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Boric y la lógica de la generación Dragon Ball Z

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Apenas transcurrido un mes de iniciado el mandato de Gabriel Boric escribí una columna – Balance del primer mes de gobierno: más cerca de Dragon Ball Z que de la Realpolitk – y caractericé  a esa generación como la del inmediatismo, basada en imágenes sin escenografía de fondo, sin conexión entre el antes y el después. Y que no entiende la política como proceso, sino dominada culturalmente por la serie comentada. Afirmé que influyó tanto en sus infancias que el propio presidente reconoció sentirse seguidor de ella: “Tengo serias dudas entre Gohan creciendo y Piccolo cuando deja de ser enemigo….Pd: confieso que durante algún tiempo tuve un crush con Bulma”, declaró en su cuenta de twitter. La actual administración evidenciaba los rasgos que le acompañarían.

En el primer mes el gobierno ya evidenciaba una falta de talante y experiencia política en cargos clave, donde abundaba la soberbia: una administración de mucho activismo, pero de poca estrategia de largo plazo. La generación que llegó al poder con Gabriel Boric es la de las escenas fuertes y rápidas de muchas vidas prestadas, de la inmediatez, del instante frágil, del activismo, del Tiktok, del Instagram, para la cual incluso Facebook ya es un resabio del pasado.

En el balance de medio tiempo se trata de un gobierno que, entre otras cosas, perdió el plebiscito constitucional de 2022,  que sumó sus errores a los de los propios constituyentes en medio de la previsible millonaria campaña en su contra orquestada por el mundo empresarial, como lo reconocería el propio Nicolás Ibáñez en octubre de 2021 en Emol. Un gobierno que intenta resolver el desfalco cometido por las ISAPRES -al no aplicar éstas el mandato de la ley en materia de cálculo de los factores de riesgo- a costa de los cotizantes y que no logra avanzar en terminar con ese otro robo legalizado que son las utilidades de las AFP. Ha cedido en su proyecto original, legitimando a las AFP, sin lograr sacarlas del sistema de pensiones ni obtener un escuálido aporte de cotizaciones adicionales de los empleadores para un hipotético fondo de cohesión solidaria, especialmente con las mujeres jubiladas. Y se produjo el montaje de un sistema de transferencias públicas a fundaciones amigas para proyectos de activistas, generando un gran enojo en el país, junto a las reuniones en casa del lobista Zalaquett de miembros de una generación que vociferó a los cuatro vientos que tenía “un estándar ético más alto” que la de los dirigentes anteriores.  Por supuesto, está ahí el tenaz rechazo de la derecha a las legislaciones propuestas y la campaña masiva para poner a la delincuencia en primer plano todos los días, culpando a la inmigración y al gobierno. Pero éste renunció a llevar a cabo la indispensable reforma de las policías y se deja llevar por el discurso autoritario y castigador, como si éste tuviera alguna capacidad de acción contra la delincuencia y sus nuevas modalidades vinculadas al crimen organizado.

En la vida real Boric no es Gokū, y nadie tiene siete vidas, ni menos prestadas como en la famosa serie. Se evidencia en la administración Boric una falta de estrategia gubernamental de mayor plazo, y pareciera que ya no la habrá. Algunos en ella creen que tampoco es necesario, salvo flotar hasta que el ciclo se termine. Pero cada anuncio genera controversia en las huestes oficialistas, en medio de una economía que no despega luego de una abierta desaceleración. La ortodoxia neoliberal aún tiene licencia para seguir equivocándose, mientras los bancos, que acumulan ganancias millonarias junto a las ISAPRE, las AFP, las concesionarias y la gran distribución, se frotan las manos.




La generación Dragon Ball Z, que tan bien representa el presidente Boric, sumado al inmovilismo de Mario Marcel, a cargo de la billetera fiscal, y el activismo sin estrategia, mezcló inexperiencia, a veces ausencia de talento y sobre todo soberbia, que han dañado el capital acumulado a lo largo de años de luchas sociales y políticas para transformar un país muy desigual. Es de esperar que el proceso no termine abriendo la posibilidad de que alguien de extrema derecha gane la presidencia. Después de todo, tenemos una larga experiencia autoritaria y oligárquica de la que es difícil sacudirse y que la generación que encabezó el presidente Boric Barros, como lo caracterizó Daniel Matamala, haga que el sueño de las transformaciones de las agendas del 18 de octubre y de las elecciones de mayo de 2021 concluyan en 2026 con la derecha volviendo en gloria y majestad a La Moneda.

 

Por Edison Ortiz

 

 

 



Doctor en Historia. Profesor colaborador MGPP, Universidad de Santiago

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  1. Felipe Portales says:

    Muy interesante artículo, pero creo que omite un elemento fundamental: El que ha sido un gobierno que -más allá del hecho de que no ha tenido mayoría parlamentaria, ni siquiera con el concurso de la ex Concertación- desde el comienzo le entregó la conducción económica al neoliberalismo concertacionista, representado nada menos que por Mario Marcel, Director de Presupuesto bajo Lagos; connotado ejecutivo de organismos financieros internacionales como el BID y el Banco Mundial; y presidente del Banco Central designado por Bachelet. Y, además, que Boric ha adoptado cruciales medidas económicas -dentro de sus atribuciones- en total contraste con sus compromisos de campaña, como la adhesión al TPP11; la suscripción del Tratado con la UE; y el Memórandum de entendimiento con Ponce Lerou respecto del litio. O sea, ha tenido una clara dirección neoliberal en lo que ha estado dentro de sus facultades exclusivas como Presidente.

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