
Pura farándula electoral
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Comprobado está que cuando llegan los tiempos electorales al parecer el maltrato a la historia, la memoria da crédito político, y algún minuto de fama mercurial.
Los derechos sociales que posibilitan a millones de chilenos logren transitar por la vida en condiciones de mediana dignidad, no han sido regalos de la clase dominante ni de la derecha cavernaria.
La existencia de la educación pública es bandera sostenida por los maestros, el sistema de salud que salvó a millones en tiempos de pandemia, es público. La derecha lo convirtió en negocio. El antiguo sistema de pensiones fue construido con el aporte de parlamentarios de izquierda que insistentemente desde el congreso se fortaleció y le entregó a nuestros abuelos, mejores condiciones de vida en sus últimos años como jubilados.
Las ISAPRES, las AFP, no las inventó la izquierda. Las instaló en las vitrinas la dictadura y salvo alguna mano de pintura el modelo sigue incólume. Se debe agregar a este asunto la obsecuencia del progresismo, el revisionismo, la socialdemocracia, y los nuevos inquilinos en la casa de los presidentes.
El actual modelo imperante es servicial al 1% más rico de Chile, porque las consecuencias caen al 52% de la población que habita con el 2.5% de los recursos del país. Entonces la desigualdad es agresiva, violenta e inevitablemente en algún momento saldrá a protestar sin importar que forma de expresión, puede que con humo o más humo.
Es evidente que lo que llevó a la victoria del actual gobierno no se cumplió, pasó el tiempo y fueron quedando en el camino absolutamente todas las manifestaciones de rebeldía, absolutamente ningún gesto que fuera orientador para avanzar en cuestiones más de fondo.
Los rendidos y entregados ante el sistema, los que abandonaron sus banderas coincidieron en que era fundamental olvidarse de las fundamentales organizaciones populares. Actualmente la CUT no representa a nadie, el mundo de los trabajadores está entregado a las tarjetas de crédito con el logo de sálvate sólo. Huelgas testimoniales como pausas de café.
Pescadores artesanales en los puertos dando batalla para derrotar la ley de Longueira y en el congreso se discute si será pescada o jurel el almuerzo. Es evidente que el reformismo necesariamente debe desmontar y hacer débil a los que son los verdaderos agentes de los cambios, y necesariamente deben provocar los cambios sociales.
De la histórica FECH con suerte debe quedar algún banderín. De la CONFECH algún acta ya color sepia, de las batallas contra Federici alguna foto del Fortín Mapocho. Seca ya debe estar la tinta de aquella frase que si el actual gobierno se olvidaba de sus promesas, sería el movimiento popular quien volvería a colocar el orden. Humo, todo se fue por el desaguadero. Lo triste en estos asuntos es que prometer y no cumplir es de poco hombre, especialmente cuando habitas en el lugar algo más apreciado.
Se debe dejar constancia de los dolores de la patria.
El plan de búsqueda para los casos de los detenidos desaparecidos ha sido un fracaso absoluto. Más de mil personas no han podido ser encontradas, ministros que durante años han calentado las poltronas del ministerio de Defensa sin hacer alguna pregunta. Sencillamente se esperaba algo más de estos cuatro años y nada.
Herbith Ríos alumno del liceo de hombres de Osorno seguirá no estando.
Entre lo que no se cumplirá y lo que se promete no están los asuntos que el país necesita. Precario es levantar lanzas prometiendo que desde el primer día todo será diferente, y que su paquete de gobierno no es la continuidad, aquello es lo que augura la candidata de SQM. El PS deslavado y ya sin memoria se debate con su propia angustia, algunos allá y los otros mirándose sin saber que hacer. Hasta el puño en alto es mentira.
Sin duda la izquierda, esa a la que la derecha le teme, no está. Logra instalar algunas de sus reivindicaciones, pero no alcanza a convertirse en un bloque que defina un modelo social diferente. El neoliberalismo dejó en evidencia que no son las aguas de Lourdes, no hace milagros. Entonces se hace necesario volver a trabajar con la clase, aunque ande en sus bolsillos una tarjeta de crédito.
Se puede seguir vendiendo al mercado internacional tierra, leña y manzanas, el asunto está en el interior. Cuestión de derechos, la vida misma, la batalla constante contra los rendidos y entregados. La derecha es ya una vieja conocida y cobarde.
Posiblemente sea un buen asunto que el pueblo construya su programa/país y que obligue a compromisos mayores para los que puede que sean los ungidos por votación popular. Allí deberá estar la izquierda. Entregarlo así sencillamente como si de un saludo se tratara, el voto se convierte en pecado.
Nada, absolutamente nada que provenga de programas electorales será cumplido.
Pablo Varas.
jaime norambuena says:
Bastante «interesante» , se reconoce…
Pero se olvida pronto y no queda en la memoria..