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El retorno del fantasma portaliano: “el peso de la noche” sobre Chile

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Diego Portales se burlaba de las Constituciones y de las Leyes, y su ideario se limitaba a dividir el país entre los buenos y los malos, entre los pillos y los honrados, y no tuvo ningún empacho en decir que ´mataría a su padre si osaba rebelarse contra el sistema´, y a ´los presos, había que obligarlos al trabajo forzado, a fin de que lograran su propia manutención´.

 

Las ideas de Portales, por sí solas, podían completar la ideología del Partido Republicano chileno actual, tan atractivas para hegemonizar la votación de las comunas más pobres y conflictivas. El miedo a la delincuencia explica el contundente triunfo de la extrema derecha en Chile. El contar con un Carabinero o un militar al cuidado de sus propiedades pasa a convertirse en la utopía de todos los chilenos.

Portales definía esta visión del ´orden social´: “el orden social se mantiene en Chile por el peso de la noche y porque no tenemos hombres sutiles, hábiles y cosquillosos: la tendencia casi general de la masa al reposo es la garantía de la tranquilidad pública. Si ella faltase, los encontraríamos a oscuras y sin poder contener a los díscolos más que con medidas dictadas por la razón, o que la experiencia ha enseñado a ser útiles”.

El domingo 7 de mayo de 2023 Chile no sólo dio tres pasos hacia atrás, sino que hemos regresado a la prehistoria de las dictaduras conservadoras. “El Peso de la noche” pretende garantizar la tranquilidad de un sueño colonial, “garantizado por la fuerza de las armas. Carabineros y militares serían los héroes de esta gran vuelta atrás, (época cavernaria). El salvar la democracia, por muy precaria que sea, de ser desplumada por estos ultra derechistas, será una tarea muy difícil.

Los dos temas que predominaron en la corta campaña previa a la elección de Consejeros Constituyentes se centraron en el combate a la delincuencia y en la inmigración ilegal. El triunfo del Partido Republicano con una alta votación obtenida en Malleco, y en la Araucanía en general, representa la mejor muestra  indiscutible del deseo por arte de los ciudadanos en la vuelta al “peso de la noche”, y como decía Portales, “la tendencia general al reposo es la garantía de la tranquilidad pública”.




 

El historiador Alberto Edwards, en su libro La fronda aristocrática, al imitar al filósofo de la historia Oswald Spengler, sostiene que los gobiernos de los decenios fueron los grandes consultores del Estado, que constituían “el resorte de la máquina”, el Estado.

 

El Partido Republicano, hoy dueño del Consejo Constituyente, paradójicamente se ve obligadosa redactar una nueva Constitución que, en el mes de diciembre, será presentada a la ciudadanía, que deberá aceptar o rechazar ese producto. El ideal, para los 23 Constituyente de este Partido, que ya devoraron a los 11 derechistas tradicionales y cuya única posibilidad es la de ser llevados a la cocina para ser degustados por sus nuevos amos. El hecho de no poder mantener la Constitución del tirano Augusto Pinochet, incluidos sus comas y puntos, deriva en la construcción de un proyecto semejante a la Constitución elaborada por la dictadura.

 

Diego Portales,  (consideraba las Constituciones “dignas” de violación, y las leyes para ser burladas por los malos y los pillos), se vio obligado a aceptar la asesoría jurídica de Mariano Egaña, (de quien también se burlaba a causa de sus aburridos escritos  sobre el Habeas Corpus), a fin de que redactara la Constitución de 1833.

 

El domingo 7 de mayo de 2023 Chile no sólo dio tres pasos hacia atrás, sino que hemos regresado a la prehistoria de las dictaduras conservadoras. “El Peso de la noche” pretende garantizar la tranquilidad de un sueño colonial, “garantizado por la fuerza de las armas. Carabineros y militares serían los héroes de esta gran vuelta atrás, (época cavernaria). El salvar la democracia, por muy precaria que sea, de ser desplumada por estos ultra derechistas, será una tarea muy difícil.

A 50 años del Golpe de Estado, encabezado por Augusto Pinochet, los Republicanos quieren resucitar su memoria. El “nunca más” (a esta época sangrienta de persecución, tortura y muerte), no tiene realidad en el perpetuo retorno de nuestra historia.

