
Mal del tordo
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Nuestro diccionario de uso del español de Chile, define la expresión “mal del tordo”, como: “Condición de tener una desproporción notoria entre la delgadez de las piernas y la gordura de las nalgas”. ¿De dónde surge semejante expresión? Bien puede haber sido introducida en nuestro lenguaje, por poetas populares que vendían su obra en los trenes. O producto de un escritor de cuentos o novelas. Toda esta introducción necesaria o no, se hace, para referirnos al objetivo de esta crónica.
La pomposa oligarquía chilena, junto a sus sirvientes, desde hace meses empezó a ordenar las candidaturas a la presidencia de Chile. Labor meticulosa, por momentos solemne, realizada en las sombras, llámese clandestinidad, brujería o no. Nada de mosquearse en el mundo resbaladizo y traicionero de la política. A cuidarse de los patipelados, inmigrantes y ese medio pelo que, merodea empeñado en ascender en la escala social. Entonces, usted dirá: ¿Qué tiene que ver el tordo en este asunto? ¿Nos quieren dar una lección? Vamos por parte en el tema de comparaciones físicas. No cualquiera asume la condición de candidato de la oligarquía. Debe ser una persona vinculada a las familias patricias, encopetadas; a las grandes empresas o en su defecto, a quienes han tenido una vida meritoria al servicio de ellas. Se les conoce como tordos, pues son vociferantes, negreros y algunos de tanto sentarse en las leyes y de burlarse del pueblo, les han enflaquecido las patas y crecido el tambembe. Bello en algunos casos, bien proporcionado como el mapamundi, otros en demasía abultados, que les impide sentarse en cualquiera silla.
Si a usted le gusta la acuciosidad, descubrirá que estos pajarracos, emergen en cualquier hora del día y a menudo, se les confunde con mirlos. Entonces, los mirlos bien podrían ser una nueva condición social, vinculada a esta especie trepadora. Como la elección presidencial, se halla próxima, bandadas de tordos han ennegrecido el cielo. La oligarquía aguaita el panorama y elabora sus estrategias. Hace hablar a estos tordos, los cuales, en sus peroratas o verborreas delirantes, alegan disponer de soluciones mágicas, destinadas a resolver en meses, los males de Chile.
La ornitología se ocupa de estudiar a los pájaros, en su infinita variedad, estén o no vinculados a las elecciones. En estos días, los habitantes del norte de nuestro país, se enteraron enfurecidos, que una candidata “de cuyo nombre no me quiero acordar”, propuso la construcción de una mega cárcel en el desierto de Chile. Una especie de ciudadela, fortificada y custodiada por un ejército de gendarmes, rodeada de fosas. Similar a la cárcel de El Salvador, construida por Nayib Bukele, presidente de ese país. Aislada del mundanal ruido, donde el delincuente, sufra las penas del infierno, por vivir al margen de la ley. No se trata de una, sino de cinco cárceles en el país, cuya ubicación y magnitud, por ahora, se encuentra en discusión. ¿Cuáles serían las zonas beneficiadas con este ideario correccional? A lo mejor se van a privilegiar zonas aíslas. Chile dispone de islas por doquier, donde solo habitan pingüinos y focas.
Si usted analiza el tema, observará de acuerdo a la realidad del país, que se necesitan a lo menos quince cárceles. Ellas albergarán a reos de distintas categorías delictuales y pelajes. No sería adecuado mezclar narcotraficantes, con ladrones de bancos o de una gallina francolina. Menos aún a violadores y pederastas. Ni siquiera a estafadores, listos para estudiar ética empresarial.
Que la construcción de hospitales, escuelas o viviendas sociales, espere tiempos de bonanza. El objetivo de los tordos es encarcelar a Chile. Y el camino se ve libre de obstáculos.
Walter Garib