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Libertad de expresión: Sergio Micco y Rosa Luxemburgo

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Miles de jóvenes de nuestra generación entre ellos los que estudiábamos en la escuela de Derecho en la Universidad de Chile participamos de muchas formas en la lucha contra la dictadura militar.

Nuestra resistencia no era para imponer otra dictadura para hacer callar a los que nos acallaban, para reprimir a los que nos reprimían. Nuestra lucha fue por la libertad.

Vi el video donde se funaba y se trataba de hacer acallar a Sergio Micco. Debo decir que me dio inicialmente un poco de vergüenza y después un poco de bronca pero en ningún momento dejé de estar en desacuerdo con lo que se hacía.

Los dichos y la acción de quién dirigió el Instituto Nacional de Derechos Humanos pueden y deben ser objeto de críticas. En efecto, en pleno alzamiento popular esta persona se negaba a reconocer el carácter generalizado y sistemático de las violaciones a Derechos Humanos poniendo con ello en resguardo al entonces presidente de evidentes responsabilidades legales.




Por estos días va más lejos y formula opiniones que tienden a justificar las estrambótica teoría que durante 2019 se produjo un intento de golpe de Estado . Solo le falta al señor Micco decir que esto venía de los servicios de inteligencia cubanos y o venezolanos.

Se le debe desmentir y refutar. Pero otra cosa, muy otra cosa, es intentar hacerlo callar y aventarlo de la escuela Derecho a la Universidad de Chile por vías de hecho.

Peor aún es que algunas organizaciones políticas traten de justificar esto y que el decanato de la escuela de Derecho emita una declaración ambigua tratando de bajar el perfil a una situación que es grave.

Es posible que autoridades que en su juventud no hicieron nada contra la dictadura militar por temor o porque íntimamente la justificaban esto no le parezca grave, pero a los que combatimos en algunos casos con todas las formas de lucha esto nos parece muy grave.

Aún recuerdo una jornada de propaganda callejera que llevamos adelante en Pudahuel un grupo de estudiantes de Derecho disponiendo de los medios incluso para resistir a los esbirros de la dictadura.

Participaban allí jóvenes que luego serían incluso ministros de Estado, pero no arriesgábamos la vida para instalar otra dictadura, para instalar a otros censuradores, para instalar a otros prepotentes.Estábamos dispuestos a morir, y no exagero, por la libertad.

Como dijo y escribió la gran revolucionaria alemana Rosa Luxemburgo, la libertad de expresión, que es parte esencial de la izquierda, es la libertad del otro, es la libertad de escuchar lo que no te gusta.

Rosa Luxemburgo murió luchando por estas ideas libertarias.

A comienzos de los 90 me encontraba circunstancialmente en la escuela Derecho de la Universidad de Chile cuando llegó allí José Piñera con el propósito de hablarle a los estudiantes que lo rechazaban de viva voz. Llamé a los jóvenes a que no lo echaran y que pasáramos a una sala para que confrontáramos ideas y así se hizo.

Pasamos a la sala 4 que se repletó en breve, allí partí diciéndoles que este momento era un gran día para la democracia pues hacía 12 años atrás él había llegado a esa misma escuela siendo ministro del Trabajo a tratar de convencernos de las bondades del Plan Laboral y que en esa ocasión vino acompañado de un nutrido grupo de matones de la Central Nacional de Informaciones y que no aceptó preguntas. Agregué que los jóvenes estudiantes con su tolerancia democrática le estaban dando una gran lección; lo iban a escuchar respetuosamente cosa que él no había hecho con mi generación un decenio atrás.

La sala se estremeció con una ovación y luego expuso el señor Piñera las supuestas bondades y halagos al modelo neoliberal que él pretendía profundizar siendo presidente de la república. Los jóvenes lo escucharon respetuosamente y lo refutaron de igual manera. Así se fue don José Piñera con la colita entre medio de las piernas.

Había que escuchar y respetar a Don Sergio Micco por una cosa de principios. Pero había también que confrontarlo por su conducta como figura pública que lejos de promover los Derechos Humanos en la práctica ayuda a que estos sean conculcados. Pero había que hacerlo respetuosamente y en el marco de un diálogo democrático. Era muy fácil hacerlo y Micco se habría encontrado en graves problemas.

Quiero llevar más lejos las opiniones libertarias de Rosa Luxemburgo y decir quizás con Bertold Brecht mirándome, que si hoy día acallamos por vía de hecho al que no piensa con nosotros, tarde o temprano otros nos acallarán a nosotros.

 

Por Roberto Avila Toledo

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Las opiniones vertidas en esta sección son responsabilidad del autor y no representan necesariamente el pensamiento del diario El Clarín

 



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  1. El exquisito señor Toledo Ávila pudo usar el mismo argumentario en defensa de Héctor Llaitul sin embargo calló
    También calló cuando el líder mapuche fue secuestrado por los sicarios del ministerio del interior al servicio del estado chileno
    La pedagogía de la libertad de expresión la acota tan exquisitamente que se ha quedado en el aula de una universidad también exquisita
    Fiel expositor de la libertad de pensamiento, el señor Toledo Ávila puede agregar para si mismo » consejos vendo , que para mí no tengo «

  2. Estimado Roberto: el señor Micco pudo exponer su ponencia de más de una hora con total libertad, nadie lo interrumpió. Fue a la salida, que unos jóvenes lo increparon por lo que hizo, o mejor dicho, no hizo, durante el estallido social y no por lo que piensa.
    Saludos,

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