones climáticas, la sesión anual de este año del Comité de Transporte Interior (ITC) de la UNECE acordó acciones específicas para facilitar una adopción más amplia de vehículos eléctricos (EV) trabajando en la armonización de políticas, mejorando la recopilación de datos relevantes y fomentando intercambios globales entre expertos en el sector público y privado.

«El Comité de Transporte Interior (ITC) adopta por completo la electrificación del transporte, que ya está en auge, y muchos de sus grupos de trabajo esperan abordar la electrificación como parte de sus tareas habituales», dijo Els de Wit, presidenta del Grupo de Trabajo sobre Tendencias y Economía del Transporte de la CEPE. “Hay mucho margen para nuevas acciones aquí, ya sea en la producción de datos armonizados, protocolos de comunicación mejorados o diseño de enchufes, y una mejor gestión de las actividades de integración de la red, así como la accesibilidad y la asequibilidad de la carga”.




Según la Agencia Internacional de la Energía, en 2021, 18 Estados miembros de la CEPE se encontraban entre los 20 principales países en ventas de vehículos eléctricos en todo el mundo, con el mayor porcentaje de ventas de vehículos eléctricos en Noruega (86 %), seguido de Islandia (72 %) y Suecia (43 %). %).

Sin embargo, varios desafíos obstaculizan la adopción masiva de vehículos eléctricos. Además de los costos de compra más altos, un temor común entre los automovilistas es que se quedarán sin energía antes de llegar a una estación de carga disponible. Los equipos y estaciones de carga de vehículos eléctricos todavía no están tan extendidos como las gasolineras. Incluso cuando existen, tienen limitaciones en términos de cantidad de dispositivos, energía, accesibilidad, ubicación geográfica y precios.

La electrificación está remodelando la forma en que se impulsa el sector del transporte, alejándose de los combustibles fósiles líquidos. Los países de la región de la UNECE ya están avanzando hacia la electrificación y se espera que sigan avanzando, dado que la mayoría de ellos han hecho promesas y compromisos para adoptar vehículos con tubo de escape cero en las próximas décadas.

 

Pero, ¿estos vehículos eléctricos, son realmente una solución para enfrentar el cambio climático, o solamente un negocio más entre los tanto que ya existen?

Mientras Bruselas se compromete a introducir, a partir de 2035, la prohibición de la venta de vehículos nuevos de gasolina y diésel, el objetivo de eliminar totalmente las emisiones del sector, de acuerdo con el acuerdo climático de París, parece una utopía. Según la consultora Kearney, para 2050 la producción de automóviles superará su ‘presupuesto de carbono’ (es decir, el límite de emisión permitido que no supere los 1,5 grados) en un 75 %.

Al contrario de lo declarado por varias empresas automovilística, los autos híbridos emiten mucho más dióxido de carbono que las cantidades declaradas por sus fabricantes. Así lo afirmó una investigación independiente de la Universidad de Graz, Austria y el grupo Transport & Environment (T&E), que realizó pruebas en carretera en algunos modelos de BMW, Renault y Peugeot.

De las pruebas realizadas en una distancia corta (55 kilómetros) se descubrió que un BMW Serie 3 emite hasta 112 gramos de dióxido de carbono por kilómetro, el triple de los 36 gramos que indica la compañía; Peugeot 308 emite un 20% superior a los 27 gramos por kilómetro que afirma la empresa matriz Stellantis; Renault Megane contamina hasta un 70% más que en el laboratorio, donde las emisiones estimadas son de 30 gramos por kilómetro.

El problema, según los expertos, es que los autos son incapaces de mantener su autonomía eléctrica durante periodos prolongados en medio del tráfico: el Peugeot 308 lo hizo durante poco más de la mitad del trayecto (53 %), mientras que el BMW Serie 3 el 74 %.

Aunque esos problemas podrían resolverse con una mejoría de las técnicas, otras barreras se encuentran al analizar los autos eléctricos en cuanto solución al cambio climático.

Según la mayoría de las estimaciones, se necesita aproximadamente el doble de dióxido de carbono para construir un automóvil eléctrico que uno con motor de combustión. Esto se debe a las baterías, que se producen principalmente en China, con energía producida justamente gracias al carbón.

A esto hay que sumar la energía utilizada para recargar la batería. Al contrario de lo que la propaganda de los gobiernos nos quieren hacer creer, la electricidad no cae del cielo por la buena voluntad de un hada ecológicamente benevolente. Siempre se necesita una fuente de energía para producirlo. En la mayoría de los países, incluidos países europeos como Alemania o Polonia, el carbón todavía se usa mucho, y poco tiene que ver con la “energía verte”.

