
Algo anda mal en la economía
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Los datos económicos sobre el funcionamiento de la economía nacional, en el primer trimestre del presente año, muestran una situación que puede calificarse como positiva, de acuerdo a los estándares habituales en esta materia.
La tasa de crecimiento del PIB durante el primer trimestre fue de 2.3 %, lo cual, de mantenerse durante el resto del año, generaría un crecimiento global de la economía nacional cercano a esa cifra. Ello puede ser considerado como positivo, o por lo menos aceptable, de acuerdo a lo que se visualiza como posible en el contexto nacional, regional e internacional actual.
También el Índice de Producción industrial, elaborado por el INE, muestra que entre enero y marzo del presente año, dicho indicador ha pasado de 102,3 a 106.4.
La tasa de incremento de los precios, anualizada, se ubica en un valor de 4.5 % lo cual implica que la tasa de inflación va disminuyendo. Las exportaciones aumentaron a lo largo del trimestre, pasando de 7.965millones de dólares en febrero a 8.956 millones de dólares en el mes de abril. Las importaciones también han aumentado, pero arrojando siempre un saldo positivo en la cuenta comercial de la balanza pagos. El precio del cobre se mantiene en niveles superiores a los cuatro dólares por libra, y el precio del petróleo va disminuyendo su precio en el mercado internacional en forma sostenida, todo lo cual es indudablemente positivo para la economía nacional.
Pero los datos sobre el mercado laboral rompen ese panorama tan tranquilizador. La cantidad de desocupados ha crecido, llegando a 802.11 miles de personas, lo cual se refleja en una tasa de desocupación de 8.7 %. La cantidad de ocupados, a su vez, ha disminuido en los últimos meses pasando de 9.394 miles de personas en noviembre-enero del 2024, a 9.388 miles de personas, en enero-marzo del 2025. La masa de hombres y mujeres que se encuentran en situación de informalidad alcanzan en enero-marzo la cifra 2,4 millones de personas. A todo lo anterior hay que agregar a más de 240 mil personas entre 15 y 24 años que no estudian ni trabajan, pero como tampoco buscan trabajo, no se contabilizan en el mercado laboral y no incrementan la cantidad de desocupados.
Si la economía crece, de acuerdo al PIB, pero la sociedad mantiene más de 3 millones de personas en situaciones de bajos ingresos, alta inestabilidad y vulnerabilidad, y carencia de derechos sanitarios y previsionales, algo anda mal en la economía y en la sociedad chilena. Si asumimos que el manejo de la economía tiene como objetivo primero y fundamental atender y mejorar la situación económica y social de los chilenos, pero eso no se está logrando, entonces no se están alcanzando las metas societarias. Se estarán logrando otras metas, pero que no dicen relación directa con esos millones de personas que viven en la pobreza y en la inseguridad. El crecimiento de la economía parece tener poco que ver con ellos. Más aun, parece que no existieran, que se trata de una masa invisible y subterránea, pues no se habla de ellos y se trata incluso de que no se vean.
El crecimiento puro y simple de la economía, medido por la vía del PIB, no parece ser, por lo tanto, un buen indicador de la situación social de los chilenos, ni parece ser un objetivo político motivador para los que viven en dicha situación. Entre otras razones, porque hay muchos tipos de crecimiento. Hay modalidades de crecimiento de un país que se califican, en la literatura económica como un crecimiento empobrecedor, pues generan pobreza en un polo de la sociedad y altas dosis de riqueza en el otro extremo. Hay modalidades de crecimiento que generan empleo y otras modalidades que lo destruyen. Hay crecimientos de la economía que generan una desindustrialización creciente del país, pues todos los bienes industrializados se adquieren en el exterior, a cambio de los bienes primarios que se producen internamente. Hay crecimientos llamados sustentables, que incorporan los aspectos económicos, sociales y medioambientales. Hay otras modalidades de crecimiento que se basan en la creación, el dominio y la aplicación de ciencia y tecnología, para elevar así la producción y la productividad interna, y hay varias otras modalidades de crecimiento que la historia y la teoría han puesto de relieve y que sería largo mencionar.
Es necesario, por lo tanto, si se habla de crecimiento, decir de que tipo de crecimiento se trata y como se conseguirá. Si no, se estará frente a una consigna vacía, o a una adhesión, implícita o explícita, a la vieja idea de que el derrame de la riqueza de los ricos termina por beneficiar a los pobres, o a la idea más terrible todavía, de que los pobres son tales porque son flojos y no vale la pena preocuparse de ellos.
Sergio Arancibia