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Kaiser hace apología del golpe: un candidato que amenaza la democracia

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En una entrevista  con el periodista Tomás Mosciatti , el candidato del Partido Nacional Libertario, Johannes Kaiser, dejó al descubierto su pensamiento político sin matices: una defensa explícita del golpe de Estado de 1973 y una justificación abierta de las violaciones a los derechos humanos que siguieron.

“Si se dieran las mismas circunstancias, apoyaría un nuevo golpe sin duda. Absolutamente, con todas las consecuencias”, afirmó Kaiser sin titubeos. Las palabras fueron tan directas como inquietantes, especialmente porque vinieron acompañadas de una explicación que trivializa las detenciones, torturas y asesinatos cometidos durante la dictadura. Para el candidato, estos crímenes no fueron “inevitables”, pero sí el resultado lógico de un enfrentamiento armado entre sectores de la sociedad.

Kaiser incluso fue más allá al relativizar la responsabilidad de las Fuerzas Armadas en las atrocidades cometidas. En un momento del diálogo, sostuvo que el Ejército de Chile “actuó de acuerdo con aquello para lo cual ha sido entrenado” y que las técnicas de contrainsurgencia, incluyendo la tortura, fueron enseñadas a oficiales chilenos por Estados Unidos desde los años 50 y 60, con la complacencia de distintos gobiernos democráticos.

Mosciatti, visiblemente incómodo, interpeló la afirmación: “Yo me niego a pensar que el Ejército está entrenado para torturar”. Pero Kaiser se mantuvo en su postura, responsabilizando a las estructuras de poder nacionales e internacionales por normalizar esas prácticas.




Esta entrevista no es un episodio menor. Representa un parteaguas en la carrera presidencial y un serio llamado de alerta para la sociedad chilena. Las declaraciones de Kaiser no son simples opiniones históricas: son una validación de la violencia política como herramienta de resolución de conflictos, una apología de crímenes de lesa humanidad y una amenaza velada a la convivencia democrática.

Es inaceptable que en pleno siglo XXI un candidato busque rehabilitar el legado de Pinochet bajo el pretexto de una supuesta autodefensa social frente a “guerrilleros armados”. La historia de Chile debería bastar para entender que la democracia no se defiende con tanques ni con campos de detención clandestinos, sino con más democracia, más justicia y más respeto por los derechos humanos.

El Partido Nacional Libertario, al respaldar a un postulante con este discurso, se posiciona en el extremo de una política regresiva que glorifica la represión y el autoritarismo. La sociedad chilena tiene la responsabilidad de debatir, denunciar y rechazar cualquier intento de normalizar estos discursos peligrosos.

Kaiser no es solo un candidato polémico: es un síntoma de una corriente política que amenaza con devolvernos a las sombras de la historia. La democracia no puede permitirse la indiferencia frente a quienes, sin pudor, defienden el horror.

Simón del Valle



Periodista

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  1. Felipe Portales says:

    ¡De qué nos sorprendemos! Cuando Alejandro Foxley y Eugenio Tironi han hecho apologías mucho mayores que Kaiser de Pinochet, ¡y sin haber merecido siquiera crítica alguna del conjunto de la «centro-izquierda»! Del primero, mucho más explícitas: «Pinochet realizó una transformación, sobre todo en la economía chilena, la más importante que ha habido en este siglo (…) Tuvo el mérito de anticiparse al proceso de globalización que ocurrió una década después, al cual están tratando de encaramarse todos los países del mundo (…) Esa es una contribución histórica que va perdurar por muchas décadas en Chile (…) Además, ha pasado el test de lo que significa hacer historia, pues terminó cambiando el modo de vida de todos los chilenos, para bien, no para mal. Eso es lo que yo creo, y eso sitúa a Pinochet en la historia de Chile en un alto lugar» («Cosas»; 5-5-2000).
    Y del segundo: «Las transformaciones que han tenido lugar en la sociedad chilena de los 90 no podrían explicarse sin las reformas de corte liberalizador de los años 70 y 80 (…) Chile aprendió hace pocas décadas que no podía seguir intentando remedar un modelo económico que lo dejaba al margen de las tendencias mundiales. El cambio fue doloroso, pero era inevitable. Quienes lo diseñaron y emprendieron mostraron visión y liderazgo» («La irrupción de las masas y el malestar de las elites. Chile en el cambio de siglo»; Edit. Grijalbo, Santiago, 1999; pp. 60 y 162).

  2. Felipe Portales says:

    ¡De qué nos sorprendemos! Toda la Concertación (PDC, PS, PPD Y PR) defendió «a rabiar» a Pinochet cuando entre 1990 y 1998 al «pobre» lo atacaban cuando iba a pasear y a comprar armas fuera de Chile (particularmente Enrique Correa y Edmundo Pérez); cuando algunos diputados consecuentes lo acusaron constitucionalmente a comienzos de 1998 (particularmente Frei RT y Lagos); cuando luego fue detenido en Londres (Frei RT e Insulza); y cuando algunos trataron de juzgarlo en Chile (Lagos, Insulza, Aylwin y Zaldívar). Y todos NOS OLVIDAMOS cuando en agosto de 1998, desde la testera, los senadores Zaldívar y Pinochet (sic) le presentaron al Senado un proyecto de ley destinado a cambiar el feriado del 11 por un «Día de la Unidad Nacional» a celebrarse el primer lunes de Septiembre. Y el Senado ¡¡lo aprobó por unanimidad!!…

  3. Serafín Rodríguez says:

    Nada de qué sorprenderse! A modo de ejemplo, Aylwin no sólo defendió sino que propició el golpe y contrariamente a lo afirmado en la entrevista del enlace incluido más abajo, hizo caso omiso de sus cruentas consecuencias por años y eventualmete consiguió lo que quería — Carmengate de por medio— 17 años después. Hoy tiene una estatua!

    https://www.youtube.com/watch?v=SnECpGlTUdI

    La función interna de las FF.AA. es defender y proteger el estatus quo — la Patria, según la entienden. La misma patria de gente como Kaiser. No son apolíticas en este sentido. En los hechos y por doctrina, son fuerzas de ocupación interna con el monopolio de los fierros.

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