El historiador Alfredo Jocelyn-Holt, en su libro, El peso de la noche. Nuestra frágil fortaleza histórica, relata en el pre-texto la entrada triunfal del ejército realista a la ciudad de Santiago. Los ciudadanos “cambiaron su chaqueta rápidamente”,  en una especie de péndulo en la época de la Independencia. Otro ejemplo de Jocelyn-Holt sobre la concepción del orden y el miedo se encuentra en la reconstrucción del Cerro Huelén, para transformarlo en el actual Cerro Santa Lucía, desde cuya terraza podía observarse el Santiago colonial y, por otro lado, los extramuros de la Chimba, como también el bárbaro. El poder observar los distintos movimientos de “los rotos” de la Chimba aseguraba a los “señores” la tranquilidad de sus barrios y el asalto de los delincuentes y de las “chinas” incivilizadas, (no tenían nada que ver con las prostitutas, quienes eran visitadas muy asiduamente, por don Andrés Bello, Diego Portales y otros “señoritos”).

 

Mientras dure “el peso de la noche”, la ultraderecha tendrá garantizada   la tranquilidad ciudadana y poder absoluto del orden precario, así sea a base de la fuerza y de las armas. Afortunadamente, el péndulo, que nuestro Presidente, Gabriel Boric, quiere detener, seguirá fluctuando entre derecha e izquierda e izquierda y derecha.

 

A 50 años del Golpe de Estado, encabezado por Augusto Pinochet, los Republicanos quieren resucitar su memoria. El “nunca más” (a esta época sangrienta de persecución, tortura y muerte), no tiene realidad en el perpetuo retorno de nuestra historia.

 

Rafael Luis Gumucio Rivas (El Viejo)

09/05/2023

 

Bibliografía

Alfredo, Jocelyn-Holt, El peso de la Noche. Nuestra frágil fortaleza histórica, Planeta-Ariel, Santiago, 1997

 

 

 

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Las opiniones vertidas en esta sección son responsabilidad del autor y no representan necesariamente el pensamiento del diario El Clarín

 



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  1. Felipe Portales says:

    En rigor, Diego Portales dijo sobre la Constitución y la ley, en carta a Antonio Garfias del 6 de diciembre de 1834: «De mí sé decirle que con ley o sin ella, esa señora que llaman la Constitución, hay que violarla cuando las circunstancias son extremas. ¡Y que importa que lo sea, cuando en un año la parvulita lo ha sido tantas veces por su perfecta inutilidad!» (Ernesto de la Cruz.- «Epistolario de Don Diego Portales», Tomo III; Impr. Dirección General de Prisiones, Santiago, 1937; pp. 379).
    Pero este autoritarismo extremo de nuestra «democracia» del siglo XIX también fue compartido por los «liberales» de la época. Así, 50 años después, el ex presidente Domingo Santa María, en un autorretrato dirigido al Diccionario Biográfico de Chile, decía: «Se me ha llamado autoritario. Entiendo el ejercicio del poder como una voluntad fuerte, directora, creadora del orden y de los deberes de la ciudadanía. Esta ciudadanía tiene mucho de inconsciente todavía y es necesario dirigirla a palos (…) Entregar las urnas al rotaje y a la canalla, a las pasiones insanas de los partidos, con el sufragio universal encima, es el suicidio del gobernante, y yo no me suicidaré por una quimera. Veo bien y me impondré para gobernar con lo mejor y apoyaré cuanta ley liberal se presente para preparar el terreno de una futura democracia. Oiga bien: futura democracia. Se me ha llamado interventor (electoral). Lo soy. Pertenezco a la vieja escuela y si participo de la intervención es porque quiero un parlamento eficiente, disciplinado, que colabore en los afanes de bien público del gobierno. Tengo experiencias y sé a dónde voy. No puedo dejar a los teorizantes deshacer lo que hicieron Portales, Bulnes, Montt y Errázuriz (…) en las dos veces que fui ministro (…) aprendí a mandar sin dilaciones, a ser obedecido sin réplica, a imponerme sin contradicciones y a hacer sentir la autoridad porque ella era de derecho, de ley y, por lo tanto, superior a cualquier sentimiento humano» (Mario Góngora.- «Ensayo histórico sobre la noción de Estado en Chile en los siglos XIX y XX»; Edit. Universitaria, Santiago, 1992; pp. 59-60).

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