Es hora de renacionalizar el cobre

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El cobre chileno ha hecho alentadora noticia en este año en que se cumple medio siglo de su nacionalización por parte del gobierno Salvador Allende: su elevada valorización en los mercados internacionales claramente debe favorecer a las clases populares azotadas por una crisis sin precedentes que nadie puede decir hasta cuando se prolongará.

Desde mediados de febrero la libra de metal rojo ha superado la barrera de los 4 dólares en la Bolsa de Metales de Londres – lo que no ocurría desde 2011 – lo que abre inmejorables expectativas para la economía nacional, considerando que cada centavo de aumento en esa cifra se traduce en mas de 20 millones de dólares que ingresan a las arcas fiscales.

Allende concretó esa medida de alta significación patriótica el 11 de julio de 1971 – el Dia de la Dignidad Nacional – con el apoyo de todos los sectores políticos, lo que puso término a la expoliación de tres consorcios norteamericanos, Anaconda, Kennecott y Cerro Corporation, y dio inicio a un proceso destinado a dar a Chile una plena independencia económica.

Con este rescate se aseguraba el bienestar presente del pueblo y de las generaciones futuras. “Así como la tierra es el pan, el cobre chileno es el sueldo de Chile”, afirmó el presidente socialista en la plaza de Rancagua al promulgar la ley que nacionalizaba la gran minería del cobre en medio del fervor popular.

El derrocamiento de Allende y la intrusión del pinochetismo abrieron paso a un proceso de involución en la principal conquista económica y social del siglo XX. La desnacionalización se aceleró en el primer gobierno de la Concertación que dejó solo un 28% del metal rojo como propiedad estatal, ya que la mayor parte fue privatizada y permanece en manos de transnacionales que cada año obtienen fabulosas utilidades.

Las empresas extranjeras se valen del sistema neoliberal para continuar lucrando, con enormes ganancias y bajos impuestos, invariabilidad tributaria y la figura de la concesión plena, todo ello otorgado por los gobiernos de la postdictadura. Actualmente operan en Chile gigantes como BHP, Anglo American y Antofagasta Minerals, que dejan a la estatal Codelco en un discreto segundo plano.

Como una de las causas de la tendencia al alza del valioso recurso esta la recuperación que se espera en distintas economías del mundo, como China, Estados Unidos y países de Europa en razón de que los procesos de vacunación contra el coronavirus están avanzando. También están las políticas fiscales de diversas naciones que implican más inversión en infraestructura, en tanto que el cambio climático y la demanda por mayor electrificación se aceleran.

Observadores internacionales estiman que se están dando todas las condiciones para pensar que esta tendencia se va a mantener. Aunque su valor suele ser volátil y es difícil anticipar qué va a suceder mañana, hay quienes sostienen que “estamos en las puertas de un nuevo superciclo favorable para el metal rojo”.

Es la hora de que el mundo popular y los movimientos sociales movilizados por cambios estructurales vuelvan a la ofensiva por la esperada renacionalización. Esta es una oportunidad única para el ingreso de importantes recursos para el estado chileno y su distribución en políticas públicas destinadas a mantener en pie a la población angustiada por la ferocidad de la actual crisis.

Hoy está la necesidad de nacionalizar todas las riquezas naturales para financiar los derechos sociales y construir la base económica fundamental del Chile nuevo que reclaman la realidad y el pueblo reposicionado. Su consagración representa una de las mayores expectativas puestas en la constitución democrática que reemplazará a la pinochetista dejada por la dictadura al país como herencia indeseable.

Si ello no ocurre, no valdrá de nada que Chile sea el primer productor mundial de cobre. Las demandas populares conducen directamente a buscar recuperar la vigencia del inestimable legado histórico del gobierno del presidente Allende.

Hugo Alcayaga Brisso

Valparaíso

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