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“Justicia para la Jach’a Mama”: Comunidades y Red Migrante exigen verdad tras brutal asesinato de dirigenta aymara en Colchane

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La brutal muerte de la destacada dirigenta aymara Maximiliana Amaro Mamani, conocida como la Jach’a mama de Quebe, ha provocado una profunda indignación en las comunidades del altiplano y entre organizaciones sociales de todo el país. A sus 85 años, Maximiliana fue hallada sin vida en su domicilio en Colchane, en un escenario que la Policía de Investigaciones investiga como un robo con homicidio, con evidencias de participación de terceros.

La Red Nacional de Organizaciones Migrantes y Promigrantes fue una de las primeras en alzar la voz tras el crimen. En una declaración pública, la red expresó su dolor, su repudio a lo ocurrido y una crítica directa al abandono estatal que permitió esta tragedia.


«Nos preocupa, nos duele y exigimos toda la justicia para Maximiliana Amaro Mamani y que se investigue y los responsables paguen por el crimen», señalan categóricamente.

La organización apunta directamente a la acción de mafias transnacionales que operan con total impunidad en la zona fronteriza:«No consideramos que sea la migración responsable, ni siquiera la migración irregular, sino los delincuentes de organizaciones transnacionales, que afectan tanto a la migración como a las poblaciones por donde transitan. Son estas las que verdaderamente necesitan protección por parte de las autoridades»




Del abandono a la impunidad

La violencia en la zona fronteriza de Colchane no es nueva. Tanto las comunidades ancestrales como los propios migrantes en tránsito han sido víctimas de redes criminales que lucran con la desesperación y operan con escasa presencia del Estado. La dirigenta había advertido públicamente sobre esta realidad. La falta de respuesta institucional no solo permitió que las amenazas se concretaran, sino que evidenció una preocupante negligencia estructural.

«Maximiliana fue reconocida por su compromiso con la defensa de su territorio y por mantener vivas las raíces culturales de su pueblo. Su partida enluta a todo el pueblo aymara», expresó también Juan Pablo Pérez, subdirector de la Conadi en Iquique, reconociendo el legado invaluable que deja tras su asesinato.

Una exigencia urgente: verdad, justicia y protección

La muerte de la abuela Maximiliana pone sobre la mesa un clamor urgente: que se proteja efectivamente a las comunidades fronterizas, que se persigan las bandas criminales que controlan los pasos ilegales, y que se termine con la desprotección sistemática de las personas mayores y defensoras de derechos en el territorio.

«Que siga ocurriendo esto hacia población aymara, y más particularmente con la abuela Maximiliana que ha sido tan generosa y hospitalaria, nos produce una mezcla de dolor y rabia», sentencia la Red de Migrantes.

Hoy, su memoria será un llamado permanente a no mirar hacia otro lado. Porque su vida, y su muerte, revelan con crudeza las fallas de un sistema que sigue sin escuchar a sus pueblos.

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