Como si eso no fuera suficiente, concentrémonos ahora sobre el “motor” del auto eléctrico: las baterías no están hechas de aire, sino de elementos bien concreto: litio y cobalto, entre otros, que no nacen de los árboles, sino que se procuran a través de sistemas de minerías altamente contaminantes en países muy pobres que, aunque a veces nos olvidamos, pertenecen bien al mismo planeta y, al contaminarlos, contaminamos a todo el mundo.

Impulsada principalmente por el aumento de las ventas de automóviles eléctricos, se prevé que la demanda mundial de litio, un metal blando de color blanco plateado a veces conocido como «oro blanco», aumente más de 40 veces para 2040.

El informe Lograr cero emisiones con más movilidad y menos minería, publicado por “Climante and Community”, organización basada en California, predice que cambiar la flota de vehículos de Estados Unidos por completo a vehículos eléctricos para 2050 crearía desigualdades ambientales y sociales globales causadas por la extracción de litio.

“La transición de Estados Unidos a los vehículos eléctricos podría requerir tres veces más litio que el que se produce actualmente para todo el mercado global”, dijo el informe de California. Eso implicaría destruir territorios completos para crear nuevas minas necesarias a extraer los minerales para la construcción de los autos eléctricos.

La minería es una industria que origina inmensos impactos ambientales, visuales, humanos y culturales. Existen diversas técnicas para ejecutar la actividad minera, una de ellas es la aplicación de químicos para la lixiviación del terreno mediante el uso de cianuro, mercurio y ácido sulfúrico. Estas sustancias son altamente tóxicas y se encargan de disolver los compuestos indeseados, con el objetivo de obtener los minerales que se desea extraer de la tierra. Se ejecuta en extensas áreas de terreno, creándose cráteres de grandes diámetros y profundizando a medida que se avanza en el proceso. Los impactos son devastadores, por el medio ambiente y por las populaciones que viven en los alrededores.

¿Será entonces el auto eléctrico una solución para salvar al planeta o un negocio más entre los tantos que nuestro sistema ya anda desarrollando?

 

Escucha el articulo en la Radio La Comuna

 

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Elena Rusca

Periodista, corresponsal en Ginebra

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  1. Marcos Guzmán says:

    Si hablamos del motor gasolina, para obtener un litro de ese combustible en nuestra gasolinera se ha de tener en cuenta el proceso de extracción de crudo del pozo petrolífero, transporte (de miles de kilómetros) a la refinería y posterior proceso de refinado, y por último volverlo a transportar a la estación de servicio. Esta cadena de procesos es sumamente contaminante, que engloba desde los procesos de venteo (quema de gases como el metano en los pozos petrolíferos), transporte en petroleros o tratamiento en refinerías, donde solo hay que ver la atmósfera de gases que las rodea. Según una recopilación de factores de emisiones del Ministerio de Transición Ecológica, en 2018 la gasolina tenía un FE de 2,157 kg de CO2/l. Considerando un consumo real de 5,9 litros a los 100 km y unas emisiones de 120 g de CO2/km, nos da un resultado de 48216 kg de CO2 arrojados durante los citados 195 mil km (195.000 x 0,120 + 195.000 x 0,59 x 2,157).

    Al cabo de 13 años y 195.000 km, la huella de carbono del modelo térmico es más del doble que la del eléctrico.
    Por último, no debemos olvidar el coste medioambiental que genera su proceso de achatarramiento y reciclado, el cual se estima en unos 65 kg de C02. Sumando todos esos valores podremos obtener la huella de carbono de un coche eléctrico y uno gasolina, en este caso un Hyundai Kona de 39 kWh y un 1.0 T-GDI 120, durante toda su vida, la cual es de 22,2 toneladas de CO2 para el eléctrico y de 54,3 toneladas de CO2 para el gasolina, por lo que se demuestra que un eléctrico es claramente más respetuoso para el medioambiente. De hecho, es más del doble de respetuoso.

  2. Sí, el auto movido por baterías elécticas ,,,,,,,,, es…….???
    Más contaminante que las enormes emisiones de gases del combustible fósil….?
    Eso es «»»»»»segurísimo»»»»..pero con un error mayúsculo..

  3. Gino Vallega says:

    Es tan fácil engañarnos con verdades a medias que son mentiras a medias : el motor eléctrico no produce emanaciones de CO2,CO,etc, pero la producción de baterías y su mantención SI las producen y la ecuación,entonces,no es tan simple. La transportación ecológica debe ser pública y masiva y el uso del vehículo particular acotadísimo. Si este fuera el único productor del calentamiento global antropogénico, sería casi fácil solucionarlo : la minería, la producción de electricidad, la construcción inmobiliaria….etc…. todas actividades sin control ecológico real, son otras tantas fuentes a reformar.

  4. Renato Alvarado Vidal says:

    Mientras sigamos pensando solamente en automóviles no hay solución, sólo negocio.
    Lo que necesitamos electrificar es la locomoción colectiva y hacerla eficiente para así no usar los autos.

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